lunes, 4 de marzo de 2019

Basta: que se repartan las horas sin afectar el salario



Basta: que se repartan las horas sin afectar el salario

Coca-Cola, Fate, Pedidos Ya, Carrefour, Colectivos San Vicente, Tractores Pauny, Electrónicas de Tierra del Fuego, Supermercado Toledo y siguen los despidos y suspensiones masivas, concretados o anunciados. La UOM denuncia 50.000 puestos de trabajo menos en los últimos tres años. En gráficos orillan los 5.000 en unos cinco años, en un gremio quince veces más pequeño. En 2018 se perdieron 172.000 puestos de trabajo en blanco. No hay cifras del trabajo perdido en negro, pero seguro superan al tercio de los empleos caídos en blanco, por la facilidad para el despido contra el compañero informal.
Los preventivos de crisis solicitados en el último año llegan casi a 400, en una espiral ascendente, pero las Pymes que cierran lo hacen sin anestesia, simplemente desaparecen y se estima que son unas 5.000 empresas y comercios. Con todo, esta masacre industrial, productiva y social tal vez recién empiece, porque la capacidad ociosa de la industria ha caído al nivel histórico de 56,6% de uso de las instalaciones y en algunas ramas como textiles, seis de cada diez máquinas están paralizadas, lo que hace presumir más despidos.
La reactivación económica no tiene por qué llegar, a pesar de las promesas presidenciales. Las tasas de interés, tras la minicorrida del dólar, volvieron al 50% y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones no se podría recuperar, puesto que la inflación de enero saltó al 2,9% y la de febrero podría llegar al 4% -según la consultora empresarial Marina Dal Poggeto. Con una inflación del 35% anual, o más este año, las paritarias tendrían que saltar al 55% para recuperar la pérdida promedio del año pasado y compensar la inflación de éste. Por su parte, las jubilaciones estarían condenadas a no recuperar la pérdida histórica de la movilidad 2018. Las jubilaciones flotan en la línea de indigencia y los salarios, con la canasta de pobreza en 26.443 pesos para enero, flotan en la línea de pobreza. Esto significa el derrumbe del consumo, mientras en el horizonte internacional a la recesión local se adosa la previsión de una recesión mundial.

Flexibilización

Pero los problemas no se agotan aquí para la clase obrera. Porque las patronales como Coca-Cola, Fate, Carrefour y tantas otras, al pedir recursos de crisis, proyectan reorganizaciones industriales basadas en la racionalización y la flexibilización laboral. Esto responde a una política nacional y continental de los gobiernos de distinto signo. Se trata de una ofensiva del capital para descargar su decadencia y parasitismo sobre los trabajadores, buscando incrementar la tasa de explotación del trabajo. Por eso, esta orientación es común a Macri y a la oposición peronista, que borda un relevo sobre las mismas bases fondomonetaristas y ajustadoras. En estos días se conoció la pavorosa reforma previsional de Bolsonaro, que será inspiración para la que se proyecta en la Argentina 2020.
Las patronales argentinas se apoyan en la reforma laboral brasileña para reclamar “competitividad” que basan en dos patas: arrasar convenios y conquistas, y mayores subsidios del Estado. Macri, en medio de la crisis y ante el silencio alevosamente cómplice de la oposición pejota-kirchnerista, ha elevado el mínimo no imponible de cargas sociales -de la industria textil, primero, y de las Pymes después- a 17.000 pesos, mientras todas las empresas de cualquier tamaño no reportan cargas sociales hasta 7.000 pesos, como consecuencia del pacto fiscal firmado en diciembre de 2017 con 23 gobernadores en aquel diciembre de lucha y represión.
En medio de semejante sangría de desocupación y miseria se está subsidiando como nunca al capital desde las cajas de los trabajadores como son la Anses y las obras sociales.
Pero a estas alturas hay que marcar dos fracasos de esta política para “evitar despidos”: petroleros y electrónicas de Tierra del Fuego. En esta provincia austral, la UOM entregó el salario 2018 firmando 0% de aumento ante la inflación del 47,6% a cambio de estabilidad laboral, y todo fracasó: ahora acaban de revisar el acta para permitir suspensiones. En la pujante industria petrolera se arrasó el convenio, se produjeron miles de despidos, muertes obreras por inseguridad laboral y ahora se reproducen las suspensiones ante la imposibilidad del gobierno de seguir pagando los altísimos subsidios a Techint y de trasladarlos en mayor medida a los tarifazos, que ya resultan inviables para las familias trabajadoras y para muchas empresas.
Lo descripto pinta las contradicciones insalvables de la salida capitalista a la crisis y su costo social incalculable -e insoportable. El planteo del Partido Obrero es el reparto de las horas sin afectar el salario, como lo ha planteado el Sutna ante el recurso de Fate, un poderoso grupo con fuertes ganancias en otras áreas pero donde, además, el costo en dólares de los salarios ha decrecido un 30% por tonelada de cubiertas. Son los costos del fracaso de la política capitalista y la fuga de capitales los que están desmantelando el aparato productivo, no los salarios obreros.
El principio de reparto de horas de trabajo sin afectar el salario es un planteo para toda la economía, es decir para el total de las horas laborales disponibles. Constituye un punto de apoyo transicional de la clase obrera para levantarse como clase en la lucha para impedir el despido y la suspensión, y colocar el punto de partida de un plan de reorganización económica donde los trabajadores no paguen la crisis, sino que la paguen los capitalistas. En este camino la ocupación de las fábricas que cierran o despiden masivamente cobra cada día más vigencia.
Sobre este eje impulsamos un Congreso de delegados mandatados por la base de todos los sindicatos ante la entrega total de la CGT. Para que discuta un plan económico de salida de los trabajadores a la crisis, un paro activo de 36 horas y un plan de lucha hasta la huelga general para imponerlo. Es el régimen de Macri, el FMI y los gobernadores, o nosotros, los trabajadores. Este planteo debe motorizar al FIT a una inmediata definición política en todos los planos -político, programático y electoral-, cuando ya se desarrollan varias campañas electorales y se realinean fuerzas de la burguesía para el continuismo, sea por la vía de Macri o de un relevo pejotista con las garantías que acaban de dar al FMI, desde Urtubey a Kicillof, pasando por la CGT.

Néstor Pitrola

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