lunes, 11 de marzo de 2019
La CGT no para y marcha con las patronales
La versión de un paro general para abril, deslizada en el encuentro que la CGT mantuvo hace unas semanas con la misión del FMI, quedó descartada antes de su confirmación.
Queda así de manifiesto nuevamente la voluntad de la burocracia sindical de dosificar la protesta, sin agitar demasiado las aguas, con vistas a un relevo electoral en octubre a manos del peronismo.
La otra razón poderosa de los popes cegetistas para desechar el paro, es una negociación con el Gobierno por los fondos de las obras sociales y “la posible creación por decreto de una Agencia Médica” enfocada a reducir los amparos judiciales por la cobertura de servicios médicos no contemplados en el Programa Médico Obligatorio.
“Industricidio”
Las estadísticas dan cuenta de un verdadero desastre económico. La industria funciona al 50 por ciento. La producción automotriz, por caso, registró en febrero una baja interanual del 16,4%. Las quiebras, las convocatorias y las solicitudes de Procedimientos Preventivos de Crisis (que habilitan una reducción en las indemnizaciones o cambios drásticos en las condiciones laborales) no dejan de crecer, en especial en el sector de las PyMEs.
Las secuelas de este “industricidio”, como lo definió alguien, son miles y miles de despidos y suspensiones. La respuesta de la CGT, luego de una reunión con los gremios industriales y la Confederación General Empresaria, será una marcha “en defensa de la producción y el trabajo” para acompañar la presentación de una "Ley de Emergencia PyME".
El proyecto contempla “una moratoria impositiva de hasta 60 meses, la condonación de intereses y multas, el freno a los embargos por falta de pago y que se retrotraigan las tarifas de los servicios (que se le cobra a la industria) a noviembre de 2017”. Un programa enteramente diseñado por las patronales. De los reclamos obreros, ni una palabra.
¿Y el 21F?
Mientras los Gordos se alían con los empresarios y entierran la huelga general, ¿qué hace el Frente Sindical por el Modelo Nacional y la Multisectorial 21-F, que reúne al moyanismo, los mecánicos del SMATA, la Corriente Federal de Trabajadores y la CTA?
Algunos de sus dirigentes realizaron tibias declaraciones sobre la necesidad de que la CGT convoque a un paro (el bancario Sergio Palazzo, por ejemplo, manifestó que “el movimiento obrero debería darse la discusión para establecer un plan de lucha y ese plan de lucha tiene que contener un paro general”), pero cuidándose de no sacar los pies del plato. Por su parte, Pablo Moyano manifestó su preocupación por “los altos impuestos que los empresarios deben afrontar”, a quienes considera también “víctimas del modelo”. Coincidencia total.
La iniciativa de este sector se centra en la organización de una nueva Marcha Federal, aún sin fecha. Por otro lado, “sus diputados” – Vanesa Siley, Hugo Yasky, Walter Correa, Pablo Carro, Abel Furlán y Facundo Moyano – reflotaron la ley anti-despidos, por la que un millón de personas se movilizó en mayo de 2016. Pero como no han hecho la menor autocrítica por la completa postración frente al veto presidencial de aquel momento, su destino será, cabe suponer, el mismo.
Todos unidos en la interna
Lo cierto es que todas las fracciones de la burocracia marchan a una confluencia bajo el paraguas de la interna del PJ. La foto del reciente Congreso partidario de Ferro, que reunió a Daer y Moyano, al mecánico Ricardo Pignanelli, a Omar Plaini, el jefe de la CTA de los Trabajadores, Hugo Yasky, con el titular de la UOM Antonio Caló y Víctor Santa María (Suterh), además de Pablo Moyano, entre otros, es muy elocuente.
La estrategia común se reduce a “regular” la protesta para canalizar la bronca popular creciente contra Macri hacia la “alternativa” electoral que se cocina en la interna pejotista. La posibilidad de un “colapso” económico, de la que han hablado algunos analistas internacionales, realza el rol de la burocracia como garante de la continuidad de Macri hasta su relevo por alguna otra variante patronal. Relevo por el que todos los sectores sindicales trabajan, buscando ocupar la mejor ubicación en el carro del próximo ganador: unos juegan con CFK (Moyano, Yasky), otros impulsan a Lavagna (Barrionuevo) y otros a alguna variante del PJ Federal (Daer).
Pero por sobre esas preferencias “la CGT encaró una tregua interna – sostiene un artículo de Ámbito (8/3) – que promete pavimentar un nuevo intento de reunificación”. Moyano y Daer, no solo exploran la chance de “una protesta consensuada” sino incluso un acuerdo para la renovación de autoridades de la CGT que debe definirse este año.
Impulsar el paro activo de 36 horas desde abajo
Sin embargo, la fragilidad de todo el proceso económico y político, estrecha los márgenes de maniobra de la burocracia. La batalla por el paro activo de 36 horas, como punto de inicio de un plan de lucha, debe darse en cada gremio y en cada lugar de trabajo, con asambleas y con plenarios delegados.
El reclamo del paro general – a la CGT y a la CTA – cruzó a inmensa movilización del 8M; no solo por las reivindicaciones históricas de género sino como respuesta a los despidos y a la declinación imparable de las condiciones de vida, las cuales afectan en especial a la mujer – la mayoría tiene empleos precarios; dos de cada tres desocupados son mujeres.
La marcha fue un canal de expresión del descontento social creciente y también una interpelación a la mayoría de las burocracias que rehusaron organizar la huelga y la movilización en los lugares de trabajo.
Para acabar con el Gobierno y todo el régimen de corrupción y entrega de los partidos patronales, necesitamos un Congreso de todos los sindicatos, con mandato de sus bases, que elabore un plan de salida a la crisis actual basado en las reivindicaciones obreras y populares.
Miguel Bravetti
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