El Frente de Izquierda retuvo sus dos bancas. Derrumbe del centroizquierda.
El triunfo de Omar Gutiérrez en las elecciones neuquinas representa un golpe político tanto al kirchnerismo como al macrismo. Por un lado, la tentativa de los K de hacerse del gobierno en la provincia de Vaca Muerta, a través de las candidaturas de Ramón Rioseco y Darío Martínez, ha fracasado. Con un 26 por ciento de los votos, el armado PJ-kirchnerista quedó muy por detrás de Gutiérrez, que sumó el 40 por ciento. Es cierto, sin embargo, que el gobernador reelecto alcanza ese guarismo gracias al aporte de cuatro colectoras a los escasos 23 puntos obtenidos por el MPN. Pero, de cualquier modo, se trata de una distancia considerable para una elección que pintaba reñida. Por otro lado, la pretensión del macrismo de usufructuar el triunfo del MPN como propio no es más que una engañifa de corto alcance. El vuelco decidido de Macri y sus funcionarios al voto al MPN, en la última fase de la campaña, fue un acto de desesperación política ante la posibilidad de un triunfo K, que hubiera representado el derrumbe de la tentativa reeleccionista del presidente. Los resultados, mal que les pese, expresan un revés para el macrismo, pues Horacio Quiroga, el candidato de Cambiemos, quedó en el tercer lugar con apenas el 15 por ciento de los votos.
El Peronismo Federal, por su parte, interpretará a la elección neuquina como la expresión de la “justeza” de su línea basada en la estructuración de una alternativa opositora sin el kirchnerismo. Habrá que recordarles que el MPN es un partido-Estado que gobierna la provincia desde hace seis décadas, mientras que el “peronismo alternativo” es un rejunte improvisado, sin una estrategia definida, de aspirantes a los que ningún sondeo asigna chance alguna. La posibilidad del peronismo no K de explotar el triunfo emepenista es, por el momento, una expresión de deseos.
La elección del MPN
Sobre esta base es que hay que considerar la elección del MPN y sus colectoras. Es claro que el MPN, que fue un socio estratégico de Macri durante todo su mandato, ha explotado a su favor la crisis desatada con Tecpetrol por el recorte del Plan Gas. Gutiérrez y el MPN se posicionaron como los defensores de la provincia y de la fuente de trabajo contra la política del FMI ejecutada por el macrismo. La asamblea-acto de 15 mil obreros petroleros realizada en Añelo y las sucesivas asambleas en yacimientos y bases petroleras, todas impulsadas por el sindicato liderado por el emepenista Guillermo Pereyra, fueron el escenario donde se manifestó abiertamente un chantaje político a los trabajadores y sus familias: “votan al MPN o se quedan sin laburo”. Camufló, de esta manera, su respaldo al grupo Techint en la puja por los subsidios y sus propias responsabilidades por la enorme flexibilización laboral que reina en la industria hidrocarburífera, y que los obreros petroleros están pagando con su salud y con sus propias vidas.
Asimismo, el MPN ha explotado a su favor el circunstancial saneamiento de las cuentas públicas de la provincia, logrado gracias al crecimiento exponencial de los ingresos por regalías petroleras en 2018 como consecuencia de la mega devaluación del peso. Esto último ha sido un elemento fundamental que el MPN ha tenido en cuenta para el adelantamiento electoral. Pero el ‘veranito’ económico neuquino, sin embargo, tiene pies de barro. Primero, porque tanto los tarifazos como los subsidios, que son la base sobre la cual se montó la tibia reactivación de Vaca Muerta, están cada vez más cuestionados. Unos, por resultar impagables para la población y para la industria, y los otros, por el cuadro de quebranto del Estado nacional. Esta última cuestión, a su vez, pone en la picota los ingresos que la provincia recibe por coparticipación federal, que representan el 25% del total del presupuesto provincial. Más temprano que tarde, se pondrán de manifiesto los límites insalvables de este esquema, lo que dará lugar a grandes conflictos sociales.
Sorpresas y sapos
Además de la importante distancia lograda por Gutiérrez, la principal sorpresa de los comicios ha sido la elección de Jorge Sobisch, que obtuvo casi un 10 por ciento de los votos y consagró tres diputados provinciales. El responsable político del asesinato del docente Carlos Fuentealba fue candidato por el Partido Demócrata Cristiano bajo la consigna “se acabó la joda”, prometiendo un ambicioso plan de obras públicas, con un claro planteo antisindical y de rechazo a la ´ola verde´ y a la lucha del movimiento de mujeres. Su importante elección afectó principalmente a Horacio Quiroga que, en la misma línea que el ex gobernador, tuvo como uno de sus caballitos de batalla el ataque a las luchas de trabajadores, al movimiento obrero combativo y a la lucha de la mujer. Fruto de su propia división, la derecha ha sido neutralizada como fuerza capaz de disputar el poder en la provincia.
Por otra parte, el principal sapo lo ha hecho el kirchnerismo, el centroizquierda y sus personeros sindicales. Los K no lograron su objetivo a pesar de haber logrado unir al peronismo y al centroizquierda en una única lista y de haber dado escandalosas muestras de ser una fuerza defensora de los intereses de los monopolios petroleros y del clero. La dirección de Aten, que abiertamente jugó en favor de la lista liderada por Rioseco, sepultó la posibilidad de desarrollar un plan de lucha para recomponer el salario docente, convencidos de que la paz social le sería funcional al kirchnerismo. Les salió el tiro por la culata: se impuso el MPN y se entregó el salario. La burocracia K de ATE optó por apoyar a Sergio Rodríguez, el burócrata del sindicato de comercio, que salió último en la elección. Libres del Sur, que se presentó en soledad, fue arrasado y perdió sus dos bancas en la legislatura provincial.
El PCR y Nuevo Encuentro han apoyado al PJ y su alianza con Rioseco. Por último, el MST no alcanzó el 1% de los votos.
El Frente de Izquierda
Nuestra fuerza obtuvo un 3,55 por ciento al cargo de gobernador y un 5,23 a diputados. En 2015, el FIT había obtenido un 3,61 y un 4,78 respectivamente. El FIT, en distritos como Neuquén, Centenario y San Martín de los Andes ha hecho elecciones que superan el 6 y el 7% en diputados. Un dato a tener en cuenta es que en una elección con un método “novedoso” para gran parte de la población (boleta electrónica y no de papel), los electores se dieron maña para votar a los consejeros escolares del FIT allí donde nos presentamos, obteniendo resultados entre el 10 al 14 por ciento en Plottier y Capital y el 6,5 en Cutral Có. Con la elección realizada, el Frente de Izquierda retuvo sus dos bancas en la legislatura provincial, que serán ocupadas en primera instancia por la compañera del Partido Obrero, Patricia Jure, y por el compañero del PTS, Andrés Blanco. El ingreso de Patricia, representa un revés a la tentativa del macrismo neuquino de expulsarla de la banca del Concejo Deliberante, por su enorme compromiso con la lucha de los empleados municipales contra la reforma previsional.
El actual resultado debe ser apreciado, por un lado, a la luz del cuadro de polarización que se impuso en las últimas dos semanas previas a la elección, y por el otro, teniendo en cuenta la subordinación política al régimen patronal impuesta al movimiento obrero de la provincia, tanto por la burocracia sindical como por la oposición patronal.
La campaña del Frente de Izquierda partió de señalar a Gutiérrez, Rioseco y Quiroga como “los candidatos de las petroleras y el FMI”. Nuestro planteo, de “que la crisis la paguen los capitalistas” nos permitió el desarrollo de todo un programa, partiendo de las reivindicaciones inmediatas y transitorias, como la defensa de la escala móvil de salarios, la prohibición de despidos, el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, y llegar a un planteo general de reorganización económica y social de la provincia y el país, en base a la ruptura con el FMI, el no pago de la deuda externa y la nacionalización sin pago de la industria energética. Las reivindicaciones inmediatas fueron la punta de lanza para abrir el diálogo con sectores claves del proletariado de la provincia, como los trabajadores petroleros. Finalmente, la lucha por el derecho al aborto legal, fue una bandera exclusiva del Frente de Izquierda, que fue levantada con fuerza durante toda la campaña electoral y el propio 8M, ante el silencio pro clerical de los principales candidatos.
Un punto clave de la agitación electoral del PO fue la necesidad de una acción histórica de los trabajadores, en oposición al papel colaboracionista de las burocracias sindicales peronistas y emepenistas, para derrotar el plan de guerra de Macri y los gobernadores. Fue así, que nuestra campaña estuvo fuertemente ligada a las luchas en curso.
La votación del FIT, defendiendo la posición conquistada, contrasta con el derrumbe del centroizquierda en la provincia. El PO y el Frente de Izquierda salen reforzados de la campaña electoral para los grandes desafíos planteados para el movimiento obrero y la izquierda en el escenario de una enorme crisis nacional.
Pablo Giachello
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