viernes, 22 de marzo de 2019
El programa de Roberto Lavagna
Reestructuración de la deuda, reforma laboral y rebaja de impuestos al capital.
"La clase empresarial está muy entusiasmada con Lavagna. Yo lo prefiero a Macri, pero mis clientes no. Hubo una decepción muy grande con este Gobierno". Las palabras del consultor Miguel Ángel Broda al término de una charla ante empresarios en el Rotary Club sintetizan un estado de ánimo de la clase capitalista que preocupa al gobierno.
La burguesía industrial se queja de la caída en picada del mercado interno, de las tasas de interés siderales, del costo de los servicios, de la postergación de la ´reforma laboral´ y del derrumbe de la obra pública como consecuencia del ajuste pactado con el FMI, agravado por el escándalo de los cuadernos K y M, que puso a los principales grupos capitalistas de país en la picota judicial.
La política energética se ha convertido en un terreno de choques permanentes y llevó a la salida de dos ministros de Energía. La devaluación convirtió la dolarización de las tarifas en un espiral de tarifazos sin fin para compensar a los pulpos energéticos. Por otra parte, el recorte de subsidios a la extracción de gas no convencional en Vaca Muerta provocó la crisis con Techint-Tecpetrol, que al gobierno le costó una derrota sin atenuantes en las elecciones neuquinas a manos del MPN, representante histórico de las petroleras.
El capital agrario, que fue el principal punto de apoyo para la llegada de Cambiemos al poder, también se manifiesta disconforme por la continuidad de las retenciones. Los ex miembros de la “Mesa de Enlace” también se despacharon contra Macri. El ex titular de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi tomó nota de que “hay una marcada tendencia de favorecer la joda financiera por encima de un modelo de producción”, mientras que el ex de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti, habló de “desencanto” con Macri y “engaño” (citado en minutouno.com, 19/3). Con excepción del sector financiero, los negocios del resto de la burguesía se encuentran en un impasse y cuando no, en caída libre.
Operativo contención
Las principales espadas de Cambiemos, en público y en privado, se han movilizado para intentar contener un desplazamiento de su base social y a disparar munición gruesa contra Lavagna.
¿Podría la candidatura de Lavagna resolver el intríngulis de una burguesía desilusionada con Macri pero que a la vez rechaza un retorno de Cristina? Esto, además, cuando subsisten dudas acerca de que si aun imponiéndose en un eventual ballotage, Macri pueda reunir los recursos políticos para llevar adelante el programa pactado con el FMI; especialmente, la reforma previsional. Los capitalistas se quejan de la “mala calidad del ajuste”, que se tradujo, dicen, en mayor presión tributaria y no en un verdadero recorte de gastos. En palabras de Broda, "el déficit cero no alcanza. Hay que llegar a 2% o 2,5% de superávit”. Y agrega: "El que haga este programa se va a tener que ir a vivir a Montevideo. Si no se pisan callos no se sale de la decadencia" (LPO, 13/3). Es decir, las consecuencias sociales para los trabajadores serían catastróficas.
¿Qué ofrece Lavagna? Una reestructuración de la deuda y un nuevo acuerdo con el Fondo para darle algo de aire a la burguesía industrial, “bajar la presión tributaria y aumentar la productividad” (Clarín, 14/3) – es decir, la reforma laboral. A esto refiere Lavagna cuando habla de pasar del ajuste al “crecimiento”. Al capital agrario, precisamente, le dedica que “aplicar retenciones en un programa de ajuste, como resolvió el Fondo para la Argentina, aporta muy poco. En un programa de crecimiento, tiene otro sentido" (Infobae, 18/3). Con respecto a las jubilaciones dijo, en un reportaje en Perfil (3/3), que “nadie se preguntó, en un país cuya economía no crece para solventarlo, cómo se hacía para pasar de 7 millones de personas que cobraban salario del Estado, jubilaciones, pensiones, la asignación universal por hijo, a 19 millones. Durante el gobierno de la presidenta Kirchner se pasó de 7 a 17 millones, y en el gobierno de Macri se pasó de 17 millones a 19. Eso es populismo”. El planteo se completa con el indulto a los empresarios procesados en la “causa de los cuadernos”. “Este sector, dicen en la Rosada, es el que motoriza a Lavagna”, apunta Clarín (16/3). Por lo pronto, la candidatura de Lavagna ha recibido el espaldarazo de una porción significativa de la burocracia sindical, bajo el impulso de Barrionuevo.
Pero la reestructuración de la deuda, bajo el actual hipotecamiento, sólo se logrará a costa de concesiones leoninas a los acreedores. Por eso, la base política del programa de Lavagna sería un gran “acuerdo económico y social”. En ese sentido, Lavagna reivindica el “diálogo argentino” impulsado en 2002 por Duhalde – cuyo gobierno era, precisamente, resultado de un acuerdo entre el PJ y la UCR –, que contó con la participación de la Iglesia y la burocracia sindical, más la cooptación del tándem piquetero que conformaban D´Elía y la CCC. Aquella experiencia de “diálogo”, vale recordar, concluyó en la masacre de Avellaneda. Ahora, Lavagna ha salido a buscar apoyos y se ha reunido con varios de los elementos más colaboracionistas de la burocracia sindical.
En esta línea de “acuerdo nacional”, Lavagna condiciona el lanzamiento de su candidatura a dejar de lado las internas. Según sus propias palabras, “son cosas incompatibles cuando tiene que empezar por la definición de un programa” (Perfil). Un “consenso” en torno a la candidatura de Lavagna podría precipitar la renuncia de CFK a sus aspiraciones presidenciales, como ha comenzado a circular en las últimas semanas. Es casi un requisito, ya que Lavagna mide 20 puntos debajo de Cristina en cualquier sondeo.
La clase obrera que lucha, las activistas del movimiento de mujeres y de la juventud, los luchadores del movimiento de derechos humanos deben tomar nota del contenido rabiosamente capitalista de las alternativas que se postulan para relevar al gobierno Macri.
Jacyn
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