jueves, 27 de septiembre de 2012
Hugo Moyano, tan lejos de La Falda y Huerta Grande
El jefe de la CGT realiza hoy una reunión en la localidad cordobesa de La Falda, para dar a conocer un programa de 21 puntos con el que se lanzará a la arena política.
El 1° de mayo de 1968, en plena dictadura del general Onganía, la CGT de los Argentinos, dirigida por Raymundo Ongaro, del gremio gráfico, publicaba en el primer periódico de esa central obrera, los programas de Huerta Grande (1957) y La Falda (1962), marcando una clara diferencia con la CGT "colaboracionista" del metalúrgico Augusto Timoteo "Lobo" Vandor.
Más de medio siglo ha pasado desde aquellos programas de la clase obrera, mayoritariamente peronista, que incluían propuestas liberadoras que difícilmente serán tenidas en cuenta en la reunión que hoy convoca Hugo Moyano.
En efecto, en el punto "Comercio Exterior", el programa de La Falda proponía: "Control estatal del comercio exterior sobre las bases de la forma de un monopolio estatal; liquidación de los monopolios extranjeros de importación y exportación; control de los productores en las operaciones comerciales con un sentido de defensa de la renta nacional". Este último punto era mucho más duro que la módica Resolución 125 sobre retenciones a la exportación de la soja que el kirchnerismo no pudo aprobar en 2008, por el voto "no positivo" del vicepresidente Julio Cobos. Además la CGT planteaba la "integración económica con los pueblos hermanos de Latinoamérica".
En el orden interno, los gremialistas que adherían a los programas de La Falda y Huerta Grande proponían una "política de alto consumo interno; altos salarios, mayor producción para el país con sentido nacional; desarrollo de la industria liviana adecuada a las necesidades del país; incremento de una política económica tendiente a lograr la consolidación de la industria pesada, base de cualquier desarrollo futuro; política energética nacional; nacionalización de las fuentes naturales de energía y su explotación en función de las necesidades del desarrollo del país; nacionalización de los frigoríficos extranjeros, a fin de posibilitar la eficacia del control del comercio exterior, sustrayendo de manos de los monopolios extranjeros dichos resortes básicos de nuestra economía; soluciones de fondo, con sentido nacional a los problemas económicos regionales sobre la base de integrar dichas economías a las reales necesidades del país, superando la actual división entre "provincias ricas y provincias pobres"; contro
l centralizado del crédito por parte del Estado, adecuándolo a un plan de desarrollo integral de la economía con vistas a los intereses de los trabajadores".
El programa agrario propiciaba la expropiación del latifundio y la extensión del cooperativismo agrario, en procura de que "la tierra sea de quien la trabaja".
Toda una definición del pensamiento de los trabajadores en aquellos años, que signaron toda una generación de dirigentes obreros comprometidos con un proyecto de país independiente y soberano.
Y en cuanto a la consigna más cara al pensamiento peronista, la "Justicia Social", el programa de La Falda planteaba: "Control obrero de la producción y distribución de la riqueza nacional, mediante la participación efectiva de los trabajadores en la elaboración y ejecución del plan económico general, a través de las organizaciones sindicales; participación en la dirección de las empresas privadas y públicas, asegurando, en cada caso, el sentido social de la riqueza; control popular de precios".
Los 21 puntos, otra cosa
En referencia a los ingresos de los trabajadores, se proponía: "Salario mínimo, vital y móvil. Previsión social integral: unificación de los beneficios y extensión de los mismos a todos los sectores del trabajo. Reformas de la legislación laboral tendientes a adecuarla al momento histórico y de acuerdo al plan general de transformación popular de la realidad argentina. Creación del organismo estatal que con el control obrero posibilite la vigencia real de las conquistas y legislaciones sociales. Estabilidad absoluta de los trabajadores".
En cuanto a la concepción del Estado, el programa planteaba el "Fortalecimiento del estado nacional popular, tendiente a lograr la destrucción de los sectores oligárquicos antinacionales y sus aliados extranjeros, y teniendo presente que la clase trabajadora es la única fuerza argentina que representa en sus intereses los anhelos del país mismo, a lo que agrega su unidad de planteamientos de lucha y fortaleza".
Está claro que un programa radicalizado, de orientación antimonopólica y consignas obreras no es el que va a discutir hoy la central que dirige Hugo Moyano, aún cuando algunas de sus propuestas, como el reparto del 10 por ciento de las ganancias de las empresas, sea una medida progresista que propuso en 2010 su asesor y legislador Héctor Recalde.
Si los 21 puntos de Hugo Moyano pretenden guardar algún contacto con aquellos programas de Huerta Grande y La Falda, o con los llamados "26 puntos" de la CGT de Saúl Ubaldini, en los ochenta, sus alianzas políticas lo alejan mucho de esas propuestas, que tenían un contenido mucho más progresista.
Su acercamiento con gobernadores conservadores como José Manuel De la Sota o Daniel Scioli, y su alianza con sindicalistas amigos de las patronales rurales como el "Momo" Venegas, de UATRE, lo colocan en una franja más afín con la oposición bien derechosa a Cristina Fernández de Kirchner.
El abierto apoyo al caceroleo del jueves 13 de setiembre, que tuvo evidentes elementos políticos destituyentes y expresiones de sectores enemigos de la distribución del ingreso, ratifican que el jefe de Camioneros alienta un amplio frente contra la presidenta. En ese marco, adhirió al reclamo ante la Justicia para que se desarchive el caso Rucci, se lo declare imprescriptible y crimen de lesa humanidad, junto a la hija del sindicalista y actual diputada nacional, Claudia Rucci más todo el espectro peronista más conservador.
Los "Gordos", los peores del grado
A Facundo Moyano podrá parecerle un gran modelo sindical el lucifuercista cordobés Agustín Tosco, pero a Hugo Moyano le sigue pareciendo que el arquetipo de sindicalista es José Ignacio Rucci. Tosco y Rucci protagonizaron un inolvidable debate televisivo en febrero de 1973 donde quedaron contrastados el gremialismo combativo del cordobés y el burocrático del dirigente de la UOM.
Más cerca en el tiempo, la "CGT Brasil" que dirigió el cervecero Saúl Ubaldini, tenía un programa de "26 puntos". En el primero establecía el "No pago de la deuda externa". Una propuesta alejada hoy del moyanismo pero también del "modelo nacional y popular" que defienden los kirchneristas, pues primero Néstor Kirchner y luego Cristina Fernández, tras renegociar con los acreedores y pagar religiosamente la totalidad de la deuda con el FMI, han destinado todos los años, varios miles de millones de dólares a pagar una deuda externa que se ubica hoy en 180.000 millones. En el Presupuesto 2013 se prevén pagar 7.967 millones de dólares.
Más progresista fue el presidente ecuatoriano Rafael Correa, que con el asesoramiento del argentino Alejandro Olmos Gaona, realizó una auditoría de su deuda externa, que sobre algunas emisiones de bonos le permitió declarar que un 70 por ciento de la misma era ilegítima, y sólo negoció para pagar, el 30 por ciento restante.
Marcar esas diferencias con Moyano no lo convierte en el peor del grado. Esa categoría la ocupa nítidamente la CGT de los "Gordos", "sindicalistas empresarios" que están en las antípodas de los intereses de los trabajadores, aunque representen formalmente a los gremios mayoritarios de la producción. Este segmento es el que lamentablemente hoy cuenta con el aval de la presidenta Cristina Fernández y harán su congreso el 3 de octubre próximo.
Irina Santesteban
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