sábado, 29 de septiembre de 2012

Chile: “Miguel Enríquez será trasladado a una tumba colectiva”



Entrevista con Carmen Castillo Echeverría, compañera del entonces Secretario General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Miguel Enríquez, hasta el momento de su caída en combate, la fatídica tarde de un 5 de octubre del año 74.

El próximo 6 de octubre a las once de la mañana los restos de Miguel Enríquez harán un corto viaje hasta la intersección de las calles Manuel Arriarán con Calvario, al interior del cementerio general. Para anunciarlo por estos días circula una invitación que convoca: “A 38 años de la muerte en combate del Secretario General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR” y luego explica…”el significado de este Memorial responde a los problemas permanentes de desamparo en el que estaban y están muchos de nuestros compañeros y compañeras; a ello se suma nuestra permanente lucha por perpetuar la memoria de nuestro Partido y heredarla a las generaciones venideras. Este Memorial se construyó en la tumba del compañero Luciano Cruz, adquirida por la Comisión Política de nuestro partido para acoger a un revolucionario, en los próximos días…a Miguel Enríquez”. Al finalizar esta la rubrica de la fundación Casa de Miguel Red Solidaria.
Miguel y el MIR han sido parte de una memoria “paria y molesta” en la transición chilena. Lo mismo ha ocurrido con el extendido, heterogéneo, y consistente aporte de la denominada Resistencia Popular, originada en el MIR y otras organizaciones en la más dura clandestinidad desde el mismo 11 de septiembre. Ha sido hegemónico en la memoria de estas dos décadas el martirologio, la perversidad de los victimarios o tempranas y muchas veces infecundas gestiones judiciales.
Invisibilizadas han permanecido las vidas, las humanidades, las acciones concretas de resistencia, los proyectos políticos de hombres y mujeres que asumieron permanecer o retornar a Chile y bajo formas armadas o no, enfrentaron la dictadura y sus consecuencias, que hoy sorprenden y hasta avergüenzan a muchos, que ya ni siquiera se molestan en defenderla. En suma, la historia oficial se construyó desde la transición pactada y ello significó marginalizar durante mucho tiempo nombres, actos, fechas, y rituales. Aun así, esa otra memoria ha pujado por emerger de muy diversas formas. Entonces esa otra memoria se ha movilizado, toma iniciativas, tensiona y se tensiona. Los memoriales, los reconocimientos póstumos en universidades y centros de trabajo y ahora este mausoleo de miristas y para miristas es un nuevo paso en esa dirección porque visibiliza esa existencia.
Simultáneamente, va ocurriendo que hombres como Miguel y experiencias como las del MIR comienzan a escapar a sus contemporáneos, a los testimoneantes y sobrevivientes, a quienes vimos pasar al “Viriato” con su chaquetón marinero de cuello subido o escuchamos su palabra. Hoy Miguel y las banderas roja-negras se han mezclado con las manifestaciones estudiantiles y su pensamiento como dirigente del MIR es fuente de citas académicas y modestos encuentros en Chile y también lejos.
Por todo lo anterior es que quisimos conversar con Carmen Castillo Echeverría en la triple condición de quien ha sido parte de esta iniciativa formando parte de Casa de Miguel, también como activa documentalista y creadora de piezas significativas de la memoria mirista y por cierto en su condición y sentimientos de compañera de Miguel hasta el momento de su muerte, esa fatídica tarde de un 5 de octubre del año 74.

CARMEN CASTILLO Y EL MEMORIAL

-¿Cómo partió la iniciativa de construir o adaptar un mausoleo donde reunir los restos de Miguel, Luciano y quienes lo decidan y requieran?
R.- “Recuerdo que era una tarde de invierno, hace mas de un año, cuando Maria Emilia Marchi me invitó a reunirme con un grupo de compañeros de nuestra asociación “Casa de Miguel”, sólo el día anterior había muerto uno de nuestros amigos, la tristeza nos invadía pero había que actuar, no habían recursos y no había una tumba donde enterrarlo.
Entonces, como asociación y grupo de amigos, nos propusimos crear un lugar de descanso abierto a todos aquellos militantes del MIR que lo desearan. Nos distribuimos las tareas y fue en ese momento que nos enteramos que existía una tumba en el cementerio general, la de Luciano Cruz, pero había que transformarla y fuimos resolviendo allí mismo esas tareas. Así, en el milagro de la accion colectiva se juntó el dinero necesario, se iniciaron y continuaron los largos trámites, se puso en obra la construcción y por eso hoy podemos anunciar que existe un mausoleo del MIR donde será posible depositar nuestras cenizas.
Recuerdo esos intensos encuentros de “balance” de la tarea a los cuales me integraba en cada viaje, pláticas interminables y apasionadas, discusiones feroces sobre la situación política y a veces desgarradoras sobre el pasado, mientras compartiamos una mesa. Todo se mezclaba, la energía de los estudiantes en las calles con la energía del pasado, porque en el itinerario de la memoria colectiva también existen esos momentos de alegría inolvidables y así, entre los pliegos de relatos subjetivos, contados con humor y ternura, iban surgiendo los muertos que a su vez se sentaban a la mesa para continuar la discusión.
Miguel Enríquez será traslado a nuestra tumba colectiva este 6 de octubre, creo que será bello reunirnos para recordar su sonrisa y su mirada, sus manos y su rostro, teniendo claro que sus ideas circulan sin descanso y libremente entre el cielo y la tierra”.
-¿Qué esperas ese próximo día 6 de octubre?
R.-“La compañía de los muertos no tiene nada de mórbido, ya se sabe que nuestros ausentes sólo morirán el día de nuestra propia muerte, mientras tanto cada uno de ellos es una pérdida, una pérdida que nos deja más pesados. Sin embargo, ese peso es lo opuesto a una carga, es un mensaje compuesto no sólo con palabras, sino con actos y heridas.
Ojalá ese día, viejos y jóvenes pudiéramos reafirmar el pacto a la única fidelidad que nos queda: continuar trabajando para lo incierto, luchar por un mundo más justo y humano, luchar para ahorrarnos, al menos, la vergüenza de no haberlo intentado. La duda está relacionada con la posibilidad de lograr la victoria a la escala de nuestras vidas, no con la necesidad de tratar de hacerlo.
Creo firmemente que debemos estar unidos por afinidades electivas, la base más sólida de los afectos y de la fraternidad, nuestras vidas entrelazadas a un proyecto revolucionario, a una organizacion, al MIR, que aunque no vigente como tal, creo continua vivo y existiendo en cada uno de nosotros y, seguramente más alla, en otras siglas y movimientos, ya que el espíritu revolucionario, se sabe, no puede ser exterminado ni enterrado. Porque el pasado no pasa.”
Al finalizar Carmen Castillo lanza una pregunta: “ ¿Por qué no trasladar a Miguel a una sobria tumba colectiva abierta a todos los militantes que lo deseen?”
Porque al final, todo ha seguido ocurriendo más allá de donde, con quiénes o cómo estén los huesitos de Miguel, hombre tan humano e imperfecto como cualquiera y tan lúcido y presente como pocos.

Ignacio Vidaurrázaga Manríquez

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