Sergio Massa anunció la ampliación del swap con China por U$S 6.500 millones, es decir U$S1.500 más de lo que el país había pedido, al mismo tiempo que informó que esas divisas serán utilizadas para el pago de la deuda externa y el financiamiento de la corrida cambiaria, además de destrabar importaciones a costa de mayor endeudamiento, cuyas tasas de interés son desconocidas por el pueblo argentino. Mientras el capital financiero internacional y los especuladores se llenan los bolsillos, el gobierno continúa agravando el yugo de la hipoteca nacional que nos trajo hasta esta situación.
Según un informe de la Secretaría de Finanzas, la deuda en moneda extranjera se incrementó en U$S 13.954 millones durante los últimos 12 meses. Al mismo tiempo la deuda en pesos del Tesoro, atada a la inflación y linkeada al dólar, creció en el equivalente a más de 10 mil millones de dólares y seguirá incrementándose al ritmo de la crisis y la corrida cambiaria, poniendo en jaque la capacidad de pago del Estado y pudiendo desatar una corrida bancaria.
A esto se suma la deuda con el FMI, la cual crece paralelamente al aumento constante de las tasas internacionales, es lo que ha hecho que la misma aumente del 7,1% al 8,2% en lo que va del año elevando la cuenta total de intereses a más de u$s3.200 millones anuales. Con esto, Argentina terminará pagando más intereses que deuda capital, lo que demuestra una vez más el carácter profundamente usurario e impagable de la deuda externa.
Esta hipoteca es la principal responsable de la sangría de divisas y del ajuste fiscal que esgrime el gobierno. Sin ir más lejos, según la Oficina de Presupuesto del Congreso, los pagos al FMI acumularon $514.921 millones en el año, mientras los pagos de la Asignación Universal por Hijo (AUH) totalizaron $483.872 millones. Así, mientras Massa ajusta a los laburantes y la oposición derechista reclama menos gasto social, lo único que crecen realmente son los intereses de deuda, los cuales en total llegaron a $2.300.000 millones en los primeros nueve meses del año, casi lo mismo que gastó el Estado en Asignaciones Familiares (que cayeron un 27,4% interanual), Potenciar Trabajo (1,6%) y Políticas Alimentarias (-6,2%). El pago de la deuda usuraria es a costa de los trabajadores y los que menos tienen.
En paralelo, la política de aumento de tasas de interés del BCRA agranda la bola de nieve de deuda en pesos cimentada sobre la base de Leliqs y pases, cuyo stock va camino a representar alrededor del 12% de Producto Bruto Interno (PBI) y constituye el principal factor de emisión monetaria, lo que fogonea la inflación. Con el último incremento, los intereses a pagar por estos pasivos saltaron a $2.3 millones por mes, un salto exponencial que solo contribuye a engordar los bolsillos de la banca. Ninguno de los candidatos capitalistas dice cómo va a resolver esta bomba de tiempo, y los que lo hacen solo promueven soluciones confiscatorias para los ahorristas para salvar a la banca, como Milei con el Plan Bonex.
Asimismo, el Frente de Todos responsabiliza a Macri por el endeudamiento pero ha cumplido al pie de la letra con todas las exigencias del capital financiero. Sucede que todos los políticos capitalistas están férreamente comprometidos con el FMI y con el pago de la deuda externa, lo que profundizará el saqueo de recursos nacionales en detrimento de las mayorías populares. Solo el Frente de Izquierda propone terminar con esta sangría, desconociendo la deuda externa y nacionalizando el comercio exterior y el sistema financiero bajo control obrero para recuperar la potestad sobre el ahorro nacional y los recursos estratégicos del país, de manera de ponerlos a disposición de las necesidades de la población y el desarrollo productivo.
Camila García
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