La operación estará enfocada en los bonos globales, sobre todo en los de corto vencimiento, entre los que se encuentran los 2029 y 2030, los cuales empiezan a amortizar en julio de 2024 y enero de 2025, y son los que más usan los inversores locales para hacer la operatoria de compra y venta que se traduce en los dólares MEP y Contado con Liquidación. Ambas cotizaciones presentan una persistente presión alcista.
Luego del anuncio, los bonos subieron más de 6%, esto significa que el gobierno le va a pagar más a los acreedores por los bonos que piensa recomprar y, de esta forma, contendría el precio de las divisas paralelas, buscando que la misma cantidad de pesos por la que se compró el bono, ahora obtenga paridad contra una mayor cantidad de dólares. Mientras las divisas paralelas echan leña al fuego inflacionario, los especuladores se benefician con la corrida.
El punto además es de dónde sacará el Central las divisas para hacer la operación siendo que, en primer lugar, la crisis de reservas es acuciante y la “bonanza” del dólar soja, que prometía nutrir sus arcas, tuvo que ser, en gran parte, utilizada para contener la depreciación del dólar oficial. Ahora además se suma el problema de la sequía y el hecho de que las patronales agrarias volverán a retener la cosecha a la espera de nuevos beneficios.
A su vez, casi al mismo tiempo que Massa anunciaba la medida, el Banco Central informó que pagará 200 puntos más de tasa a los bancos por colocar pases, una medida que apunta a sacar pesos de circulación y desincentivar la dolarización. Se trata de instrumentos de cortísimo plazo en el que invierten los bancos para no perder su liquidez. Es un contrato real mediante el cual una de las partes (los bancos) compra a la otra (el BCRA) títulos valores públicos o privados, al contado, y simultáneamente convienen la operación inversa de compra/venta (“recompra”) a un plazo determinado, por un precio convenido que se denomina prima. La diferencia entre el precio de compra al contado del título y el precio de venta a término determina la tasa de interés de la operación.
Con esto, el gobierno continúa avivando el fuego de la deuda en pesos, otro estimulante de las presiones devaluatorias que además fue agravado por la emisión destinada a financiar el dólar soja. Los vencimientos de la misma para este año ya se tornan explosivos, incluso a pesar de los canjes en los que ha incurrido el gobierno, los cuales tampoco tuvieron gran adhesión en el mercado producto de la desconfianza en la capacidad de pago por parte del país, otro factor que recalentó la disparada de los dólares paralelos.
La continuidad de la corrida del blue podría colocar al gobierno al borde del abismo, ya que la misma encierra el riesgo de adoptar un efecto bola de nieve (se desarmaría todo el esquema de deuda en pesos, por ejemplo) precipitando una hiperinflación insostenible. La duda entonces continúa siendo de dónde sacará el gobierno las divisas para comprar estos 1.000 millones de dólares de deuda externa, sobre todo cuando Massa afirma que saldrá de las arcas del Tesoro.
Hace dos días, el Tesoro emitió una nueva letra en dólares con vencimiento para 2033 por 7.132 millones de dólares con amortización integral al vencimiento, es decir que pagará toda la deuda capital llegada la fecha, una locura. Esto podría hacer suponer que el gobierno buscará patear los vencimientos de deuda mediante un mayor endeudamiento para períodos futuros, otros paso improvisado más en una operación que no se sabe aún si reportará los resultados esperados pero que cuenta con el aval del FMI.
Además, Massa adelantó que “seguramente en los próximos meses se lleven adelante otras medidas similares”, y que “se invitará al sector privado a acompañar al Estado argentino en este trabajo de mejora de perfil”. Habrá que ver qué más es lo que está dispuesto a ofrecerle a los capitalistas y especuladores para evitar la corrida. La única certeza que tenemos es que son quienes le marcan la cancha al gobierno.
Lo cierto es que el oficialismo cuenta cada vez con menos recursos para evitar un escenario hiperinflacionario, con lo que su dependencia frente al capital financiero y al FMI es total. Una perspectiva ruinosa para la población trabajadora que debemos enfrentar con la acción callejera y la lucha por un programa que enaltezca las reivindicaciones populares.
Camila García
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