Política Obrera estuvo en la Embajada de Brasil y se manifestó en contra de la toma del Congreso en Brasilia.
¿En qué consistió el acto?
Pronunciamos unos discursos en donde repudiamos al golpe y llamamos a movilizarnos. Esto no se termina el día de la toma del Congreso.
¿Por qué cree que pudo ser posible la toma del Congreso brasileño?
Muy sencillo. El Ejército sabía perfectamente todo lo que iba a ocurrir. Y no tomó ninguna disposición porque o está de acuerdo o está paralizado internamente. Es muy grave lo que aconteció. La Guardia Presidencial, que se encuentra en la sede de trabajo de Lula y que es una unidad del Ejército, no recibió ninguna orden para intervenir y defender al Presidente. En Argentina, nosotros tenemos una Guardia en la Rosada y es la primera línea de defensa del Ejecutivo.
Cuando habla de una posible parálisis interna dentro del Ejército, ¿a qué se refiere?
Es una situación muy incierta. Lula asumió hace muy poco y con muchísimo apoyo internacional. Y hay divergencias dentro del Ejército. Una parte consideró que había que esperar para manifestarse. Y otra es la que invadió el Congreso. Se dividieron, pero los primeros no iban a reprimir a los que asaltaron el Poder Legislativo. La situación sigue siendo tensa. Hay acampes frente a destilerías y refinerías. Eso es muy peligroso. Los combustibles son máxima seguridad nacional. Y el Ejército deja que acampen y que amenacen a los trabajadores. En pocas palabras, las Fuerzas Armadas no han asimilado la derrota de Bolsonaro, gobierno armado por ellos.
¿Ve algún paralelismo con lo que sucedió en el Capitolio en Estados Unidos en el 2021?
Indudablemente. Y a su vez, ambos sucesos tienen una similitud con la marcha de Mussolini sobre Roma. Y esto fue hace 100 años. Tampoco es que inventaron la pólvora. Estos movimientos se parecen unos a otros. Y de vuelta, hay que poner el eje en el Ejército. Es muy importante para cualquier país. El Ejército sobrevive a todos los gobiernos. Es una institución permanente. Y en un momento dado, se consideran a ellos mismos el Estado. Esta acción en Brasil empezó con el golpe a Dilma Rousseff y el posterior encarcelamiento de Lula. Y creyó que con Bolsonaro iba a lograr imponerse. Pero ahora no tiene política y ha fracasado. Esto también se puede trasladar a lo que está ocurriendo en Perú y Bolivia. Hay una crisis en América Latina.
Pasando a la Argentina, usted dijo que el conflicto de la coparticipación es la lucha de intereses privados.
¿Qué quiso decir? El Fondo Monetario Internacional (FMI) cobra de sobrecarga de intereses mucho más que Larreta. Entonces, uno se debería enojar con el FMI. Este conflicto lo armaron, pero ahora no logran parar los carpetazos. Es difícil saber quiénes exactamente lo iniciaron. Algunos dicen que Macri está intentando desprestigiar a Larreta para poder quedarse con la candidatura de Juntos por el Cambio (JxC). Por otro lado, esto parece venir de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) por el tema de los hackeos. Cuando a mí me hackearon en la época de Alfonsín, no encontraron nada. Ningún viaje a Lago Escondido, ni nada. En ese sentido, el hackeo que permitió conocer ese viaje es posititvo. El punto es que se están matando entre ellos y de esta forma, exponen una podredumbre generalizada.
Este año, se celebran las elecciones.
¿Cómo ve posicionada a la izquierda?
Hay que aclarar que en las elecciones pasadas, la izquierda no mejoró. Lo que sucedió es que perdieron estrepitosamente en Salta y Mendoza y eso lo compensaron con un alto porcentaje de votos en Jujuy. Esto resultó en un diputado más en el Congreso. Y muchos votos que tenía en el interior del país se perdieron. Pero crecieron en el Gran Buenos Aires. Y esto les permitió tener concejales. Ha habido un desplazamiento en los votos. La izquierda hoy no es un factor político.
¿Por qué?
La Argentina es un país sumamente desequilibrado. No puede pagar su deuda. Tiene una inflación brutal. Hay cada vez más pobreza. Aumenta la precariedad laboral. Y crece la recesión. Es una gran crisis. En este contexto, ¿la izquierda tiene características que permiten verla como una alternativa? No las tiene porque está en el detalle de ver si mete o no un diputado más. No hay un planteo de poder. En la elección anterior, le pidieron a la gente ser al menos la tercera fuerza. Las personas quieren ser impulsadas. No al revés. Uno tiene que impartir directivas. Ofrecer una salida. No pedir favores.
¿Y cuál va a ser el rol de la Política Obrera?
Ocurre lo siguiente. Hace ya cuatro años, nos expulsaron del Partido Obrero. Cuando termine la feria, vamos a anunciar nuestra personería nacional. Eso significa que vamos a ir con candidatos propios en numerosas provincias. Calculamos que vamos a estar presentes en el 77% del padrón. Y nosotros no vamos a ir a pedir nada. Vamos a ofrecer todo. Hoy, lo primordial es informar a los trabajadores sobre qué instrumentos deben usar para enfrentar esta situación. Me refiero a huelgas y tomas en las fábricas. Vamos a denunciar la burocracia de la Confederación General de Trabajo (CGT). En resumen, vamos a presentar un planteamiento político que abra un nuevo horizonte en esta crisis que va a terminar en las calles.
Entrevista a Jorge Altamira publicada en noticiasurbanas.com.ar el 13-1-2023.
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