lunes, 8 de agosto de 2022

Represas Patagonia: cuando la guerra se disfraza de “cuidado medioambiental”


El martes 2 de agosto la ex ministra Silvina Batakis viajó a Santa Cruz para firmar una enmienda al contrato central que rige la construcción de las represas hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic (ex Cóndor Cliff y La Barrancosa). El contrato, firmado en 2015 durante el gobierno de Cristina, establecía que la obra sería llevada a cabo por la Unión de Empresas Transitoria, UTE, integrada por Hidrocuyo S.A, Electroingeniería y China Gezhouba group Company Limited. El financiamiento, se estableció en cerca de 5 mil millones de dólares que serían otorgados por tres bancos chinos. La enmienda viene a corregir las cláusulas que establecían que la financiación comenzaría a ser reintegrada con los retornos de la represa, la cual, se estimaba en 2015, comenzaría a entrar en funciones en 2020. Las demoras de la obra extendieron estos plazos, provocando la suspensión de la financiación por parte de los bancos de China, y obligando ya en 2021 a Martín Guzmán a redirigir presupuesto para evitar el parate de la construcción. Hace solo dos semanas los trabajadores, afectados por este impasse, reclamaron salarios adeudados. 
 El viaje relámpago de la ministra, a escasas horas de su renuncia, fue abordado de manera particular por los medios, con argumentaciones para todos los gustos. Sin embargo, lo que quedó claro fue solo una cosa: las represas se transformaron en el objeto de una disputa, al interior del territorio argentino, entre el capital norteamericano y el chino. 

 El botón de muestra 

Las represas en cuestión, son parte de un mega proyecto cuyo fin es la generación de 1310 MW de energía eléctrica. Sería el segundo complejo hidroeléctrico de gran escala luego de Yacyretá. Se ubica sobre el río Santa Cruz, que nace de los lagos Argentino y Viedma, alimentados por los glaciares pertenecientes al Parque Nacional los Glaciares. Su cuenca, es la más importante luego de las del Río de La Plata y Paraná y forma parte, en su naciente, de la ecorregión de los bosques subantárticos y del Campo de Hielo Patagónico Sur, la última formación glacial continental, actualmente, en disputa con el Estado de Chile. El rubro de la economía, de un lado y, la ubicación territorial en que las represas introducen al capital chino, son estratégicos. 
 De otro lado, las obras respectivas se iniciaron sin estar respondida la problemática principal que presenta el megaproyecto para el ecosistema circundante. El Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), en un informe solicitado por la Corte suprema en 2016, que suspendió por un año las obras, plantea que es necesario un estudio riguroso de las relaciones entre el río y los glaciares directamente relacionados a él. El nivel que las represas imponen a las masas de agua podría provocar trastornos en el ciclo de los glaciares que aún no han sido lo suficientemente analizados. La corte volvió a habilitar las obras sin dar curso a estos estudios en 2017. 

 La pelea entre capitales se maquilla con color verde

 En una nota sin firma de autor publicada en Infobae (3-08) el diario desarrolla extensamente los peligros ambientales y culturales que plantean las represas. Afirma que “en mayo de 2015, el Grupo del Banco Mundial anunció la inhabilitación de la referida Gezhouba […] debido a su mala conducta en tres proyectos financiados por el banco en China vinculados a la conservación del agua, la recuperación tras terremotos y la gestión de inundaciones”, agrega que la inundación necesaria, podría “destruir tierras ancestrales mapuches”. Infobae omite que, hoy mismo, la mitad de los proyectos energéticos financiados por el Banco Mundial están referidos a la extracción de gas y petróleo, muchos de ellos con el método del Fracking. El “antimapuche” Alberto Assef, quien se rehúsa a reconocer el carácter ancestral del volcán Lanín, en 2015, se apoyó con sorprendente celeridad en la sanción del BM en su intento de frenar la entrada de inversiones chinas. 
 Por su lado, organizaciones no gubernamentales como Fundación Banco de Bosques o Fundación Vida Silvestre se han puesto a la cabeza de una ofensiva judicial contra la construcción de las represas argumentando que los glaciares no están a salvo y que “las megarepresas no son energía renovable”. La política de estas organizaciones ha sido tejer alianzas con bancos como el HSBC, Santander Río o el Citibank. El capital financiero norteamericano y europeo hace rato ha incursionado en el financiamiento de proyectos de “energía renovable” por medio del lanzamiento al mercado de “bonos verdes”. Estos bonos verdes, promocionados por webinarios de las mismas ONGs, son presentados como la panacea del cuidado del medioambiente. Gran parte de los mismos son utilizados para financiar proyectos como los de energía solar. La producción de energía solar, sin embargo, se encuentra en etapa de investigación. Son conocidas las dificultades que presenta la reutilización de sus materiales y, por tanto, su aporte a la chatarra tecnológica, lo mismo sucede con la energía eólica. El capital financiero, sin embargo, no se ha privado de extraer jugosos intereses de los financiamientos de estos proyectos, a contramano de una “lógica de promoción” de la producción de energía limpia. 

 El pez por la boca muere 

En otra sección, el mismo día, esta vez sí con firma de autor, Infobae afirma todo lo que le importa de la cuestión de marras: “Alberto Fernández aún espera que en la Casa Blanca confirmen la fecha de su visita oficial a Washington”, y remata, “Biden no encontrará estratégico para su propia agenda doméstica y mundial recibir a un jefe de estado que habilita la construcción de dos centrales hidroeléctricas chinas en su histórica área de influencia”. 
 La guerra comercial entre el capital norteamericano y el capital chino, que ahora ha escalado a una fase bélica, se encuentra en el fondo de la cuestión de las centrales hidroeléctricas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. El capital financiero norteamericano y europeo, utilizan el discurso verde como taparrabos de sus verdaderos intereses, la tutela política de Argentina y el acaparamiento de recursos y territorios estratégicos. La única defensa del medioambiente solo será posible manteniendo una crítica independiente de los intereses de los distintos capitales imperialistas que, por igual, han destruido sistemáticamente el medio que nos rodea.

 Catalina Rojo 
 08/08/2022

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