La operación policial de H.R.L. no tuvo otro propósito que el de posicionarse en la guerra de camarillas que sacude a Juntos por el Cambio. No tuvo nada que ver, desde luego, con el ordenamiento del tránsito o ´la tranquilidad de los vecinos´. La movilización K fue módica -5.000 manifestantes-, algo que, de paso, puso de manifiesto la escasa disposición del aparato del pejota, los intendentes y la burocracia de la CGT a dirimir los asuntos judiciales de CFK ´en la calle´. El ´clamor´ no se dejó ver más allá de la propia facción. Esa presencia módica facilitó el acuerdo que tejieron Wado de Pedro y Aníbal Fernández con los emisarios de Rodríguez Larreta, para retirar a La Cámpora de las inmediaciones del departamento de la Vicepresidenta a cambio de correr el vallado. “Vayan a descansar”, ordenó ´la jefa´ a sus huestes.
En este cuadro, el dispositivo ordenado por el gobierno de la Ciudad y las agresiones a los manifestantes tuvieron todas las características de una provocación. La ´demostración´ larretiana, sin embargo, no calmó las aguas en Juntos por el Cambio, sino que acentuó los choques internos. Patricia Bullrich castigó públicamente a Larreta, jáctandose de sus propios desalojos y vallados en los accesos a la Ciudad durante la gestión Macri. Del otro lado, los larretistas acusaron a Bullrich de ser “funcional al kirchnerismo” por sus críticas internistas.
Luego de la represión en Recoleta, el kirchnerismo parece haber diferido la movilización callejera para el 17 de octubre, dentro de un mes y medio. Será una escenificación condicionada, de un lado, a un acuerdo entre los aparatos del peronismo; del otro, por la marcha imparable de la crisis.
Jacyn
29/08/2022
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