A la pregunta de una niña que cursa segundo grado, Biden negó que los niños pudieran contagiarse y contagiar a sus familias. En cambio, numerosos estudios científicos demuestran lo contrario. Un estudio publicado el mes pasado por la Dra. Simona Bignami, de la Universidad de Montreal, y el Dr. John F. Sandberg, de la Universidad George Washington, por ejemplo, encontró que las infecciones en niños de entre 10 y 19 años precedieron al aumento de casos entre los adultos de 30 a 49 años. El estudio concluyó con que "la transmisión de COVID entre los niños en edad escolar no parece ser la consecuencia, sino un determinante importante del nivel general de infección en las comunidades circundantes” (citado en WSWS, 18/2).
Otra de las mentiras, que el presidente se atrevió a decir fue que el covid entre los niños es “inusual”. "Están (los niños) en el grupo de personas más seguro del mundo". La realidad está muy lejos de ello: más de tres millones de niños se han infectado con COVID-19 sólo en los Estados Unidos, lo que representa el 13 % de todos los casos. Y otros millones más se han infectado en todo el mundo. En las últimas semanas, ha habido un aumento inexplicable de casos y muertes entre niños que padecen el síndrome inflamatorio multisistémico (afección relacionada con el contagio de Covid en niños) y la proporción de pacientes ingresados en hospitales que necesitan cuidados intensivos ha aumentado al 90%. Por otra parte, se sabe poco y nada acerca de los efectos a largo plazo del COVID-19 en los niños, lo que convierte la reapertura de escuelas en un experimento médico que involucra a más de 50 millones de estudiantes en Norteamérica.
Vacunación y protocolos
Para echar más leña al fuego, la Casa Blanca anunció que la vacunación para los maestros no será requisito para que las escuelas vuelvan al aprendizaje en persona, a pesar de los pronósticos de que se avecina una nueva ola de contagios, por las nuevas cepas del Coronavirus.
En un informe la semana pasada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) dijeron que las escuelas pueden reabrir de manera segura en medio de la pandemia si se toman una serie de medidas de seguridad, incluido el mantenimiento de 6 pies de distancia física dentro de los edificios escolares cuando sea posible, máscaras faciales, instalaciones de limpieza y rastreo de contagios. Sin embargo, en los edificios escolares abarrotados, a menudo viejos, que abundan en Estados Unidos, será difícil proporcionar el espacio y la ventilación adecuados. Distanciarse en los autobuses escolares es otro desafío. Y una de las razones por las que el regreso de los estudiantes de secundaria puede retrasarse es que su plan de estudios hace que sea más difícil mantenerlos divididos en grupos pequeños y en una sola sala. (CNN, 18/2).
Por esto, dondequiera que las escuelas hayan reabierto, la mayoría de las familias han optado por no enviar a sus hijos de regreso a clases, debido a los enormes peligros que representa. Los docentes, por su parte, en numerosos estados se han opuesto a la reapertura imprudente de las escuelas.
Desde la asunción de Biden, la campaña de propaganda por la reapertura de las escuelas se ha intensificado. Todos los días, los medios impresos y de radiodifusión han publicado editoriales, artículos de noticias y reportajes alentando y presionando por el ´retorno´ a clases presenciales. Toda esta presión muestra que la política central de la burguesía es la reapertura, no porque les interese la alfabetización de los estudiantes, sino como punta de lanza de la “normalización de la pandemia”, a costa de la salud y la vida de los trabajadores.
Mauri Colón
20/02/2021
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