En un país cuyas paredes se colman de reclamos por la aparición de chicas secuestradas y prostituidas por redes capitalistas que cuentan con el apoyo de ciertas instituciones del estado, la ‘reivindicación’ de Tolosa Paz constituye una provocación política. El kirchnerismo asegura, en campaña electoral, que en 2022, ni un minuto antes, ni un minuto después “seremos felices”, mientras Kicillof se deja “garchar” por los fondos internacionales con un reconocimiento de la deuda de la Provincia, sin quita de capital ni de intereses vencidos, y los Fernández lo mismo, o sea se dejan ‘’garchar’ por el FMI y el capital nacional e internacional. La grosería de las ideas y del lenguaje es una expresión contundente de un régimen político en decadencia fulminante. Esta decadencia es una premisa de situaciones pre-revolucionarias.
En el mismo día en que Tolosa se despachaba de este modo, un centenar de familias ocupaba un predio en el barrio de Barracas. La mayoría de ellas alquilaban piezas indignas en la villa 21-24, apretujando a sus hijos en lugares sin espacio. Para la mayoría trabajadora, el ´derecho al goce´ es, como lo observó el joven Marx, el último disfrute humano que le queda. La Tolosa Paz se mofa de esta circunstancia – una suerte de último insulto al pueblo. La pre-candidata redujo el salario o la jubilación mínimas varios grados abajo, porque ahora se reconoce sólo el derecho a la satisfacción sexual. Sorprende que Tolosa no lo sepa, pero la plenitud sexual es el estadio final de un desarrollo humano, no la última carta que queda en la vida. Esto lo advirtió el revolucionario internacionalista Christian Rakovsky, cuando señaló que el sexo era el vínculo más poderoso en la relación social. Se encuentra cancelado, en primer lugar, por el hacinamiento habitacional, que obliga a la convivencia de varias generaciones en un espacio reducido; por el desempleo masivo de los jóvenes, que les impide hacerse de una vivienda independiente de sus padres; por la ausencia de educación sexual integral. Todo el tiempo bloqueada por la falta de recursos y por los agentes del clero en las escuelas. Tolosa no sólo ofende a la juventud: encubre, también, hasta qué punto todos estos factores se transmutan luego en violencia familiar, abusos y femicidios.
El ´chiste´ o desliz de Tolosa encubre una cuestión de fondo. La crisis social de la Argentina, que reviste un alcance histórico, fractura todavía más a la ya fracturada relación entre el pejota-kirchnerismo con el conjunto del mayoría del pueblo. Ni Tolosa ni Santoro podrían plantear un programa de salida. Por eso la campaña electoral no pasa de las reyertas personales. De esta podredumbre sale Milei, al cual todos buscan copiar – de derecha a izquierda. El FIT-U ha buscado convertir a Milei en su ‘sparring’ preferido, en la pelea por el título liberal. La pelea por el voto de “los jóvenes” se usa para evitar la responsabilidad del capital en la conversión de una pandemia en una crisis humanitaria. Milei le ha robado a Myriam Bregman la denuncia de “la casta” de los políticos, la cual ahora se afana por ocupar el “tercer lugar” en el régimen político de esa casta.
La ‘renovación’ de la política por medio de esta nueva generación de políticos es una farsa. Los partidos patronales y sus sucedáneos ‘progres’, han perdido a la juventud, que sólo puede manifestarse como tal mediante una actuación revolucionaria. La consigna cuartainternacionalista -“paso a la juventud”- quiere decir paso a la revolución. La ‘juventud’ kirchnerista o macrista es una figurona de un régimen social en declinación y agonía. No enterrará a sus padres, será enterrada con ellos.
El “discurso del goce” peronista transforma a sus divulgadores en pequeños Milei.
Jorge Altamira
31/08/2021
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