Sin embargo, el cristiano maronita contó con defensoras entre algunas feministas K, para quienes las críticas respondían a una mirada centralista (“hay que mirar más allá de la General Paz”) o azuzaron el espantajo de la derecha. “La derecha y Milei me asustan más que Manzur en el Gabinete peronista”, escribió Mariana Carbajal en TT, y no estuvo sola.
La declaración del FITU también entiende el nombramiento de Manzur como prueba de un viraje a la derecha del gobierno de los Fernández, “un empoderamiento del ala más reaccionaria y clerical del PJ para profundizar este curso en medio del revés electoral”, dice.
Más que empoderamiento, lo que se ve es una crisis de régimen que la derrota electoral puso en debate nacional. El rejunte al que echó a mano la dupla de F y F tiene fecha de salida si se confirma la derrota electoral en noviembre. Es el gabinete que intenta equilibrar el tembladeral de un gobierno incapaz de imponer los requisitos del FMI y de una oposición que tampoco tiene condiciones para reemplazarlo en la tarea. Consciente de que avanzar en el ajuste lo llevará a choques ineludibles con las masas, CFK apeló a expertos en represión y a los nexos con el clero en la perspectiva de tratar de amortiguar la reacción popular.
La abogada feminista Sole Deza, prestigiosa defensora de Belén, la joven que en 2014 fue condenada a 8 años de prisión en Tucumán por un aborto espontáneo, reivindicó que “Tucumán puso 4 votos para el aborto” y que “ya se han hecho 1.836 abortos voluntarios”. “Antes de la lapidación de Manzur en nuestro nombre, pregunten. Quizás hicimos bien y entendió. No todo es tan lineal acá en el norte!”.
Manzur se lapida solo
Nacido en 1969, el jefe de Gabinete acumula un prontuario tan frondoso como su fortuna -fue el ministro más rico del gabinete de CFK, donde no escaseaba la competencia. Entre 2003 y 2014, mientras era funcionario provincial y nacional, su patrimonio se multiplicó por 42.
Se formó como sanitarista con Ginés González García, uno de sus padrinos políticos. Su otro mentor es el ex gobernador y actual senador en uso de licencia José Alperovich, procesado por abusar de una sobrina. Tiene inmejorables relaciones con la burocracia sindical, con el Big Farma y con el Estado de Israel, que asesora desde la época de Alperovich a la policía de la provincia (Perfil 20-9).
Como ministro de Salud provincial, Manzur pasó a la historia por truchar las estadísticas de muerte infantil. En tres años de gestión, la tasa de mortalidad pasó de 24,3 casos por cada mil nacidos vivos en 2002 a 13,5 en 2006. La jefa de Epidemiología, la de Estadística y trabajadores de la Maternidad Nuestra Señora de las Mercedes denunciaron que el Ministerio había ordenado no asistir a los bebés con menos de 600 gr. Eso permitía anotar su muerte, que ocurría a las pocas horas, como defunción fetal. Si vivían unos días no había modo de no incluirlos en las de mortalidad infantil. (Crítica, 10-6-08; https://prensaobrera.com/politicas/el-trabajo-criminal-de-alperovich/) Un ejemplo de cuánto les importa la vida a los provida. Y una advertencia sobre la verosimilitud de las estadísticas en el ajado gabinete de relanzamiento.
La Tucumán de Manzur todavía no adhirió a la Ley Nacional de Educación Sexual (ESI) ni al protocolo nacional que garantizar el acceso a la Interrupción Legal del Embarazo (ILE), sancionada en 1921, hace un siglo. Es más, el gobernador impulsó un proyecto de ley provincial para prohibir el acceso a la ILE en caso de que fuera producto de una violación. Que se practiquen los abortos voluntarios solo dice que el fuerte movimiento de mujeres le ha doblado el brazo.
Tucumán no solo mantuvo presa a “Belén”. Fue declarada “provincia ‘pro-vida’” en agosto de 2018 y Manzur encabezó algunas marchas contra el aborto, rezando a voz en cuello. En 2018, su policía brava asesinó a Facundo Ferreira, un niño de 12 años, con un disparo por la espalda. “El gobernador nos quiere hacer callar con casas, poniéndonos una panadería”, denunció una tía de Facundo. El “jardín de la república”, la provincia donde asesinaron a Paola Tacacho, fue la última en adherir a la ley (inútil) Micaela contra la violencia de género.
En 2019, la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, actual ministra de Mujeres y Género -que ahora saluda a su jefe con el puñito pandémico- denunció a Manzur ante la Justicia por forzar la maternidad de una nena de 11 años, Lucía, que pidió abortar después de que la embarazara el marido de su abuela. La médica que la asistió está aún procesada.
Como prueba de la deconstrucción del jefe de Gabinete, feministas K mencionan el nombramiento de Valeria Zapesochny ¡una lesbiana! como la primera Secretaria de Medios y Comunicación. Piensan que la disidencia sexual da patente de progresista. ¿Ignoran acaso que la campaña de la ultraderecha alemana tiene como divisa “que los gays puedan caminar tranquilos por Berlín”, un ataque xenófobo contra los inmigrantes turcos e islámicos?
El nombramiento de Manzur puede entenderse como una prueba de buena memoria. El movimiento de mujeres fue uno de los factores que le firmó la partida de defunción al gobierno de Macri, a quien alguna funcionaria feminista de Juntos por el cambio llamó “el feminista menos pensado”.
Es imperioso recuperar la autonomía del movimiento de mujeres, organizar encuentros regionales en el camino a un Encuentro nacional que debata un programa de defensa de nuestros derechos que van más allá de llamados “los derechos de género”.
El derecho al aborto y a la anticoncepción, y a la maternidad.
La organización contra la violencia, contra el abuso sexual, contra las redes de trata.
Que incluya la defensa de las condiciones de vida, a la vivienda, a la salud.
Que incluya la defensa del trabajo y del salario y las jubilaciones.
El movimiento de mujeres trabajadoras tiene un lugar ineludible en la lucha general de los trabajadores por construir su propia alternativa política, su propio gobierno.
Olga Cristóbal
23/09/2021
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