domingo, 19 de septiembre de 2021

Confirmado: Milei quiere privatizar la educación


¿De qué se trata el sistema de vouchers? 

 En una entrevista con Luis Novaresio el martes pasado, Javier Milei arremetió contra la educación pública y planteó como salida una propuesta que no tiene nada de novedosa: el sistema de vouchers.
 Este sistema tuvo su origen en EE.UU. en la década del 50 en las ideas del economista Milton Friedman y se aplica actualmente en 29 estados. La idea es que el Estado, en lugar de financiar la educación pública, otorga subsidios (vouchers) a las familias pobres para que puedan pagar una escuela privada. En Chile, la dictadura de Pinochet impuso un modelo similar con la sola diferencia de que el Estado entrega el subsidio directamente a las escuelas de acuerdo a su matrícula. Contra este modelo se levantó el movimiento estudiantil chileno en los últimos años y en la rebelión popular del 2019. 

 Una propuesta privatista a la medida de la Iglesia 

Se trata de un planteamiento abiertamente privatista que fomenta el negocio educativo y que no ha dado pruebas de redundar en mejores resultados de aprendizaje. De esto dan cuenta distintas investigaciones realizadas en los EE.UU. que comparan el desempeño de estudiantes con y sin voucher en las pruebas estandarizadas. De hecho, el intento de Donald Trump de federalizar el sistema de vouchers fracasó ante estas evidencias y ante la resistencia de las escuelas públicas. El debate al respecto en EE.UU. recrudeció en el último año porque un fallo de la Corte Suprema estableció que los programas de vouchers no pueden excluir a las escuelas religiosas. El tema importa mucho para nuestro país, donde la principal proveedora privada de educación es la Iglesia. 
 El libreto liberal dice así: al subsidiar la demanda (en lugar de la oferta) y darles a las familias la posibilidad de elegir la escuela que quieren, entonces la competencia lleva a que las escuelas mejoren para captar más clientes-estudiantes. Las trampas son varias. En primer lugar, hacen abstracción del punto de partida real del sistema educativo. Hoy en nuestro país, la Iglesia tiene una posición dominante en la educación privada y por lo tanto sería el principal beneficiario de los vouchers, no porque ofrezca una educación “mejor”, sino por su posición semi-monopólica. De hecho, en los barrios populares la escuela parroquial es en general la única opción fuera de la pública. Vale decir que este lugar tampoco lo conquistó la Iglesia por ofrecer un producto “mejor”, sino gracias el amparo material e ideológico del Estado. Al final, la alaraca contra “la religión del Estado” termina en la defensa de la religión común y corriente y la batalla contra la “máquina de lavar cerebros” de la escuela pública en la defensa de la “máquina de lavar cerebros” del Vaticano. Recordemos de paso que Milei se pronunció en varias oportunidades contra el derecho al aborto, o sea, contra la libertad de las mujeres. 

 Des-igualdad 

La segunda trampa es la idea de que todas las familias tendrían las mismas posibilidades de elegir la escuela que quieren. La experiencia de los países que han aplicado este sistema muestra que no es así. El voucher tiene un monto y la escuela privada tiene una cuota. Nada garantiza que una cosa se igual a la otra. La experiencia norteamericana muestra que los voucher les sirven principalmente a los sectores medios/altos que pueden complementar con ingresos propios el precio de la cuota. Las familias más pobres siguen sin poder acceder a la escuela privada porque el voucher no les alcanza y sufren el vaciamiento de la pública. La desigualdad está en la esencia del capitalismo, ningún voucher va a cambiar eso. 

 Capitalismo o educación 

La tercera trampa es más profunda. ¿Es justo que todos los niños reciban los mismos recursos para su educación? Los docentes sabemos que no. Nuestro trabajo es más importante allí dónde las dificultades son mayores. Y lo mismo vale para los recursos materiales. “De cada cuál según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. La máxima comunista es la lógica natural de la enseñanza. 
 En un largo documento de enero de este año contra el sistema de vouchers, la Coalición Nacional para la Educación Pública (NCPE) de EE.UU. muestra que este sistema es particularmente perjudicial para los estudiantes que necesitan una educación especial porque las escuelas privadas “no ofrecen la misma cantidad y calidad de servicios disponibles para estudiantes de la escuela pública”[1]. Algo similar plantea el documento sobre los estudiantes en zonas rurales donde prácticamente no hay acceso a escuelas privadas y dónde además la escuela pública cumple una función social más amplia como centro médico o comedor. 
 Este punto no puede más que encendernos una alarma si lo trasladamos a nuestro país. ¿Los millones de pibes y pibas que hoy comen en la escuela podrían comer con un voucher? Naturalmente alguien podría responder que no debería ser necesario que la escuela se encargue de la alimentación, pero el problema acá es otro, porque siempre van a existir necesidades diferentes que la escuela tiene que contemplar si aspiramos a una educación universal. En realidad, lo que se pone en evidencia es la oposición entre la asignación de recursos guiada por una lógica capitalista y el derecho a la educación. El propio Milton Friedman, autor intelectual de los vouchers, entendía esta contradicción entre educación pública y capitalismo y así lo expresa en un ensayo de 1999[2]: 
 “Como es sabido, desde hace mucho tiempo he estado a favor de la privatización de este sector por medio de un sistema de notas de crédito. Un argumento fuerte a favor de la privatización tiene que ver con los valores inculcados por nuestro sistema de educación pública. Cualquier institución tiende a expresar sus propios valores y sus propias ideas; nuestro sistema de educación pública es una institución socialista. Una institución socialista enseñará valores socialistas, no los principios de la empresa privada.”

 Requete-del-sistema 

Acá llegamos al corazón del tema. El sistema de vouchers no persigue un interés educativo, sino puramente lucrativo. Se trata de abrir el terreno educativo para la penetración capitalista. En este punto, lamentamos decirle a los “liberitarios” que de anti-sistema el planteo no tiene nada. Desde Frondizi para acá, pasando por Menem, De La Rúa, Kirchner y Macri, todos los gobiernos han trabajado por el mismo propósito. En esa línea se inscribe la universidad “libre”, la LES y la CONEAU, le Ley de Educación Nacional y el Plan Maestro. Tan es así que el propio sistema de vouchers ya había sido planteado por Juan Llach, ministro de educación de la Alianza[3] donde estuvo toda la “casta política”, desde Cavallo hasta Yaski. 
 Frente a los libertruchos que reclaman la privatización completa de la educación y a los Trotta y Acuña que la aplican gradualmente, el Frente de Izquierda Unidad es la única alternativa que defiende la educación pública, gratuita, científica y universal. 

 Juan Winograd

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