China pasó a ser el país más contaminante de la tierra (el mayor consumidor de carbón, con el 26,6% de todas las emisiones de monóxido de carbono), pero las inversiones en China provienen de EEUU y la Unión Europea, quienes son los que consumen la producción del gigante asiático.
El negocio detrás de la “energía renovable”
EEUU se comprometió a recortar los gases de efecto invernadero en un 52% para 2030, pero en relación a las emisiones de 2005 no de 2021. Sin tocar el Fracking, una de las principales industrias contaminantes, que son las causantes de problemas respiratorios que profundizan el impacto de la pandemia y aumentaron la cantidad de muertes en EEUU (NYTimes, 19/4). Tampoco toca a gigantes como Wall Mart o Amazon, que son las compañías más contaminantes del mundo. La promesa de Biden de evitar que las temperaturas suban más de 1,5 grados centígrados, quedará en una promesa.
El plan de 2 billones de dólares para “energía renovable”, que promueve la Administración actual, cayó muy bien en Wall Street por la enorme masa de subsidios que entraña. Larry Fink, CEO de BlackRock festejó la propuesta con el anuncio de una inversión de siete billones de dólares (Fortune, 17/2). EEUU volvió a los acuerdos de París, de donde la sacó Trump, para encaminar la ‘tecnología verde’ a fuerza de subvenciones del Tesoro y un acrecentado endeudamiento público. "Dos billones de dólares en ocho años, como propuso el presidente Biden el mes pasado, no harán el trabajo a tiempo", objetó Kari Fulton de la Alianza por la Justicia Climática, sin preguntarse quién y cómo se financiarían las erogaciones; para la estrella del centroizquierdismo norteamericano, A. Ocasio-Cortez “no será suficiente” para revertir todo el daño ocasionado por energía fósil, sin cuestionar las subvenciones fiscales. El francés Macrón se topó con la rebelión de los chalecos amarillos cuando quiso bajar el consumo de nafta con un impuesto a los usuarios, y usar lo recaudado para subsidiar a los verdes. La transición a la energía ‘limpia’ deberían pagarla los propios capitalistas, al menos bajo el capitalismo. Esto implicaría un desvalorización del capital invertido en extractivismo, como consecuencia de su prohibición a término, y un desembolso de capital en las nuevas industrias, que deberá esperar el ciclo de maduración para rendir beneficios. Una vía más barata es la nacionalización sin pago del capital extractivista y una inversión con prioridades definidas en energía renovables.
Ningún gobierno se apresta, sin embargo, a dejar de apoyar a laindustria contaminante, porque ello implicaría ceder mercado a sus rivales. Washington no va a abandonar a las petroleras y el fracking que le sirvieron para pasar a controlar una participación significativa del mercado mundial. Ahora mismo está boicoteando un gasoducto ruso a Alemania, para meter en su lugar el gas licuado y regasificado de Estados Unidos. Según el Environmental and Energy Study Institute, los subsidios directos asignado al carbón y el 80 por ciento al gas natural y al petróleo crudo son aproximadamente U$D 20 mil millones por año (usatoday, 22/4). El crecimiento de la producción carbonífera sigue aumentando en EEUU.
El plan de dos billones de dólares de inversión en infraestructura y energía 100% renovable para 2035, incluye un cambio hacia los “vehículos eléctricos” (cbsnews, 6/4). Las baterías de estos vehículos eléctricos son a base de Litio, un material que no es reciclable y es muy contaminante. Los autos necesitan un 40% menos partes (y por lo tanto menos empleados) que los autos a combustión fósil (ídem), y la reconversión industrial y de empleos no es sencilla. Solo California podría necesitar 1,5 millones de cargadores de vehículos eléctricos para 2030, el triple de la previsión de campaña de Biden para todo el país, como informa David Ferris para E&E News.La transición al transporte en base a baterías, convierte en redundante a gran parte de la industria extractivista, con el resultado de una mayor concentración, no su elminación. La administración Trump vendió más arrendamientos de petróleo y gas que nunca durante sus últimos meses en el poder, dando a las empresas la oportunidad de acumular derechos de perforación que probablemente durarán años (LA Times, 28/1). Las empresas petroleras y de gas anunciaron que si aumentan los impuestos llevarán su producción a otros países como Arabia Saudita, como dice el Instituto de Petróleo Americano.
China y la guerra comercial
China defendió su plan establecido antes de la reunión, o sea, planea no innovar. China ya se había propuesto alcanzar en 2030 el pico de emisiones de carbono y en 2060 la neutralidad de emisiones, y el mandatario reiteró esos compromisos. Xi habló de responsabilidades "comunes pero diferenciadas", remarcando los "esfuerzos extraordinariamente duros" que China deberá llevar a cabo para conseguir pasar del pico de emisiones de carbono a la neutralidad de emisiones.
China se sitúa actualmente como el primer país del mundo en emisiones de CO2 y el segundo, Estados Unidos, representa menos del 15% del total mundial. Sin embargo, la mayoría de las inversiones de EEUU y de Europa, se aplican a industrias chinas que utilizan carbón como bases energéticas y son responsables de la emisión mundial. Biden, que no se sabe si logrará algo en matería de energía ‘limpia’ en su , intenta imponer el modelo de “reconversión energética” sobre China, liderado por empresas que ya operan en suelo chino. Los fondos de inversiones internacionales pretenden dominar la transición verde en China, enfrentado a los capitales norteamericanos instalados en China, que operan con energí ‘sucia’. La reconversión energética ha ingresado en la guerra económica internacional.
Los Fernández
Alberto Fernández, fue invitado a discursear en la Conferencia, se despachó con la propuesta de reconvertir el extractivismo en Argentina en energía no contaminante, con el dinero de la deuda pública. Una genialidad, si no fuera: 1. que, en lugar de frenar el extractivismo, subsidia en forma creciente Vaca Muerta y las inversiones en minería a cielo abierto, además de las practicas contaminantes en la producción agropecuaria. 2. que convierte a los títulos de la deuda pública en dinero efectivo, para adquirir las maquinarias, implementos, terrenos y fuerza de trabajo para poner en pie, precisamente, esas inversiones ‘verdes’. Detrás de cada porcentaje de reducción del gas de invernadero, como se calcula el cambio climático, debe haber una transición productiva real, y ésta contar la financiación correspondiente. El canje entre menor contaminació, de un lado, y deuda del otro, significa financiar las inversiones con los títulos de esta última. Los tenedores de deuda pública no deberán esperar a 2045 para recobrar el último dólar de sus préstamos, pues podrán convertirla en instrumento de pago inmediato y, en eses proceso, elevar la baja cotización de mercado que tienen en la actualidad.
Se acostumbra a decir que la guerra es demasiado importante como para dejarsela a los militares. Con infinita mayor razón, el destino de la naturaleza y el planeta es demasiado decisivo como para dejarlo en manos de la clase capitalista y sus estados.
Emiliano Monge
25/04/2021
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