Para aquellos que habían aprobado arduos exámenes para formarse en diferentes especialidades quirúrgicas o sanitarias, la llegada del Covid implicó el abandono de esas actividades en manos de un sistema que clausuró los programas de prevención y atención de todas las problemáticas de salud mal consideradas “no urgentes” por los protocolos oficiales. Los residentes y concurrentes pasaron a ser esclavos de la “covidización” del sistema sanitario. Cirujanos, dermatólogos o psiquiatras en formación dedicaron sus horas a hisopar e hisopar e hisopar, tapando todos los baches que el sistema no quería cubrir.
Las guardias en las salas de internación para personas con Covid quedaron en manos de residentes y concurrentes, en un 90% en forma gratuita. El sistema solo reconoce la capacidad de cobrarlas a aquellos que hayan superado el límite fijado por el contrato (luego de 64 hs semanales, muy lejos de la “jornada de 8 horas” por la que el movimiento obrero batalló en el siglo XIX). No hay ningún incentivo para cubrirlas, por otra parte, porque lo mismo se paga por trabajar en la UFU u otras actividades que implican menor tiempo y responsabilidades. El salario general de los residentes se hundió junto con la salud de la población; los concurrentes no obtuvieron siquiera la cobertura de ART para trabajar… ¡en hospitales!
En estas condiciones, arrecia la indignación, la bronca, las ganas de “romper todo” y la impotencia. 60 enfermeros renunciaron en el Hospital Fernández. Muchos rechazan asumir las jefaturas de las residentes para migrar del sistema público a otros destinos. Se cierran cargos de residencias por falta de acompañamiento de profesionales de planta, que están sobrecargados de tareas y tampoco cobran por asumir la responsabilidad de formar a otros. También se cierran cupos de las concurrencias, por la más elemental falta de cobertura de salud. Los profesionales de la salud oscilan entre la huelga general de Neuquén y la tentación de la renuncia.
El crecimiento en cuestión de horas de la saturación de las terapias intensivas llevó todo este debate a la asamblea de residentes y concurrentes. Diferentes voces levantaron la necesidad de poner en marcha movilizaciones y paros. Las agrupaciones ligadas al FITU, como el PO oficialista, trabajan en otro carril en base a su ‘proyecto’ para incautar las vacunas que se producen en Garín (ver nota https://politicaobrera.com/politicas/4447-fit-u-un-proyecto-de-ley-bizarro-para-proteger-la-presencialidad-escolar-y-laboral). No forma parte de esta mirada estrecha la perspectiva de una lucha internacional para abolir las patentes; tampoco, por sobre todo, la necesidad urgente de un replanteo de la situación en el país, interrumpiendo la presencialidad educativa y laboral en toda actividad no esencial.
Suplantar medidas de clausura del presencialismo por un proyecto de ley de remoto tratamiento, equivale a una colusión con la posición de gobierno y Cambiemos. La única salida realista al impase capitalista frente a la pandemia pasa por la lucha. Así lo demostraron los trabajadores del Moyano, que con asambleas y movilizaciones arrancaron las dosis que les retaceaba el Ministerio de Quirós. “La clave no son más restricciones sino protocolos claros y más testeos” afirmó, por el contrario, el PTS. Sus militantes plantearon que se debería “abrir y cerrar viendo la saturación de camas”, sin decir que, incluso desde esta posición ‘epidemiológica’, sería hora de… cerrar.
Ahora es el momento de que tomen la voz las asambleas en los hospitales y centros de salud. Tribuna de Salud Tendencia propugna por una intervención decidida de los trabajadores de la salud para modificar el gravísimo cuadro de situación y ponerle un freno a la hecatombe humanitaria que preparan los gobiernos y el gran capital. Es la posición que madura en los cortes de ruta de la Patagonia y en la pelea a la que cada vez más docentes y familias se están volcando contra la presencialidad criminal, arrastrando de las orejas a sus direcciones sindicales.
Desde esta perspectiva, impulsamos la participación en el cese de actividades y la caravana que la Federación de Profesionales de CABA votó para el próximo miércoles 21 de abril. Una semana, sin embargo, es mucho tiempo para que el virus siga ganando terreno. Es el momento de actuar. Los trabajadores de la salud no podemos abandonar, porque tenemos reservado un lugar protagónico en la lucha por enterrar al sistema responsable de la destrucción humana y ambiental. Necesitamos una huelga general en defensa de la vida y la salud.
Julián Asiner
14/04/2021
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