sábado, 17 de abril de 2021

Larreta-Alberto, el sainete de los viernes

La escalada de conferencias de prensa, reuniones, encuentros y desencuentros entre Alberto Fernández y el derechista Larreta han servido para llenar el día viernes de las radios y los canales de noticias. Al cabo del tiroteo, sin embargo, todo parece terminar como empezó: con una suspensión de clases presenciales en todo el AMBA y una restricción de circulación entre las 20 y las seis de la mañana, durante los próximos quince días. Fernández alertó contra las “rebeliones” opositoras que no parece se vayan a producir. En efecto, en su réplica de dos horas después, el macrista Larreta dijo que haría “lo posible” para “que haya clases el lunes”. Hasta ahora, ha presentado un amparo ante la Corte, probablemente incitado por algún cortesano pero ´inoportuna´ para otros. Larreta citó también a presentaciones particulares en la Justicia porteña contra el cierre de escuelas. El gobierno nacional las apelará si llegaran a expedirse favorablemente. Por encima de todo el jolgorio jurídico, una apertura de escuelas el lunes enfrentaría a una huelga general de la docencia porteña, que viene de parar en forma abrumadora contra la presencialidad – sea o no ´temporal´. Larreta sabe muy bien que el ´cierre´ de quince días al gobierno nacional le vino impuesto por la oleada de contagios, por un lado, y por las huelgas en la Ciudad y el conurbano.
 Aunque las cosas no lleguen al río, Larreta le arrancó a AF el compromiso de que el cierre de escuelas no se prolongará más allá de quince días. Esta concesión monumental, que ya estaba presente en el decreto de restricciones del día jueves, habilita a Larreta a redoblar la agitación presencialista. No hay ninguna condición, sin embargo, para que las clases se retomen en el escenario de ascenso de casos y pavorosa escasez de vacunas. 

 Las imposturas de Larreta-Acuña 

En su conferencia de prensa, Larreta y Soledad Acuña echaron mano de su recurso remanido: rodear a sus afirmaciones de pretensiones científicas o estadísticas nunca demostradas. Dijo, por ejemplo, que la ocupación del transporte público “era la misma antes y después de que comenzaron las clases”, contradiciendo lo que había informado minutos antes, a saber, que el 25% de los escolares se movían en colectivo. Presentó supuestos “números bajos” de contagios en escuelas, algo que la ciudad no tiene condiciones de verificar. Es que, como explicó un investigador del Conicet, “cuando el gobierno de la Ciudad habla de la positividad en relación con las burbujas, no informa cuál es el criterio de testeo (si sólo testea, por ejemplo, a sintomáticos)”. Como ocurre en las fábricas y en otros puntos de concentración, la condición epidemiológica de las escuelas exigiría de testeos masivos y repetidos – que no tienen lugar ni en la CABA ni en el resto del país. Mientras tanto, lo único verificable es que “En las escuelas hubo 5 veces más contagios que en la Ciudad en general”, según una investigación de la UTN (Diario Z, 15/4). Larreta-Acuña deberían ser procesados por defraudación a la fe pública. Naturalmente, “los de la Rosada” no tienen ningún interés en desnudar estas mentiras: no sólo el ministro Trotta es un furioso presencialista. De los dos Fernández a Kicillof, todos defendían a las escuelas abiertas hasta hace pocos días, y lo siguen haciendo: el cierre de 15 días, arrancado por las huelgas docentes y el escandaloso ascenso de contagios, buscará dejarse atrás de cualquier modo. 

 Velando las armas 

La riña de este viernes, y sobre todo sus límites, ponen de manifiesto el impasse del régimen político en su conjunto, y en los dos lados de la “grieta”. Fernández no arremeterá contra Larreta, con quien comparte una orientación social y económica capitalista – subordinar la pandemia a la circulación del capital y a los acuerdos con los acreedores internacionales. Larreta, el duro, no ha podido superar el nivel del pataleo: una hipotética apertura de escuelas por la fuerza, para este lunes, no lo enfrentaba con el débil gobierno de Todos, sino con toda la docencia. 
 Pero el enfrentamiento de hoy, todavía en compás de sainete, es el diseño de una crisis política de mayor alcance, y que podría explotar más temprano que tarde cuando se mira al derrumbe económico y social en su conjunto. Las cámaras inmobiliarias ya han salido a “alertar” respecto de una eventual y nueva suspensión de los desalojos. También se ha dado marcha atrás en el retorno laboral de los trabajadores de riesgo. Hasta el IFE ultrarreducido y mezquino que anunció la titular del Anses es motivo de recelo. Por su parte, Lavagna, el ´amigo de los consensos´, acaba de pronunciarse por la presencialidad escolar. Fernández puede intentar pilotear el desborde pandémico y social con un gobierno de arbitraje (bonapartista), pero el Frente de Todos es una base demasiado precaria y heterogénea para ello.
 Lo que es muy claro, en cualquier caso, es que está crisis política en desarrollo tiene lugar en medio de las huelgas docentes macizas; de una acción de los trabajadores de salud de Neuquén que ha paralizado a la ´vaca muerta´ y que está poniendo en acción todas las reservas y la historia de la clase obrera de esa provincia; de huelgas contra los contagios y el salario en la gran industria. Una política de arbitraje será también una tentativa de paralizar estas luchas, en nombre del ´ataque a la derecha´.
 Larreta y Fernández, en definitiva, juegan con fuego. Pero con el fuego que se cocina por abajo. 

 Marcelo Ramal 
 16/04/2021

No hay comentarios:

Publicar un comentario