La astucia de la historia se las ha ingeniado para convertir la ´unión nacional´ de principios de la pandemia, en una ´des-unión´ nacional, que la clase patronal ve con aprensión, aquí y en el extranjero. El sainete jurídico no debería sorprender, porque es también lo que ocurre en Brasil. Hace ya un año que se viene jugando la partida de la pandemia entre Bolsonaro y el Supremo Tribunal Federal. El impasse entre el uno y el otro, llevó a los congresales brasileños a hacerse un lugar en la pelea. Derivar el asunto al Congreso podría ser la salida precaria que envuelve el chisporroteo actual, que se da entre dos fracciones ´presencialistas´, como no se cansaron de repetir kirchneristas, albertistas, macristas e izquierdistas por igual. Lo que une a los contendientes, la necesidad de llegar a las elecciones, también los divide en cuanto a la fecha de ellas, o incluso a la suspensión ´temporal´ de las Paso. Bien mirado, el Estado todo se encuentra en suspensión temporal.
Todos con la presencialidad
Sería un despropósito atribuirle a Larreta o al macrismo toda la responsabilidad por la presencialidad escolar en la Ciudad. Con excepción del AMBA, el decreto de ´suspensión´ dejaba librada la presencialidad a la decisión de cada gobernador. Casi todos se han encolumnado con Larreta. En las últimas horas, Fernández resucitó a Trotta, para establecer una “presencialidad acotada” o “administrada” después de la “quincentena”. Massa, por su lado, caracterizó al impasse acerca de la presencialidad como un “fracaso de la política”, sin animarse a decir “que se vayan todos”. A lo que asistimos, en realidad, es a una manifestación de la contradicción mortal entre la defensa de la vida, por un lado, y la defensa del lucro y del mercado por el otro.
Todos estos sujetos se reivindican a sí mismos como ´derechohumanistas´, claro que en voltaje bajo, pero a la hora de las papas sólo les importa el derecho de propiedad, con todos los otros derechos que se derecho conlleva.
En medio de una crisis institucional que raja las paredes, Cristina Kirchner se ha llamado a silencio. Sería inconveniente para ella agitar el derrocamiento de la Corte justo cuando depende de esa Corte por voluntad propia. La alternativa sería llamar a una movilización ´nacional y popular´ que es lo último que se le podría ocurrir. El kirchnerismo ya no exhibe a los D’Elía en Plaza de Mayo, como ocurría otrora. El gobierno de los Fernández está más preocupado por no acentuar el déficit fiscal, una condición que le impone el FMI, más que combatir la pandemia. Lo prueba la nula asistencia social a los trabajadores sin empleo, el retaceo de dinero a los comedores de los barrios y la pérdida extraordinaria del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones – sin olvidar el ninguneo social y económico al personal de Salud.
Presencialidad y sindicatos
A la luz de este desarrollo político, es claro que la lucha contra la “segunda ola” reposa enteramente en la docencia y sus organizaciones. El vacío de protagonismo político de los partidos e instituciones nacionales en presencia debe ser ocupado por los trabajadores y la base de los sindicatos, o sea la clase obrera. Cualquier arbitraje que se imponga en la pendencia oficialismo-oposición, sea la Corte o el Congreso, o una combinación de variantes, no sólo será efímera – irá en contra del mundo del trabajo.
La naturaleza de las cosas la ilustra claramente Neuquén, donde el gobierno, las patronales y los aparatos partidarios están lanzados a una ofensiva, nada menos que contra los trabajadores de la Salud. Un mes de decenas y decenas de cortes de rutas no ha ‘persuadido’ al estado neuquino a aceptar los aumentos salariales que exigen los trabajadores, que vienen cayendo en picada en más de un año. La burocracia de los sindicatos se ha puesto del lado de los opresores, en especial en este momento crucial.
Los sindicatos, en la Capital, no han salido a impulsar la lucha contra la presencialidad – ni las diversas CTAs, ni sus colegas kirchneristas de la CGT. El gobierno macrista, por el contrario, ha movilizado a la camarilla poderosa de la educación privada, que atiende más de la mitad de la enseñanza. Desarrolla, con conciencia, una lucha de clases, como corresponde a lo que está en juego. Regala respiradores a los establecimientos de salud privados, unidos a las burocracias sindicales por medio de los contratos con las obras sociales. Es un plan de guerra en regla, con la consciencia adicional de que se trata de una etapa preparatoria.
El izquierdismo democratizante va a la zaga de la crisis, con la expectativa en un fallo favorable de la Corte, o con la expectativa de que un fallo contra presencialidad reúna el volumen de fuerzas que cree que no existe al momento. Esta política de marcar el paso en el mismo lugar, explica los paros aislados, cuando se impone una huelga que garantice la no presencialidad, al menos hasta el final de mes. Las fuerzas para ganar una lucha se ganan por medio de la lucha – en este caso una huelga general contra la presencialidad, piquetes en escuelas públicas, privadas y confesionales, y un llamado al conjunto del movimiento obrero, incluida la defensa de los trabajadores de la Salud de Neuquén.
La pelea política que se presenta está planteada por todo el desarrollo de los acontecimientos. No se trata de que se cumpla o rechace un fallo u otro, ni que la Corte sea constitucionalmente apta para resolver un tema constitucional. Cualquiera que observe el escenario mundial advertirá que la crisis opera por saltos, o sea rebeliones, caídas de gobierno, amenazas de guerra (Ucrania, Myanmar), aparición de candidatos desconocidos, fragmentación de los escenarios electorales.
Llamamos a constituir comités de base contra la presencialidad en pandemia y a agitar a favor de una huelga general para que cierren escuelas y lugares de trabajo no esenciales – y por la victoria de la Salud neuquina.
Jorge Altamira
21/04/2021
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