¿Y ahora qué?
La corrida cambiaria siguió imparable en Argentina, con un aumento de la cotización del dólar de siete por ciento en la semana -27% en lo que va del año y 51% desde mayo de 2017-, y el Banco Central sacrificó otros 1102 millones de dólares de las reservas internacionales para morigerar el salto.
En un clima generalizado de tensión y angustia de la población, el presidente Mauricio Macri se reunió con el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, recién llegado de Estados Unidos, donde mantuvo reuniones con autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI), de las que no se informó ni al Congreso ni a la población.
Luego se reunió con empresarios, y tras ese cónclave el ministro de Producción, Francisco Cabrera, ofreció una conferencia de prensa, en la cual aseguró que el tema del alza del dólar frente al peso argentino no se trató, porque “para nosotros no es un problema“.
Nadie informó nada desde un gobierno que aun mantiene en el secretismo las negociaciones de un Tratado de Libre Comercio entre Mersocur y la Unión Europe , pero trascendió que el FMI se inclinaría por una flotación cambiara sin injerencia oficial, en momentos en que el país registra un déficit récord de cuenta corriente.
El ministro de Finanzas, Luis Caputo –otro de los funcionarios denunciados por mantener cuentas offshore–, dijo que el acuerdo con el FMI permitirá asegurar los créditos hipotecarios y los planes sociales, lo que provocó una indignada reacción entre analistas y en las redes digitales, donde lo tildaron de mentiroso serial como el presidente y su gabinete, recordándole todas las crisis y tragedias del país bajo el control del FMI.
Las críticas por la falta de información oficial no sólo fueron de la oposición. La diputada Elisa Carrió, dirigente de la Coalición Cívica, integrante de la alianza gobernante Cambiemos, reprobó a los productores del campo, a quienes Macri suspendió el pago de impuestos sobre la exportación de soya y otros cultivos y les permitió colocar sus dólares donde quisieran, por lo que han retenido los pagos de exportaciones, especulando con el aumento del dólar y creando un fuerte déficit, al igual que las mineras trasnacionales.
Como si fuera poco, el drama viene vestido con el pedido de “ayuda” al FMI, esa nefasta entidad identificada con lo peor del actual mundo capitalista. Con lo cual por fin tendremos “una división de poderes”, ésta es más real que la que hoy conocemos y será entre el FMI que dará las órdenes y el gobierno que deberá cumplirlas, señala el analista Juan Guahán..
De la mano de las “condicionalidades” que acompañarán al stand by del FMI se crearán las circunstancias para que, en un futuro más o menos inmediato, florezca el fenómeno de la estanflación. La inflación con estancamiento parece ser una consecuencia irremediable de lo que ahora están discutiendo con el FMI.
Banco Central insolvente
Pero la atención del mercado esta puesta principalmente en el martes próximo cuando el BCR A monetaria debe convencer a inversores con 674 mil millones de pesos en Letras del Banco Central (Lebac) - unos 30 mil millones de dólares-, de renovar esta deuda y no ir a comprar dólares, en medio de expectativas de devaluación en alza cuando las reservas cerraron en 54.419 millones de dólares, con un caída –sólo el viernes- de 1903 millones y de casi 10.000 millones en lo que va del año.
Las reservas del Banco Central se dieron en garantía a la tenencia de Lebac. Ya el 12 de diciembre de 2017, la deuda por esas letras alcanzaba cifras muy superiores a las reservas. En 2018, si tomamos un dólar a 23, la deuda llegaría a 78 mil millones de dólares, es decir, superaría por lejos el monto de las reservas existentes, analizó Óscar Natalich, del Centro de Investigaciones Económicas y Sociales.
Natalich sostiene que bajo esos datos, los inversores en Lebac, -bancos, fondos buitres y empresas monopólicas-, no podrían recuperar la inversión, pues ese importe supera en 20 mil millones de dólares a las reservas existentes. O sea, no podrían transferir a sus cuevas ese monto, salvo que aparezca alguien que se lo preste al Estado. Ese alguien es el FMI, pues es un organismo que responde en gran parte al gran capital financiero.
Según el JP Morgan hay temores que, por ese motivo, haya “desórdenes en el peso”. Las tasas de interés que se pacten en las renovaciones dará una idea del futuro.
Lo que vendrá
Hasta hace algunas semanas, el sistema mediático y político parecía atravesado por una “grieta” que partía en dos a la sociedad: los que estaban seguros que todo iba bien o se podía enderezar porque el país estaba gobernado por gente capaz, reconocida por los grandes dirigentes mundiales, y los que desde hace dos años están seguros que “todo está mal” y lo que todavía no lo está, ya lo va a estar.
Hoy, quienes pensaban lo primero solo tienen una certeza: en el gobierno no saben dónde están parados. Ven que el “equipo de primera” del gobierno resultó ser un rejunte de muchachos caprichosos, engreídos y asustadizos, que buscan el apoyo cómplice del hermano mayor que está al costado de la cancha. Entre otras “burradas” se abre al mundo en momentos que la principal economía, la estadounidense. promueve un creciente proteccionismo.
Los otros, los que estaban más cerca de lo cierto con aquello del “todo está mal”, tienen otra preocupación. ¿Qué va a pasar? Porque el gobierno puede perder las elecciones e incluso irse antes de tiempo, por su cuota de responsabilidad por lo que está ocurriendo.
Lo que no saben es cómo afrontar lo que se viene si de nuevo les toca gobernar. Sobre todo ahora que los propagandistas del sistema dominante nos han convencido que las “inversiones extranjeras” son nuestra salvación. Por eso cuando la economía norteamericana absorbe recursos, a nosotros se nos complica la existencia.
Ese es uno de los dramas de este país, con una economía donde los bienes comunes o recursos naturales son la clave de su integración al mundo. Quienes gobiernan en tiempos de crisis, generalmente de precios internacionales bajos, ahondan el drama de la dependencia y el endeudamiento. En los tiempos de “vacas gordas”, cuando suben los precios de los commodities y con gobiernos medio progresistas, distribuyen esas riquezas.
Cuando vuelven a bajar esos precios internacionales reaparece la crisis y empieza de nuevo el mismo círculo vicioso, ya que unos y otros no logran desplegar alternativas distintas a este modelo agroexportador que impusiera la generación del 80´ y hasta hoy rige el sistema económico.
Nuestra cultura clase mediera –alcahueta del poder oligárquico, que mira hacia arriba y afuera, en lugar de hacerlo hacia adentro y abajo-, queriendo imitar a los poderosos, hace que nos creamos más de lo que somos y nos impulsa a consumir más de lo que producimos y el endeudamiento es cada día mayor. Claro, lo hace a expensas de los sectores más humildes y para beneficio de los de arriba. Por eso la pobreza estructural crece y 35 años de esta democracia exponen el doble de la pobreza que nos dejó la genocida dictadura militar en 1983, señala Guahán.
La potencialidad de la crisis de 2018 encuentra puntos de contacto con la de 2001, cuando el pueblo exigió “que se vayan todos” y el presidente Fernando de la Rúa fue evacuado en helicóptero. Este gobierno va como una locomotora rumbo a un paredón, como volvió a evidenciarse en otra jornada de zozobra para los argentinos, que miran absortos cómo el desgobierno de Cambiemos permite que le metan la mano en el bolsillo con total impunidad, dice Página 12.
La corrida de urgencia del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne al Fondo Monetario Internacional fue un intento desesperado por evitar un estallido. Un ajuste del gasto público de 300 mil millones de pesos en 18 meses, el aumento de la edad jubilatoria, el despido de miles de empleados públicos de la Nación y las provincias, la paralización de obras de infraestructura, el salto de la inflación a niveles del 30% como piso, llevaron al Fondo.
Súmele una suba de la desocupación que hoy alcanza los dos dígitos, el barrido de derechos básicos de los trabajadores, la desaparición de miles de pymes, la caída acelerada del poder adquisitivo del salario, el achicamiento de las jubilaciones y las asignaciones de la seguridad social, el fuerte incremento de las tasas de pobreza e indigencia.
Un nuevo documento del FMI publicado el viernes 11, ofrece un anticipo de un cuarteto de condicionalidades asociadas al préstamo stand-by que busca Argentina: reducción del déficit fiscal, mayor apertura comercial, liberalización financiera y profundización de las reformas estructurales. El informe advierte además sobre las consecuencias que podría tener una victoria de Lula da Silva, o el PT y sus aliados, en las elecciones presidenciales de octubre en Brasil. “El aumento del populismo supone riesgos para la ejecución de reformas muy necesarias en muchos países de la región”, sostiene el documento.
Pero los burócratas del FMI tampoco se jugaron por el gobierno de Macri (“el informe fue cerrado a principio de marzo y no refleja los últimos acontecimientos en Argentina”) y de hecho, advierte la “vulnerabilidad de los países que dependen del financiamiento externo cuantioso, como Argentina, a los cambios en la actitud de los inversores extranjeros”. Claro, olvida el total respaldo ofrecido por el FMI al modelo económico y las reformas del gobierno de Macri desde 2015: el proceso de liberalización cambiaria y financiera que catapultó la vulnerabilidad externa del país.
Es bueno tener presente que Macri ya fue, más allá del día exacto que deje su gobierno. Ya es tiempo de que los argentinos se pregunten y preocupen por su futuro. ¿Y ahora? Ese seguirá siendo el tema del futuro.
Rubén Armendáriz. Periodista y politólogo uruguayo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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