domingo, 6 de mayo de 2018

Un dólar imparable superó los $23 y el Banco Central desnuda su falta de herramientas

Con el dólar pasando los 23 pesos, el Banco Central volvió a subir las tasas de interés de la política monetaria, que quedaron en 33,25 %, mientras continuó la venta de reservas.

El Banco Central (BCRA) aplicó la segunda suba de tasas de interés en menos de una semana. Cuando el dólar pasó en las primeras horas de la jornada del jueves la barrera de 22 pesos (al cierre de la jornada estaba en 23,30), el Banco Central volvió a subir las tasas de interés de la política monetaria, que quedaron en 33,25 %, mientras continuó interviniendo en el mercado vendiendo dólares.
El viernes de la semana anterior las había subido de 27,25 % a 30,25 % para contener la fuga de especuladores, que están desarmando rápidamente sus posiciones en pesos para pasarse al dólar, una hemorragia que la intervención activa del BCRA vendiendo dólares no logra contener.
De esta forma, la tasa de referencia de la polìtica monetaria, que es la de los pases que realiza la autoridad monetaria con los bancos, tuvo un incremento de 600 puntos básicos en tres días hábiles. La tasa de las Letras del BCRA (Lebac) en el mercado secundario, fue elevada a 38 %.
El incremento de la tasa de referencia, y de las Lebac en el mercado secundario, anticipa que la próxima renovación de Lebac, que será el 15 de mayo, podría producirse con un fuerte incremento de la tasa de interés pagada por el BCRA. Ese día el BCRA hará frente a vencimientos de títulos por la friolera de $680.000 millones. Si no renueva la mayor parte de ese valor, corre el riesgo de que los pesos pagados se fugen hacia el dólar, redoblando la presión sobre el tipo de cambio.
Además de subir la tasa, la entidad que conduce Federico Sturzenegger vendió ayer USD 451 millones. En las últimas tres jornadas el volumen había promediado los USD 1.200 millones.

Sin "lluvia" especulativa no hay política monetaria

El apuro que atraviesa el BCRA no surgió de la nada, se venía cocinando lentamente desde marzo, cuando el titular nominal del BCRA, Federico Sturzenegger, recibió la indicación de los coordinadores de la jefatura de gabinete, de empezar a vender dólares para sostener el tipo de cambio. Empezó entonces un tironeo para mantener el dólar por debajo de los 20 pesos. Desde entonces el Central vendió USD 6.770 millones, lo cual no permitió contener al dólar. Las reservas cayeron de los $56.000 millones y ya perdieron todo lo que habían subido a principios de enero.
Bastó un leve sacudón internacional, con una subida global del dólar respecto de otras monedas, y el movimiento de los inversores extranjeros para escapar al moderado impuesto a la renta, para terminar de sacudir la estantería del BCRA y desnudar sus debilidades. El dólar a 20 como objetivo ya es historia antinua. Ahora la pulseada puede apuntar a lo sumo a que no siga subiendo por sobre los 22 pesos.
De fondo, lo que se puso en evidencia en estos días, es un talón de Aquiles de la política cambiaria y monetaria que el gobierno logró ocultar gracias a la abundancia de dólares de deuda y especulativos que amasó desde que asumió Macri.
El déficit de la cuenta corriente (desbalance comercial, de turismo, pago de servicios de deuda), sumado a la remesa de utilidades y fuga de capitales, forman una sangría permanente de billetes verdes. Si el gobierno pudo solventar todo esto, es gracias la formidable emisión de deuda, del Estado nacional, provinciales, municipales y de empresas, que representó un ingreso de USD 65 mil millones desde que asumió Macri. También a la atracción de capitales. Si bien escasearon las inversiones productivas (Inversión Extranjera Directa), hubo un fuerte ingreso de capitales de portafolio. En total, sumaron USD 27 mil millones.
Esto estaría empezando a escasear, o al menos, a no llegar con igual abundancia. Y esto pone en aprietos los precarios equilibrios de la economía de la era Macri.
Se pone en evidencia que, en modo salida de capitales, que es la situación en la que viene entrando el país después de haber gozado de una lluvia de capitales especulativos desde que asumió Macri, no hay política monetaria que valga. Ni vendiendo dólares, ni subiendo las tasas, pudo hasta ahora el BCRA contener la estampida.
Habrá que ver si con este dólar por las nubes, y ante el riesgo de que la suba del dólar internacional haga caer los precios de granos, los sojeros se deciden a vender lo que tienen guardado en silos. Eso traerá algún alivio inmediato. Estos son tradicionalmente los meses en los que entra el grueso de los dólares de la cosecha, hasta junio o julio. Hasta ahora se venían demorando a la espera de un dólar más alto. Macri lo hizo.
Aún si esto contiene la sangría en la coyuntura, las tasas de interés altas llegaron para quedarse. Sufrirán los créditos hipotecarios, incluidos los UVA, que también están golpeados por el salto del dólar que aumenta el valor de la cuota. También raleará el escaso crédito para inversiones productivas, además los potenciales inversores buscarán participar de la fiesta financiera antes que poner su plata en capital fijo. Y sufrirá también todo el financiamiento al consumo con el cual los trabajadores vienen tratando de compensar el congelamiento de sus ingresos. La "inclusión financiera", que Macri viene impulsando con la expansión de créditos Argenta, ahora es cada vez más un grillete insoportable para los "beneficiarios".

Dónde está el piloto

Las sucesivas crisis políticas que viene atrasando el gobierno, con el rechazo a los tarifazos que empezó como una discusión de la coalición oficial y ahora muestra al gobierno amenazado de tener que vetar un proyecto opositor para revertir la última ronda de ajustes, la anticipada eyección de Monzó de la presidencia de Diputados, y el malestar por la inflación, que con el dólar más alto seguirá recrudeciendo, metieron la cola en este tironeo con los mercados.
El nuevo salto de el dólar va a meter más ruidos en la política económica, que a pesar de que en el ritmo de ajuste tarifario de estos días muestra que no tiene ningún gradualismo. Cada suba del dólar deja más lejos la posibilidad de que la inflación de 2018 sea más baja que la de 2017.
Este episodio anticipa que el gobierno va a recalcular. Más baja del gasto ante la eventualidad de que el grifo del endeudamiento externo se corte antes de lo previsto. De todos modos, la dependencia de los mercados resulta inescapable para este gobierno.

Recuerdos del futuro

Aunque a fuerza de tasas de interés por las nubes el gobierno pueda recuperar alguna calma momentánea, lo que estamos viendo en estos días es una incómoda muestra de la inviabilidad del esquema instrumentado por el gobierno para reestructurar la economía.
Pero la inviabilidad no es sólo de la orientación macrista, que a falta de un nombre mejor podríamos caracterizar como neoliberal, sino de la posibilidad de hacer sostenible al capitalismo dependiente argentino sin obligarnos a pasar una y otra vez por las traumáticas crisis que caracterizan la historia económica del país. Aunque con otra "regulación" y sin el recurso a la deuda, igual ciclo de auge, sangría y estancamiento atravesó el ciclo kirchnerista, determinado por el auge y ocaso del superávit externo.
El macrismo abrió la cuenta de capitales, liberó el cepo cambiario, creo un esquema monetario insostenible con las Lebac, y ahora paga las consecuencias intrínsecas a este esquema: en un contexto de inflación sin freno y adversidad internacional, queda severamente expuesto sin herramientas.
El precio, un déficit cuasifiscal creciente, una espiral de endeudamiento que sirvió para conseguir reservas que se obsequian a los fugadores, y la certeza de que el fin de fiesta, cuando llegue, lo van a descargar sobre las espaldas de los trabajadores.
La única salida para evitar que la clase trabajadora y los sectores populares seamos la variante de ajuste, es poner fin al programa de vaciamiento nacional que está llevando adelante Macri en beneficios de los grandes empresarios, banqueros y especuladores. Pelear por terminar con el círculo vicioso de la deuda, imponiendo el no pago de la misma, la nacionalización de la banca para establecer una banca estatal única, bajo gestión de los trabajadores, para terminar con las maniobras de los bancos privados que orqustan la fuga, y un verdadero monopolio estatal del comercio exterior y de los movimientos de capitales, hoy manejados de manera privada por un puñado de exportadores. Estas medidas, que sólo pueden esperarse como parte de un plan de conjunto de la clase trabajadora para reorganizar la economía en ruptura con el imperialismo, son la única alternativa para cortar el ciclo reiterado de bancarrotas nacionales.

Esteban Mercatante
La Izquierda Diario

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