jueves, 24 de mayo de 2018

La ciclicidad de la crisis argentina

Las ultimas cuatro décadas de la Economía Argentina estuvieron reinadas por crisis cíclicas -cada aproximadamente 10 años- siendo la primera entre 1981/1982 donde eclosiono la famosa tablita financiera de Martínez de Hoz y la fuga hacia adelante por el conflicto de Malvinas que termino de precipitar la caída del Proceso de Reorganización Nacional.
La segunda fue la salida premeditada de gobierno del Presidente Raul Alfonsín que termino en una hiperinflación durante 1989 que dio lugar al triunfo de Carlos Menen y su posterior radicalización neoliberal iniciando un ciclo hasta fines de 2001 lo que incidió con la crisis económica y político social mas relevante del ultimo centenario.
El analista y economista Claudio Scaletta en su ultima obra marca quizás la raíz de todas ellas que es la falta de dolares para el financiamiento económico o la llamada reestricción externa que obedece a la imposibilidad de contener los dolares migratorios que integran la economía local -gracias a generosas y únicas tasas de retorno a nivel mundial- que luego de un periodo de rentabilidad interna y del cambio de humor de los mercados internacionales y el ascenso -también cíclico y en función de las necesidades de financiamiento de la economía norteamericana- de las tasas de interés dejan sus espacios financieros de especulación por otros de mayor seguridad.
El dilema puesto en escena es con que mecanismos cuenta el Estado para contener los dólares necesarios para su funcionamiento y de cómo ello da a lugar al conflicto de intereses entre las actividades locales que transan en el mercado mundial sus productos y la salida de remesas empresariales ante un mundo trasnacionalizado o globalizado como lo quieran llamar.
Se requiere de un alto consenso social y político de un Estado para desplegar sus políticas que protegen a sus habitantes de las fluctuaciones anteriormente determinadas y es por eso hasta el agotamiento o fin del gobierno anterior se pudo mantener un esquema de retensiones -heredado de la gestión del exministro Lavagna- y limitación en el reflujo de divisas al extranjero.
No es casual que justamente esta medida clave fue revocada por la actual gestión neoliberal del Presidente Macri y su reemplazo financiero por dólares frescos de endeudamiento publico a fin no solo -pero no logrado- del objetivo de reducir la emisión monetaria -causante de la inflación según sus gurúes- sino de generar una plaza financiera que impusiera su lógica sobre la producción nacional -heredera del peronismo- y causante de todos los males nacionales desde su posición monopólica ante una economía cerrada y su supuesta falta de productividad mundial pero sin aclarar que el 75 % de la producción del país se destina al mercado interno.
Por ello y ante la integración al mundo se abre la economía a la competencia mundial y los cordones industriales del Gran Bs As, Córdoba y Rosario deben cerrar sus puertas empujando a sus trabajadores a la desocupación y al desamparo.
Nada nuevo para los que rondamos mas de 40 años de edad y ya tenemos experiencia no solo histórica sino empírica de estos sucesos pero viene aquí y a este humilde trabajo comprender las razones -nuevas o no- de la última desazón financiera del gobierno para poder darle el verdadero cariz político necesario para nuestro futuro obrar.
El sobredimensionamiento financiero de la gestión Macri ha tocado un limite -quizás transitorio- para perpetuar su mecanismo de toma de dólares del mercado externo y su fusión al interior de la economía pues los inversionistas han detectado tempranamente sobre la posible imposibilidad de pago de la economía local principalmente por la falta de instrumentos tanto económicos como productivos para generar el repago del capital más intereses.
En un contexto internacional adverso y del lanzamiento de un programa récord de financiamiento de la economía norteamericana el famoso fly to quality ha dado lugar nuevamente dejando no solo nuestra plaza sino otros sitios del mundo ante la recurrente necesidad de acudir al prestamista de ultimo plazo: El FMI.
El descontento social de esta medida devaluacionista -a lo que se suma la dolarización interna que obra sobre el proceso inflacionario- marca un punto limite de apoyo social a la gestión macrista pero dada la dispersión opositora no es posible encontrar un lugar común de reposo.
Es necesario reliderar el espacio opositor -no solo desde un lugar declamativo- sino más inteligente que propugne propuestas superadoras al mismo paso de integrar todos los sectores dispersos con un despliegue territorial en clave nacional.
No solo relevar el espacio parlamentario sino también utilizar todos los medios masivos de comunicación y difusión mediática e informática que permitan llegar capilarmente a las mayorías.
Por ultimo, solo la apelación a fondos buitres -reacios a esta altura- y la asistencia pautada del FMI pueden hacer subsistir esta gestión soportada por una relevante tribu mediática mientras la realidad es un producto que dista de este espejismo.
Obremos sobre la realidad y esperemos los pasos en falso de una gestión desesperada.

Ezequiel Beer. Geógrafo UBA. Analista político.

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