Macri afirmó el miércoles que “la turbulencia cambiaria la consideramos superada”. Después del “supermartes”, el dólar terminó la jornada del miércoles con una suba atenuada. Los costos de una calma cuya duración no está garantizada.
“La turbulencia cambiaria la consideramos superada”, afirmó el presidente Mauricio Macri en conferencia de prensa. Con este término se refirió el presidente a la feroz corrida que forzó una depreciación del peso frente al dólar de 20 % en menos de un mes. Y que obligó al Banco Central (BCRA) a vender reservas por más de USD 9.000 millones en dos meses.
Resulta temerario realizar esta afirmación, considerando que ayer mismo el dólar concluyó la jornada con un ligero rebote alcista. Según el promedio de bancos y entidades financieras que elabora el Banco Central (BCRA), el dólar concluyó la jornada en $24,80, doce centavos por encima del cierre del martes. A principios del día había tocado mínimos de $24,48. En el mayorista, el valor de cierre ($24,22) fue también 22 centavos por encima del valor de cierre del martes.
La calma lograda después del “supermartes” podría resultar efímera. La situación internacional no ayuda a aplacar los ánimos.
“Victoria” pírrica
Resultaría exagerado llamar victoria a lo conseguido por el gobierno el martes, pero es lo más parecido a eso que el gobierno podía esperar a estas alturas. Superó la prueba del vencimiento de las Lebac, renovando el 100 % de los títulos que vencían y $5.000 millones adicionales. Pero para hacerlo convalidó una tasa de interés del 40 % anual (un mes antes había sido de 26,3 %).
Este aumento de la tasa no alcanzó por sí sólo para asegurar la renovación de Lebac. Así como antes no habían bastado para frenar la corrida las variadas intervenciones del BCRA, que desde el 25 de abril además de intervenir vendiendo reservas (lo que había comenzado a hacer en marzo para sostener alrededor de $ 20 la divisa) elevó la tasa de interés de referencia de la política monetaria de 27,25 % a 40 % anual, disminuyó de 30 % a 10 % las tenencias de activos en moneda extranjera permitidas a los bancos e inició intervenciones en mercados de dólar futuro. Además fue necesario que el BCRA comprara anticipadamente Lebac en el mercado secundario, y que Anses también aumentara la cantidad de letras del BCRA en su poder.
Pero además, el lunes el BCRA eximió a los bancos de constituir diariamente una reserva técnica de efectivo mínimo en relación a los depósitos (encaje) durante el mes de mayo. Esto liberó fondos que los bancos tenían inmovilizados, con un rendimiento de 0 %, y que ahora pudieron volcar a títulos del BCRA que rinden 40 % anual.
Por si esto fuera poco, el ministro de Finanzas Luis Caputo, coordinó con dos fondos de inversión internacionales, Templeton y Black Rock, la emisión de títulos que tienen plazos 5 y 8 años (BOTE 2023 y 2026) por USD 3.000 millones ($ 73.000 millones), lo que contribuyó para descomprimir el mercado cambiario.
Por otro lado, se trata, siendo muy benevolentes de un “triunfo” en la derrota: el BCRA, que empezó esta pulseada por intentar mantener el dólar por debajo de $21, jugó todo desde el lunes de esta semana a poner un techo en $25. Con el tipo de cambio ahora orbitando alrededor de $24 y $25, recrudecerá la inflación. Los aumentos de precios ya acumulan 9,6 % en lo que va del año. La depreciación del último mes, le agrega como mínimo 5 puntos porcentuales a una inflación que ya a comienzos de abril se mostraba orientada a superar el 20 % anual.
Una primer conclusión que podemos sacar es que el objetivo de que el alza de precios sea en 2018 inferior al de 2017 parece cada vez más inalcanzable. A pesar de que Sturzenegger afirmó ayer en conferencia de prensa que “nuestros proyecciones nos daban y nos siguen dando una baja de la inflación”, sólo un severo enfriamiento de la economía podría asegurar este objetivo.
Mirando al Fondo
Martín Redrado, quien fuera titular del BCRA durante parte de los años de gobiernos kirchneristas, estimaba ayer que el gobierno necesitaría 10 días como el de ayer, con movimientos atenuados de la cotización siguiendo los movimientos cambiarios de otras monedas de la región y sin intervención de la autoridad monetaria, para afirmar que la calma fue restablecida.
Pero ya empieza a haber otra fecha crítica, en la cual el BCRA afrontará otro vencimiento tan voluminoso como el del martes ($645.000 millones): el 21 de junio. De cara a esa fecha, podemos esperar más de lo mismo que vimos en la previa al 15 de mayo. Recompra de Lebac en el mercado secundario, y tasas altas para asegurar la permanencia de dólares.
Por eso, una segunda conclusión es que estas tasas elevadas llegaron para quedarse por un tiempo, a pesar del consenso de que a este nivel resultan inviables en el mediano plazo. Con ellas regresó con fuerza la bicicleta financiera, que aún con tasas más bajas había florecido. Sin bicicleta financiera, el país ya no puede asegurar siquiera una módica permanencia de capitales golondrina. La alta proporción de dolarización de activos de los residentes, que alcanza tres cuartos de los activos que estánn en moneda extranjera, reduce los márgenes para el BCRA. Entre paréntesis, digamos que estamos hablando mayormente de la riqueza fugada sobre todo por grandes empresarios que, como el ministro Juan José Aranguren, confían en la Argentina de Macri tanto como en la de Cristina Fernández. Gracias a estos, son mayores las exigencias que afronta la entidad monetaria para asegurar la permanencia en pesos de los tenedores del cuarto restante.
La suba de precios que impacta en el costo de vida, y la escalada del costo financiero, auguran un fuerte enfriamiento de la economía de acá a fin de año. A esto se agrega el refuerzo del recorte fiscal, que Macri anticipó ayer en conversación con los periodistas, cuando afirmó que “lo que pasó en estas semanas es que el mundo ha decidido que la velocidad con la que nos habíamos comprometido a reducir el déficit fiscal no era suficiente”. La calma lograda, el gobierno la utiliza para mandar señales de que profundizará los objetivos de reducción fiscal, obligado por la corrida a recalcular sus planes de cara a las elecciones de 2019.
La “ayuda” del Fondo Monetario Internacional, que vendrá de la mano de este refuerzo del ajuste, cuyos números se seguirán especificando el próximo viernes cuando los funcionarios del gobierno se vuelvan a reunir con el staff del FMI. Este acuerdo, que podría aportar USD 30.000 millones de forma escalonada, es el puente con el cual el gobierno busca asegurar que se aplaque el temblor financiero. Los costos van a recaer sobre los trabajadores y sectores populares, mientras el presidente defiende a rajatabla los recortes de impuestos que beneficiaron a los sectores de mayores ingresos, y que junto con los pagos de intereses de la deuda pública explican gran parte del persistente déficit fiscal que ahora apuestan a reducir.
Es urgente rechazar el acuerdo con el FMI y los planes de ajuste que el Gobierno va a pactar, pero también exigir el no pago de toda la deuda ilegal e ilegítima, pagada década tras década a costa de las necesidades populares.
Esteban Mercatante
La Izquierda Diario
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