sábado, 19 de mayo de 2012
“Lo remataron de un tiro”
La viuda de Rubén Bonet aportó dos informes de autopsia y las declaraciones de los tres sobrevivientes. Dijo que en 1972, en la base Almirante Zar de Trelew, se aplicó el terrorismo de Estado.
Por Ailín Bullentini
La viuda de Rubén Bonet, uno de los 16 presos políticos fusilados en la Masacre de Trelew, fue la voz del grupo de familiares de las víctimas que detalló con precisión minuciosa los hechos ante el Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia. Era la más joven entonces; es hoy una de las pocas que sigue viva. Alicia Bonet reconstruyó paso a paso la historia y aportó documentos hasta ayer inexistentes en la causa, que echarían por tierra la versión oficial que plantea los asesinatos como una reacción de los marinos al intento de fuga de los 19 detenidos en la base Almirante Zar, el 22 de agosto de 1972. Su testimonio, el primero que se oye en el juicio que ayer culminó su segunda semana, tuvo un valor extra: el de integrar los fusilamientos en el marco de un país en el que el terrorismo de Estado no era un futuro impensado, sino un presente activo. En ese sentido, para el abogado de la Secretaría de Derechos Humanos, Germán Kexel, el testimonio es “inapelable”.
“A mi marido lo fusilaron dos veces tan solo por pensar diferente”, sentenció en uno de los momentos más tensos de las cinco horas en las que habló ante el TOF de Comodoro Rivadavia. La Masacre de Trelew fue el núcleo principal de su testimonio, pero no el único. “Intenté graficar qué me pasó y qué pasó con el país durante estos 40 años de lucha por llegar a la Justicia”, advirtió luego a Página/12.
La narración de ese camino que ayer intentó Bonet incluyó detalles de la peregrinación en busca del cuerpo de su compañero, su insistencia para que la policía de Pergamino, la ciudad natal de Rubén y adonde trasladaron su cuerpo, le dejara ver el cadáver y la apertura de una causa civil a partir de la denuncia que radicó en contra de la Marina por el asesinato. También habló de dos autopsias realizadas por médicos forenses y las declaraciones que entonces la Justicia tomó a los tres sobrevivientes de la masacre –Alberto Camps, Ricardo Haidar y María Antonia Berger– detenidos en Devoto, que ella misma presenció. Y de la identificación de la propia Armada de los responsables de las muertes en el marco de una causa que quedó trunca y en la que coinciden los acusados con los del juicio actual, como Luis Sosa, Emilio Del Real, Roberto Bravo y el cabo Carlos Marandino. Los dos informes de autopsia aseguran que Rubén falleció a causa del disparo que recibió en la cabeza “dado de arriba hacia abajo, a muy corta distancia y con un arma distinta al de los impactos que tenía en el resto del cuerpo”, comentó. Sumó las declaraciones de los sobrevivientes, sobre todo la de Berger, que “dijo que durante su traslado de Trelew a Bahía Blanca escuchó que dijeron que Bonet había muerto recién, y era el mediodía”. Esto le permitió a Bonet asegurar que su esposo “sobrevivió a la balacera de las 3.30 de la madrugada del 22 de agosto de 1972 y lo remataron de un tiro en la cabeza varias horas después”.
Pero no fue sólo de los fusilamientos de lo que habló Alicia Bonet ayer. También graficó con precisión el estado en que ella y su familia vivían antes de las muertes, así como la persecución de parte de las fuerzas de seguridad que sufrieron ella y el resto de las personas vinculadas con las víctimas de la Masacre de Trelew, que en ella significó la clandestinidad y el exilio y que en muchos otros casos culminó en la desaparición o muerte. “Con esa explicación se prueba que en Trelew se aplicó el terrorismo de Estado”, apuntó. Para Kexel, esa contextualización “demostró la continuidad represiva del Estado desde la masacre y la posiciona como punto de partida en el accionar del terrorismo de Estado en el país”.
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