domingo, 16 de febrero de 2025

El gobierno empobrecedor que se jacta de bajar la pobreza


La distorsión estadística del Indec oculta que más familias no pueden pagar el alquiler o los servicios.

 El empobrecimiento de los trabajadores contrasta con el enriquecimiento de los capitalistas. Luego de que el índice de precios del Indec mostrara una desaceleración de la inflación, Milei y sus secuaces salieron a decir que la pobreza está bajando. La realidad, sin embargo, muestra lo contrario: creció el número de personas que están en situación de calle, el consumo en supermercados y almacenes sigue cayendo y aumenta el trabajo informal. Todo esto ocurre mientras un sector de la clase capitalista se enriquece brutalmente. Simplemente las estadísticas no reflejan cómo la clase obrera ve empeorar sus condiciones de existencia porque no registran que las familias ya no pueden pagar un alquiler o los servicios básicos. 
 En diciembre hubo 4.416 personas viviendo en las calles de CABA, cuando en noviembre de 2023 hubo 3.286. El aumento fue de un 35%. Con respecto a 2019, la cantidad de personas en esa situación casi se triplicó. Desde algunas organizaciones sociales señalan que los números oficiales no muestran realmente el estado de cosas reinante y que la cantidad de personas en riesgo de quedar en la calle aumentó drásticamente. En provincias como Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe también se está reproduciendo, aunque con sus particularidades, este proceso de descomposición social. Las muertes por frío que hubo en 2024 fueron la prueba más brutal de su desarrollo.
 ¿Cómo se compatibiliza esto con las cifras oficiales? La canasta básica de pobreza ni siquiera registra el costo de un alquiler, ítem que, al igual que servicios públicos, está subestimado en el índice general de inflación. Por eso los datos del Indec no cuentan como pobre a un trabajador cuyos ingresos no le permiten pagar un alquiler para él o su familia. 
 Martín Rozada, un profesor de la Universidad Torcuato Di Tella muy seguido por Milei, indicó que 5 de cada 10 menores de edad sigue estando en condiciones de pobreza y advirtió que la situación “se va a perpetuar si no se actúa con urgencia”. El gobierno, en este marco, está desenvolviendo una ofensiva en regla contra los comedores populares a los que concurren miles de niños y niñas, desabasteciéndolos y persiguiendo a sus organizadores. 
 Los datos sobre el consumo también muestran un deterioro del tejido social. En diciembre de 2024, las compras en supermercados y almacenes de barrio descendieron un 18%. Si se comparan las ventas totales de ese año contra las de 2023, el declive es de un 13,9%. Según la consultora Scentia, la caída del consumo masivo podría ser en enero de un 6% interanual, 15 puntos por debajo del nivel de enero 2023 en términos reales. Los trabajadores en general están comprando menos alimentos y bebidas, aunque los precios de estos productos hayan aumentado por debajo de la inflación promedio publicitada por el Indec. No por nada cada vez más personas acuden a los comedores populares. 
 Es que ahora deben destinar una mayor proporción de sus devaluados ingresos al pago de los servicios. Según datos del Indec, por otra parte, durante el primer año de gobierno de Milei los salarios perdieron en promedio un 10% con respecto a la inflación. Para no ser pobre, en enero una familia de cuatro integrantes necesitó 1.033.716 pesos, casi un 60% más que durante el mismo mes de 2024. Y casi el 50% de los asalariados privados percibe ingresos menores a esa cifra (Ámbito, 8/2). 
 El panorama por venir es desolador. El gobierno está imponiendo un techo paritario del 1% con la complicidad de la burocracia sindical. Muchos capitalistas, a la vez, están avanzando en despidos, como se ve en Gran Tres Arroyos o Bridgestone. A lo largo del 2024 se han perdido aproximadamente 200.000 puestos de trabajo. Es muy probable que las patronales redoblen sus ataques contra los trabajadores en el marco de la recesión imperante y la guerra comercial internacional. El poco crecimiento de trabajo que hubo se ha dado en sectores que no demandan mucha mano de obra (petróleo, minería, agro). 
 Por otro lado, casi el 40% de los trabajadores labora en el sector informal –según estadísticas de septiembre pasado, dos de cada tres trabajadores informales son pobres y uno de cada cuatro es indigente. La gestión libertaria colocó a la Argentina en el quinto lugar del ranking de países con mayor trabajo informal de la región (Mundo Gremial, 6/1). 
 Como se ve, el gobierno miente cuando habla de la disminución de la pobreza. El empobrecimiento de las masas contrasta con el enriquecimiento de una minoría parásita capitalista, que está reflejado muy bien en un artículo de Letra P (25/10/2024) sobre las ganancias empresariales del primer semestre del año pasado. El resultado operativo de los banqueros creció un 450,6%; los resultados netos de los patrones petroleros-gasíferos se incrementaron un 740% y los que obtuvieron los capitalistas alimenticios un 683%. Algunas empresas como Molinos Agro, Metrogas, Mirgor, Telecom Argentina y Mastellone tuvieron beneficios muy por encima de la media. Estas dos últimas, por ejemplo, vieron sus ganancias multiplicarse por más de 20 veces. Entretanto, las lácteas tiran la leche por la falta de ventas y un millón de niños se va a dormir sin comer (La Política Online, 8/2). 
 Estamos ante las consecuencias del plan libertario de ajuste contra los trabajadores, que incluye tarifazos, rebajas salariales, liberalización de los precios, destrucción de las jubilaciones y un impulso espectacular a la especulación financiera. A esto se suma un ajuste draconiano contra la educación, la salud y las prestaciones sociales en general. Es un programa diseñado específicamente para recomponer o aumentar la tasa de ganancia capitalista y para rescatar a sectores patronales en crisis. La imposición de las reformas estructurales que pide el FMI agravará la calamitosa situación en la que se encuentra sumida la clase obrera argentina. 
 El gobierno es incompatible con las necesidades de los trabajadores: mientras les aplica paritarias de pobreza, a los especuladores les ofrece bonos atados al dólar por si se desmadra el esquema económico y una devaluación se abre paso a todo vapor. Mientras tanto, Caputo le roba dinero a los jubilados para sostener el negocio delincuencial del carry trade.
 Para salir del pantano, los trabajadores tenemos que sacar a los capitalistas y sus gobiernos del poder.

 Nazareno Suozzi

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