Una alta inflación que además está dolarizada por la política cambiaria.
Desde el gobierno festejaron el 2,2% que marcó el IPC del Indec para enero. Presentan como una victoria con la inflación lo que es una clara pérdida para los trabajadores, que sufren el techo del 1% que impone el gobierno en las actualizaciones salariales -incluido el veto a acuerdos paritarios ya firmados entre gremios y cámaras patronales.
El índice general de enero volvió a poner de manifiesto la distorsión estadística establecida por Milei, que bloquea la actualización de la medición. Resulta que para el cálculo se mantienen los ponderadores de la canasta de consumo de hace dos décadas atrás, cuando el costo de los servicios públicos o la comunicación representaba una porción mucho menor en el gasto mensual de los hogares la división. Por eso están sobrerrepresentados ítems como "Alimentos y bebidas no alcohólicas" (que marcó un 1,8% en enero), y subestimada la incidencia real de la división "Vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles" (que midió una suba de 4%). 'Comunicación" y "Salud" también estuvieron por encima del nivel general.
Esto es así porque por orden directa de la Casa Rosada se congeló la actualización de la fórmula del IPC. Como en los tiempos del Indec intervenido por Guillermo Moreno, ahora el gobierno bloquea que se calcule el índice en base a la Encuesta de Gastos de los Hogares de 2017-2018, en la cual crece el peso de la división de vivienda y servicios, transporte triplica su incidencia y otro tanto vale para las telecomunicaciones. La ecuación sería muy distinta, ya que mientras el IPC interanual quedó en 84,5% el costo de Vivienda marcó 217,7%, Educación 168,6% y Comunicación 134,3%.
La combinación de topes salariales y tarifazos es lo que explica que el consumo siga cayendo en picada a pesar de la supuesta desaceleración de la inflación. En el primer mes de 2025 las ventas en supermercados fueron entre 5% y 6% menores que el mismo mes del año pasado, y estarían casi 15% abajo del nivel de enero de 2023, según Scentia. Esto ahonda la crisis industrial.
Es que las familias pueden restringir hasta la compra de alimentos o medicamentos, pero no quedarse sin luz ni gas o no pagar el alquiler. De hecho, los incrementos de enero en el rubro "Alquiler de la vivienda" fueron del 8,6% en el GBA, 14,3% en el Noreste y 12,% en el Noroeste. Otro tanto pasa con "Electricidad, gas y otros combustibles", que en el Gran Buenos Aires tuvo una suba interanual de 387,4% -y eso que siguen acumulando tarifazos "pendientes" para que no se disparen los precios.
Además del cinismo del gobierno, este cuadro muestra lo criminal de la entrega de la burocracia sindical, desde las de los gremios estatales que acataron la pauta del 1% hasta grandes como Camioneros, UOM o Comercio que no respondieron ni siquiera ante la no homologación de los acuerdos ya firmados por parte de la Secretaría de Trabajo. Es que el único ancla a la inflación es la que pesa sobre los salarios.
Solo eso ya merece una respuesta general del movimiento obrero, que la burocracia se esfuerza por impedir, cerrando paritarias sin siquiera deliberación en los lugares de trabajo. Pero resulta que esta persistentemente alta inflación está dolarizada por la política cambiaria del gobierno, lo cual refuerza la recesión económica que pagamos los laburantes con miles de despidos, suspensiones y cierres de empresas. Para colmo, eso prepara las condiciones para un shock devaluatorio tarde o temprano, que volverá a golpear los ya deprimidos ingresos de la población trabajadora.
Para enfrentar esta ofensiva abierta del gobierno y los capitalistas contra los laburantes, necesitamos organizar la respuesta, en cada gremio, en cada barrio, cada lugar de trabajo o estudio. Son ellos o nuestro salario. Fuera Milei.
Iván Hirsch
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