viernes, 3 de junio de 2022

YPF: un siglo de historia de una importante frustración nacional


Estación YPF 1922 

El 3 de junio de 1922 se creaba la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Faltaban dos meses para que Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut, cumpliese siete años de vida. Un grupo de operarios -que cavaba pozos en busca de agua potable-, encontró, a 500 metros bajo tierra, una sustancia oscura que salía a borbotones: era petróleo. El 13 de diciembre de 1907 corrió la noticia sobre el descubrimiento del “oro negro”. 
 A partir de 1907 Comodoro Rivadavia se convirtió en un pueblo petrolero, pero los cambios más significativos comenzaron a producirse a partir del 3 de junio de 1922 cuando el Estado nacional, en vistas de la riqueza que implicaba el petróleo, creó por decreto la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales para poder avanzar en la explotación del suelo, hito fundamental en la historia del petróleo en la Argentina. Desde entonces, y hasta la actualidad, YPF nunca tuvo en realidad el monopolio de la industria petrolera: convivió con las empresas imperialistas (Standard Oil, Shell, Esso, etc.) durante toda su existencia. 
 Finalizado el mandato de Hipólito Yrigoyen en octubre de 1922, asumió la presidencia de la Nación Marcelo Torcuato de Alvear, y el General Enrique Mosconi fue nombrado Director General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), cargo que ocuparía durante ocho años con el slogan de “nacionalismo petrolero”. El peso político y estratégico de mantener la producción petrolera bajo la órbita del Estado condicionó fuertemente la organización de la industria en sus primeros años de vida. Se habilitó por decreto la explotación del suelo por parte del Estado y se asignaron tierras fiscales a dichos fines. 
 A medida que el petróleo se iba insinuando como una actividad rentable, el debate comenzó a intensificarse. En diciembre de 1910, bajo la presidencia de José Figueroa Alcorta, el Estado argentino crea la Dirección General de Explotación del Petróleo de Comodoro Rivadavia, con el supuesto objetivo de regular la actividad de las compañías extranjeras que comenzaban a establecerse en el país. 
 Luego de la creación de YPF, los fondos para la extracción de petróleo en Comodoro Rivadavia eran escasos, sobre todo por el contexto de una rigurosa política de ajuste de gastos fiscales, en consonancia con un enorme incremento de la deuda pública, y el retiro de fondos de las empresas privadas que pugnaban por permanecer con el control de los yacimientos.

 Estatización 

 Mosconi pensó en implementar, en consonancia con el sistema de la Anglo Persian, una sociedad mixta del Estado con las empresas extranjeras, pero el conflicto que aceleraba la necesidad del control de combustible estaba marcado por el monopolio a libro cerrado que ejercía la Standard Oil sobre el petróleo, obstaculizando cualquier injerencia del Estado en el rubro petrolero, lo que frustró la idea de ejercer una explotación “mixta”. Este problema Mosconi lo vivió en carne propia cuando llegó a la Dirección General del Servicio de Aeronáutica del Ejército y la empresa no liberaba los combustibles para los aviones. Además la proximidad de la renovación presidencial y el progreso de un sentimiento antiimperialista en los trabajadores producto de la primera guerra mundial, que atizaba la propagación de ideas anarquistas y socialistas, indujeron un giro demagógico en las políticas oficiales que ahora propulsaban una orientación nacionalista. 
 La empresa nació como iniciativa en este sentido, el sector militar la presentaba como un acto de soberanía en pos de un “nacionalismo económico” y desarmaba el monopolio de la petrolera yankee. Pero el factor fundamental es que existía un tercer interesado en el asunto: el interés británico para frenar el avance de Estados Unidos, que se posicionaba como primera potencia mundial luego de la guerra, y que acaparaba casi la totalidad de la explotación petrolífera del país mediante la Standard Oil y su empresa filial West India Oil Co (actual Esso). 
 Argentina se encontraba supeditada a las importaciones provenientes de Gran Bretaña, principal rival comercial de Estados Unidos, sobre todo en un contexto de atraso en términos de técnica y herramientas, elementales para la tarea de explotación del suelo, y el carbón, necesario para la energía de los ferrocarriles y otros transportes que garantizaban la distribución del petróleo y que, combinado con la refinación y la venta, agregaba valor. Además, con el acrecentamiento de la deuda pública, la meta del superávit fiscal para costearla se apoyaba sobre las exportaciones, y Gran Bretaña era el principal comprador de carne. 
 Sin embargo, a pesar del asombroso crecimiento de la empresa estatal, hacia fines de la década y debido al aumento de la demanda asociada al transporte automotor, la Argentina seguía dependiendo de la importación de derivados del petróleo. No se procedió al control del comercio exterior, ni a la dirección obrera de la producción. Los recursos “nacionalizados” del país continuaban subsumidos a los intereses de las potencias en disputa y los únicos que se acrecentaban eran los beneficios de la oligarquía, que contaba con los recursos para sostener el intercambio comercial con Gran Bretaña, y que se aumentaban producto de la demanda de alimentos y materias primas suscitada por la guerra. 
 Por otro lado Mosconi se ocupó de desarticular cualquier expresión de protesta entre la fuerza de trabajo, desalentando su organización. Finalmente, cuando en 1924 y 1927 la Federación Obrera Petrolera (FOP) que dirigían anarco-sindicalistas dispuso la huelga, la dirección de la empresa respondió con el desembarco de fuerzas de marinería para garantizar el orden, centenares de obreros fueron detenidos y sus líderes expulsados como agitadores. 
 El surgimiento de la UCR es el nacimiento de la coalición política que iba a llevar adelante la agenda de la burguesía terrateniente. Las políticas nacionalistas que impulsaron la creación de YPF no fueron más que una zanahoria para un movimiento obrero que se gestaba al calor de las consecuencias de la primera guerra mundial, que presentaba los primeros atisbos de organización, y un elemento para congraciarse con los capitales ingleses. La oligarquía acrecentaba los márgenes de ganancia que le proporcionaba el modelo agroexportador. El superávit comercial, de la mano del ajuste fiscal que destinaba los recursos y los ingresos del Estado al pago de la deuda, se lograba a costa de desbaratar la organización de los trabajadores y avanzar contra sus condiciones laborales y de vida. Este choque quedó plasmado en la masacre por parte de policías y militares contra trabajadores en huelga durante lo que se llamó “la semana trágica” y se agudizará a partir de 1930 con “la década infame”.

 Camila García

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