La complicidad del gobierno en las ganancias extraordinarias de granes capitalistas.
El acting de Alberto Fernández con Martín Guzmán para presentar -dos meses después de anunciado- el proyecto de gravamen a la “renta inesperada” fue la ocasión para refrendar al ministro del programa del FMI, y simular una “puja distributiva” en un cuadro de aguda crisis social con una iniciativa de muy dudosa aprobación. Más ilustrativo, al día siguiente Guzmán fue ratificarse ante los más grandes capitalistas del país al encuentro de la Asociación Empresaria Argentina. La realidad es que la apropiación de la renta extraordinaria por parte de quienes además practican el “deporte nacional por apropiarse de los dólares del Banco Central” (Cristina Kirchner dixit), tiene al gobierno como cómplice principal.
El gobierno habla de gravar las ganancias extraordinarias de grandes grupos capitalistas del país, beneficiados por el contexto internacional abierto con la guerra en Ucrania, con un proyecto de muy difícil concreción cuando en realidad fue el armador de todo el negocio: no subió las retenciones al agro y mantuvo las reducciones a las mineras y petroleras (todos rubros con un boom de precios de exportación), flexibilizó el cepo a las petroleras y luego a las exportaciones “de servicios” a medida de Mercado Libre y Techint, promete nuevos beneficios impositivos a las mineras y sigue subiendo la tasa de interés que pagan a los bancos.
Lo mismo vale para la actitud frente a los “formadores de precios”. Quien acaba de arrojar luz particular sobre esto fue Alejandro Crespo, secretario general del Sutna, al denunciar que el gobierno pasó de pedir las cuentas a las empresas de neumáticos porque estaban ganando demasiado a cerrar filas en favor de ellas cuando los trabajadores se plantaron por una mejora salarial. Refuta cualquier impostura, como la indignación de Cristina porque el dueño de La Anónima se jactó en el encuentro de AEA de “remarcar precios todos los días”. Ningún ala del oficialismo cuestiona la renta capitalista en función de recomponer los salarios, apenas atinan a mendigar alguna colaboración para poder cumplir con las metas fiscales impuestas por el Fondo.
Incluso podemos apuntar que mientras Guzmán concurría otra vez a un evento con el círculo rojo Alberto Fernández partía a Estados Unidos a participar de la Cumbre de las Américas organizada por Biden para alinear el “patio trasero” del imperialismo yanqui, cuando los pulpos yanquis están entre los mayores embolsadores de la renta extraordinaria, empezando por Chevron y Exxon que podrán acceder a dólares a precio oficial, y siguiendo por Cargill, ADM y Bunge que despachan granos desde sus puertos privados.
Las petroleras triplicaron sus negocios de exportación mientras el país sufre el déficit energético con desabastecimiento de gasoil y disparada de los subsidios, y cuando cae el consumo de alimentos de la población el complejo sojero-cerealero anotó ventas por 15.000 millones de dólares entre enero y mayo (récord absoluto que casi duplica la media de la década anterior). Este último sector se vale de triangulaciones en países donde tienen filiales y de artilugios legales para no liquidar la totalidad de las divisas y pagar menos retenciones: según un estudio del Mirador de la Actualidad del Trabajo y Economía solo sobre el 24 de febrero, por haberse anticipado al inicio de la guerra y presentar declaraciones juradas de exportaciones de aceite de soja que serían efectivizadas semanas después a precios mucho mayores, habrían eludido unos 200 millones de dólares (Página 12, 6/6).
Este es el trasfondo de que, a pesar de los récords de exportaciones de materias primas, la meta de acumulación de reservas fijada por el Fondo se ve cada vez más lejana. El balance de las intervenciones del Banco Central en el mercado de cambios arroja que en lo que va del año apenas pudo acumular unos 1.000 millones de dólares, poco más que una sexta parte de lo que había logrado a esta altura el año pasado. Por eso hacia la próxima revisión fondomonetarista se descuenta que el gobierno pedirá un waiver (perdón) por el incumplimiento, pero ello estaría atado a un edurecimiento de otras condiciones; al momento el organismo desechó revisar las metas impuestas. Acá es donde se cuela la crisis del acuerdo como factor de choques con algunos sectores capitalistas.
Que no se trata de un fenómeno pasajero lo revela un hecho lapidario: desde la asunción del Frente de Todos llevamos dos años y medio de superávit comercial, y sin embargo las reservas son menores a las que dejó el macrismo. Las quejas de la vicepresidenta sobre el deporte nacional por apropiarse de los dólares del Central es una cobertura del otro gran rubro de fuga, que es el pago de la deuda externa, que finalmente es la función del cepo cambiario tanto en el mandato de Cristina como ahora.
No tiene nada de inesperado que la renta extraordinaria por el saqueo del país se lo embolse un manojo de grandes capitalistas criollos y extranjeros, mientras se hunde la economía nacional. Los roces que pueda haber con el gobierno obedecen a lo inviable del programa del FMI, pero lo fundamental es que en plena crisis de la coalición oficial el ministro Guzmán se recuesta en el círculo rojo y Alberto Fernández en el imperialismo.
Iván Hirsch
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