Los mismos arrojan que se registró una fuerte caída en los saberes de lengua tanto en séptimo grado como en tercer año. Los chicos tienen dificultades severas para comprender un texto. Si bien los peores resultados se obtuvieron entre los niños y jóvenes de hogares con bajos ingresos, Acuña y Larreta pusieron en el foco que este retroceso sería producto del cierre de escuelas por la pandemia. Sin embargo, la medición en Matemática se mantuvo estable pese al cierre escolar. La docencia y las familias peleamos contra la presencialidad pandémica y nos organizamos para exigir las computadoras y la conectividad necesaria para garantizar la educación a distancia, cosa a la que el gobierno porteño se negó sistemáticamente.
Las estrategias que Acuña sostuvo que vienen a dar respuesta a esto son el cambio de método en lecto-escritura, pasando del constructivista al fonológico, guías orientativas para que las familias impartan conocimientos a los hijos en sus casas, la sumatoria de más días de clase, la extensión de la jornada extendida, horas de apoyo los sábados en la secundaria a los estudiantes que tienen materias previas. Pasar cíclicamente de un método ya conocido a otro ya superado no resuelve la cuestión de fondo. Por otra parte, cantidad no es sinónimo de calidad, y difícilmente se pueda apuntar a la ´calidad´ con contratos precarios como los de los trabajadores de jornada extendida, que muchas veces ni siquiera son docentes ya que la propuesta que se brinda no tiene carácter pedagógico sino más bien lúdico. Este sector no puede siquiera organizarse porque viven bajo la amenaza de que no les renuevan los contratos; además, se los intenta utilizar como rompehuelgas frente a las jornadas de paro. Tampoco se refuerza la ´calidad´ con docentes que trabajan los sábados dando clases que les son remuneradas con meses de atraso o con familias que tienen que trabajar jornadas extenuantes por salarios de hambre.
Ana Belinco
07/06/2022
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