La última semana del año ha pasado a la historia. La aprobación por el Senado de la Nación de la ley que permite la interrupción voluntaria del embarazo (aborto legal) es una conquista histórica de la lucha por los derechos de la mujeres y un golpe enorme a las Iglesias y al sometimiento a la mujer. Este triunfo es solo atribuible a una lucha consecuente de 35 años y que, sobre todo, en los últimos movilizó a millones de mujeres a lo largo y ancho del país, conocida como la Marea Verde.
El gobierno ha debido comprometerse con la aprobación de la ley porque no podía seguir oponiéndose a una movilización que lo superaba. Es decir, la ley le fue arrancada. Es por eso que ha cedido a presiones de los sectores más derechistas para producir cambios que ponen en peligro la integral aplicación del aborto. Es que sus compromisos con las iglesias, fundamentalmente la católica, son enormes; requiere de ellas para que actúen como un factor de contención frente a la evidencia de que el agravamiento de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de quienes habitan en este país es un motor para impulsar luchas y rebeliones populares.
La lucha por la real aplicación de la ley cobra vigencia.
La conquista del derecho al aborto legal tendrá consecuencias más allá del universo que reclamaba su aprobación. Es, como dijimos, un golpe a las Iglesias y a gran parte del aparato estatal montado sobre la opresión en general, y a la mujer en particular. Hay que utilizar este envión para ir por la separación de la Iglesia y el Estado y por la conquista de todos los reclamos populares.
La lucha también trajo esta última semana otros triunfos. Eso lo pueden certificar los aceiteros que obtuvieron una victoria tras 20 días de huelga; o los trabajadores de la metalúrgica de Florencio Varela, GRI Calviño, que el último día del año le torcieron el brazo a la patronal flexibilizadora; o los guardavidas de Monte Hermoso, que se organizaron, fueron a la lucha y ganaron; lo mismo que los músicos de la Orquesta Sinfónica Municipal de Pilar que impidieron con su movilización el desguace de la misma.
La crisis económica y la ofensiva patronal por trasladarla a los trabajadores crean un cuadro de ataques que requieren de una mayor y organización de los explotados. Los reclamos salariales siguen estando a la orden del día; hubo una nueva movilización de trabajadores de la salud que han tenido un año de muchos sacrificios y mucha lucha no solo por el salario, también por las condiciones de trabajo, y fundamentalmente por el derrumbe del sistema de salud.
En la semana, el mismo Congreso que aprobó el aborto legal convirtió en ley un nuevo robo a los jubilados (y van…). El proyecto de movilidad aprobado está inscripto en la política de “desindexación de la economía”, que en términos concretos es desindexar salarios (con paritarias a la baja que, salvo escasas excepciones, están muy por debajo de la inflación) y jubilaciones. Es de destacar el apoyo que la burocracia sindical dio a este nuevo saqueo a los jubilados (incluido a algunos diputados de izquierda como Alderete del PCR). La contraposición fue la movilización que protagonizamos el 18 organizada por el plenario convocado por el Sutna el pasado 12. El Plenario del Sindicalismo Combativo, junto a las organizaciones independientes de jubilados hicieron una conferencia de prensa frente al congreso en el medio de la vigilia por el aborto; a su vez los diputados del FIT-U rechazaron sin vueltas la ley y votaron en contra.
Los ataques son generalizados. Larreta se mandó un impuestazo y un tarifazo que recaerán sobre quienes viven y trabajan en la Ciudad. Esta política no solo es intolerable para la población, tampoco abre una salida a la grave crisis del país en todo los terrenos. El gobierno no da respuesta a los trabajadores de la salud en el medio de un agravamiento de la pandemia; cuando la posibilidad de que la vacuna alivie la situación está atada a un desigual acceso a la misma entre los países “centrales” y los “periféricos”. El sometimiento al imperialismo de quienes nos han venido gobernando en las últimas décadas tiene, como se ve, graves consecuencias.
El desacierto del gobierno en encontrar una salida abre, lógicamente, una deliberación política y una lucha dentro de las fuerzas políticas de la burguesía, tanto de la oposición como del oficialismo. La pelea por el control del PJ de la provincia de Buenos Aires, que ocupó a los medios de comunicación, es una parte de ello.
Lavagna salió a postularse como un recambio no liberal no populista, según sus palabras, que no ahorra tomar planteos de ambos, entre ellos la tan mentada reforma laboral y el avance en la precarización de los, en este caso dice, nuevos trabajadores. Sin embargo Lavagna como los Fernández y los Macri no pueden zafar de las consecuencias de su propia política, la que ha hecho que mientras millones entran en la pobreza o retroceden en sus condiciones de vida, unos pocos han fugado fuera del país capitales equivalentes a un PBI anual entero.
Para los trabajadores la cuestión pasa por organizarse y con el empujón de los triunfos, sobre todo el del aborto, ir por lo propio. Eso es lo que harán los docentes organizados y referenciados en Tribuna Docente que el 20 y 21 de febrero harán su XIII Congreso, para tomar las resoluciones necesarias en defensa de la educación, de los educandos y de los educadores.
Buen año. Buen domingo.
Eduardo Salas
Editor de Prensa Obrera.
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