Debería sorprender (o en realidad no tanto) que el diario La Nación presente en una nota (27/1) a José Luis Espert como “libertario”, es decir como “defensor de la libertad”, cuando el derechista liberal se manifiesta en la misma como partidario de una ofensiva abierta contra los derechos de los trabajadores, de un ajuste brutal del gasto público y de un rumbo colonial para el país.
En una entrevista que transcribe el viejo diario de los Mitre, Espert plantea que hay que “cambiar las leyes laborales”. En su ideario, esto consiste en liquidar conquistas obreras, como expresó en diversas declaraciones realizadas en la campaña electoral pasada proclamando sistemáticamente que había que “limitar el derecho de huelga” para que no se afecten los “derechos del hombre de pie”, o que había que “liquidar el estatuto” que rige la actividad de los docentes.
Además de ser un planteo reaccionario, lo cierto es que tampoco sacaría al país de la crisis. El supuesto resultado beneficioso de esta política derechista se hace pedazos simplemente al ver los resultados catastróficos que ha tenido la brutal liquidación o limitación de derechos -incluido el de huelga- entre, por ejemplo, los trabajadores petroleros, que además sufrieron andanadas de suspensiones y despidos y de muertes obreras, pero la industria sigue en declive y la inversión está paralizada a pesar de los subsidios.
Claro que la vara de Espert mide el derecho a la protesta de manera distinta cuando se trata del aparato represivo. Así, en medio de la pandemia, partió rápidamente hacia La Matanza a apoyar el amotinamiento de la podrida Bonaerense, y a “expresar su apoyo a los oficiales que plantean un reclamo salarial: vengo como un ciudadano más a acompañar a otros ciudadanos tan argentinos como nosotros” (Infobae, 9/9/2020).
En la nota de La Nación, este “libertario” también sostiene que “lo que hay que hacer” es “que los Estados tengan un tamaño razonable”. Para que no queden dudas de que propone despidos masivos aclara que “el Estado no está para dar empleo público, sino para prestar bienes públicos”, aunque por supuesto sin detenerse a explicar cómo se pueden prestar esos bienes o servicios sin el personal que los lleve a cabo.
Queda claro el carácter meramente demagógico de su planteo, de que frente al cuadro grave de la pandemia que está sufriendo la población de nuestro país “hay que fortalecer el sistema de salud”, cuando su llamado es a achicar los gastos y despedir personal. Ni que hablar, además, de la miseria que ganan los trabajadores de la salud, que han estado y están en la primera línea de la pelea contra el coronavirus y que están reclamando desde hace meses que los gobiernos respectivos (nacional, provinciales y de CABA) aumenten los salarios.
Pero Espert no se limita a promover los despidos masivos de empleados estatales a los efectos de “reducir el Estado”. Apenas comenzada la campaña electoral última, luego de lamentarse por la cantidad de pobres que hay en nuestro país, sostuvo que los “excesos” del Estado están en “el millón y medio de empleados públicos, en los tres millones y medio de jubilaciones sin aportes que dio el kirchnerismo, en el millón de pensiones por invalidez y en los cuatro millones y medio de planes sociales” (Perfil, 4/2/2019). Es decir que de pasada se suma al pelotón de partidos patronales que buscan rematar el sistema previsional.
En el reportaje transcrito por La Nación Espert también lanza una “estrategia” económica que llevaría al crecimiento: “mantener la economía bien abierta con el mundo”. Esto, cuando la crisis global está desatando una guerra comercial entre las potencias imperialistas y los capitales se fugan hacia sus casa matrices. Su planteo implica barrer con un sector de la industria nacional y profundizar el sometimiento colonial de la Argentina en el mercado mundial.
Para que quede claro qué intereses defiende Espert basta recordar que, siendo un candidato marginal, al inicio de la pasada campaña electoral, realizó “una gira por los Estados Unidos donde (fue) recibidos por funcionarios de Donald Trump, (visitó) el Congreso y además, (mantuvo) reuniones con empresarios de ese país”.
Un hombre del gran capital, de la mano dura contra los derechos de los trabajadores y de los demás sectores populares, que pretende disfrazarse de personaje “antisistema”.
Nelson Marinelli
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