A más de un año de comenzada la pandemia, los gobiernos capitalistas de Europa, la región más afectada por el coronavirus, continúan mostrándose incapaces de enfrentar la propagación de la enfermedad que por el contrario sigue poniendo en jaque los sistemas de salud y la vida de millones de personas.
Las últimas semanas se caracterizaron por un aumento de los casos positivos y de la tasa de incidencia en todo el continente, a lo que los gobiernos respondieron únicamente con medidas de restricción a la circulación social acusando a la propia población del crecimiento de los contagios por las reuniones en las fiestas de fin de año. Por otro lado, el comienzo de la distribución y aplicación de las vacunas, que fue convertida en un eslabón más de la guerra comercial entre las empresas y los Estados capitalistas, también suscitó crisis políticas habida cuenta la ineficacia mostrada por las distintas administraciones y la escasez de las dosis.
En Francia arreciaron las críticas y el descontento ante el ritmo absurdamente lento de la campaña de vacunación. Al primero de enero, mientras el Reino Unido había logrado vacunar a un millón de ciudadanos, el país galo arrojaba la ridícula cifra de 500 inoculados. Con esta cadencia, el objetivo que se propuso el presidente Emmanuel Macron de aplicar 26 millones de dosis antes del verano carece de todo sustento. A la escasez de las dosis recibidas por el momento (500 mil por parte de Pfizer) se le suma la lenta implementación de dispositivos de vacunación y la intención de no confrontar con los movimientos antivacunas. Macron ha dispuesto la extensión del toque de queda nocturno en 15 de los 96 departamentos para que empiece a regir desde las 18 horas. En Francia la pandemia se cobró 65 mil muertes y en estos días se han registrado hasta 20 mil contagios diarios.
Alemania, otrora ejemplo a la hora de lidiar con el virus, se encuentra sumergida en una crisis sanitaria. El gobierno de Angela Merkel prolongaría durante todo enero las medidas de aislamiento social implementadas en diciembre consistentes en el cierre de los comercios no esenciales, así como de las actividades culturales. Las críticas contra las autoridades crecieron ante lo que es considerado como un ritmo de vacunación lento, adjudicado a la estrategia oficial de negociar en conjunto con la Unión Europea la adquisición de vacunas, lo que hizo que el proceso se retrase en relación a otros países como Reino Unido o Canadá. De acuerdo a algunos medios, ese atraso también se debe a que la UE habría anudado un acuerdo con el laboratorio francés Sanofi que sin embargo no podría tener lista su vacuna hasta fines de año (Deutsche Welle, 4/1). La situación del sistema de salud es crítica a nivel general, con un promedio de muertes diarias que se acerca al millar y con una alta tasa de incidencia en algunos Estados federados, como Sajonia, de 500 infectados por cada 100 mil habitantes.
El Reino Unido puede mostrar cifras de vacunación superiores a las de sus ex socios continentales, pero la situación continúa siendo dramática. La parábola de la política del primer ministro conservador Boris Johnson es llamativa como pocas, al haber tenido que pasar de la práctica negación del coronavirus a dictar, en estos momentos, una cuarentena estricta en cuanto a la circulación social hasta fines de febrero, por el descontrol total de los contagios y el crecimiento de la nueva cepa, más infecciosa que las anteriores. Las autoridades informan que el número de hospitalizados por Covid-19 supera en un 40% al del pico de la primera ola (CincoDías, 4/1). El país se encuentra sexto a nivel mundial en la cantidad de decesos con 76 mil fallecidos.
Por su parte España se estaría enfrentando a una “tercera ola”, como consecuencia de la mayor movilidad y concentración durante las fiestas. La tasa de incidencia del virus creció a 369 por cada 100 mil, cuando por encima de 250 se considera de alto riesgo, los contagios crecieron un 25% en la última semana y la cantidad de camas de terapia intensiva ocupadas por enfermos de covid-19 representa el 23% del total (Elperiódico.com, 4/1). Ante el mayor número de contagios las autoridades dictaron que un mayor número de municipios y regiones deberán aislarse. El ritmo de vacunación ha recibido numerosas críticas en lo fundamental por la baja cantidad de dosis administradas (82 mil), solo un 23% en relación a las disponibles. Esto se debe a los pocos recursos destinados por los gobiernos a esta tarea. España suma más de 50 mil decesos por la pandemia.
En todo el continente se pone de manifiesto el fracaso del manejo capitalista de la crisis sanitaria abierta por el coronavirus. La producción y venta de la vacuna, lejos de haberse realizado a través de una centralización de los recursos, se ha transformado en un botín de los pulpos farmacéuticos y en un negociado común con los gobiernos socios. Las medidas de aislamiento social continúan sin poner en cuestión el funcionamiento de las ramas económicas no esenciales y no están acompañadas de la implementación de protocolos obreros de seguridad e higiene ni de verdaderos planes de asistencia ante el crecimiento del desempleo y la miseria. La clase obrera de toda Europa debe dar una respuesta con un programa propio que tenga como norte la defensa de la salud y de las condiciones de vida populares y no la salvaguarda de la ganancia capitalista.
Leandro Morgan
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