viernes, 23 de marzo de 2012
Legajos docentes de cien maestros desaparecidos
Pertenecen a cien maestros bonaerenses desaparecidos en la dictadura
“Abandono de cargo.” Con ese eufemismo, la dictadura completó los legajos de cien maestros desaparecidos de la provincia de Buenos Aires. Hoy, en un acto en el que van a participar los presidentes de 60 centros de estudiantes de la provincia, esta situación se va revertir: la titular de la dirección de Educación de la provincia, Silvina Gvirtz, dará a conocer una resolución por la cual los legajos de los maestros desaparecidos van a completarse con la leyenda “Desaparición forzada”. Además, se le entregará el certificado analítico del secundario con su verdadero nombre a Francisco Madariaga Quintela, quien recuperó su identidad y a su papá hace dos años y a los centros de estudiantes les legarán urnas que se usaron en las elecciones de 1983.
“Mi mamá pintaba las paredes de la escuela, hacía las cortinas, despiojaba a los chicos, y yo siempre que me imaginé su desaparición pensé en esos chicos que de repente se quedaron sin maestra. Siempre me conecté desde ahí con ella, y creo que esto sirve para darle un cierre a las cosas, de darle un sentido y que no sea ‘bueno, un día no estoy más’.” Con esas palabras resumió el proyecto la responsable del programa de Derechos Humanos y Educación, Julia Coria. Su mamá, María Esther Donza, era maestra de grado. Fue secuestrada el 19 de febrero de 1977, en Adrogué. “Este es un acto de reparación para los maestros que, como Donza o Haroldo Conti, nunca abandonaron la pasión por la enseñanza”, explicó Gvirtz a Página/12.
–¿Cuál es el objetivo de cambiar el rótulo en los legajos?
–Por un lado, es un acto de reparación. Por otro lado, con lo de Francisco (Madariaga Quintela) se está restituyendo un derecho no individual, sino colectivo, que es el derecho a la identidad, acompañando el trabajo incansable de las Abuelas.
–¿Cambiar de “abandono del cargo” por “ausencia por desaparición forzada” es una medida simbólica?
–Es mucho más que eso. Es pasar de una mentira a una verdad; de un legajo donde se oculta al docente a un legajo donde el docente es víctima del terrorismo de Estado. Es un acto de justicia.
–¿Cómo trabajan este tema con los alumnos?
–La tesis doctoral de Julia Coria es sobre este tema, cómo se trata en la escuela el Día de la Memoria, y la conclusión es que cada vez se trabaja más y mejor: hay pocas escuelas que no lo trabajan correctamente y sobre las que hay que insistir. Recordar esta fecha es una política de Estado desde el 2003 y sirve para generar la posibilidad de un futuro mejor, porque no se puede construir una democracia sobre bases frágiles.
–¿Cuáles son los desafíos de la Memoria en el área educativa?
–Profundizar la organización de los estudiantes con más centros –actualmente hay unos 1900 en la provincia–, profundizar el trabajo de derechos humanos en temas como la discriminación y seguir trabajando en los modos de participación, como los Consejos de Convivencia.
–¿Cambiaron los centros de estudiantes en los últimos años?
–Muchísimo. En las últimas dos décadas, los centros sólo podían estar a la defensiva. Hoy, en cambio, construyen comunidad: organizan cursos de computación para sus papás y abuelos, ayudan a las primarias a armar bibliotecas, reconstruyen una plaza... Hacen un trabajo proactivo, porque estamos en un gobierno que viene trabajando en la consolidación de derechos, y la gran mayoría de los centros acompaña estas políticas.
Informe: Sol Prieto.
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