No pasó una semana de la asunción del nuevo mandato presidencial, y el kirchnerismo ya se topó con dos crisis políticas de fondo, que envuelven a las principales bases de sustentación del “gobierno del 54%”. Por un lado, el choque con Scioli y el aparato de “seguridad” de la bonaerense. Por el otro, el que protagonizó Moyano en el acto de Huracán. El telón de fondo de la crisis es la política de ajuste oficial, que han impuesto la bancarrota capitalista internacional y el agotamiento de los recursos financieros del gobierno. La crisis “temprana” de este bonapartismo tardío plantea reforzar la lucha política por una alternativa de izquierda y anticapitalista.
Intervencionismo oficial
La puesta en marcha del ajuste ha reforzado en todos sus términos el intervencionismo oficial y ha desatado, al mismo tiempo, múltiples contradicciones. Por caso, la eliminación de subsidios a la energía fue acompañada por una lluvia de reclamos patronales -de las propias petroleras en primer lugar, en favor de un aumento e incluso de la liberación de precios o tarifas. El gobierno se ha reservado una nueva prórroga de la ‘emergencia' -o sea, el gobierno por decreto. Los explotadores reclaman también la "lucha contra la inflación", o sea un "tope" sobre los salarios en las paritarias. El gobierno sustrajo del Congreso la discusión del mínimo no imponible, para canjearlo por un tope de aumentos en esas paritarias. "Sentándose" sobre los salarios, los K quieren postergar la devaluación que reclama la burguesía agraria e industrial -o sea que quiere proceder, como Papadopolus, los Monti y los Rajoy, a lo que se llama "una devaluación interna". Pero la marcha de la recesión mundial y la caída de los precios internacionales podrían echar por tierra estas pretensiones, todavía más que en Europa. El fantasma de una devaluación temprana y de un Rodrigazo sobrevuela sobre las cabezas del nuevo gabinete. Lorenzino, el hombre que "devolvería a la Argentina al crédito internacional", debutó anunciando que la Argentina seguirá financiándose "internamente" -o sea, que continuará exprimiendo los recursos de la Anses. El tan anunciado pago al Club de París sería financiado con bonos que el Estado le colocaría compulsivamente a la caja de los jubilados. El anunció de CFK, cuando reasumió, de una política económica de "sintonía fina", "sector por sector" y "empresa por empresa", equivale a una política de deflación en medio de tarifazos e impuestazos.
CGT
En la misma tribuna donde sólo se escuchaban los elogios al "modelo de crecimiento" y al "despegue nacional", Moyano tuvo que referirse a "una crisis, que están pagando los trabajadores". Las fuentes de financiamiento interno del kirchnerismo tienen en la mira a las cajas de las obras sociales, como acaba de ocurrir con el Renatre. Moyano intenta darle un cariz político al choque con el gobierno, al anunciar su renuncia a los cargos en el PJ y constituir un bloque propio en el Congreso, pero todo dependerá de que logre reunir al conjunto de la burocracia sindical, cuando muchos sectores de la misma han sido tentados para ocupar el lugar de Moyano en la CGT.
Un arbitraje en crisis
El bonapartismo oficial no sólo es tardío porque debe gobernar con sus cajas agotadas. El gobierno del 54% no puede abandonar su condición de un régimen de camarilla, y de jefatura personal. En estas condiciones, la lucha por paritarias libres, por derrotar el tarifazo, por restituir las asignaciones familiares, terminar con el impuesto al salario y desprocesar a los luchadores, deben enmarcarse en un propósito político de conjunto: agrupar a los obreros y a los luchadores en una perspectiva propia. Con este propósito, llamamos a reforzar las filas del Partido Obrero, para fortalecer y desarrollar al Frente de Izquierda como alternativa política de conjunto.
Marcelo Ramal
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