Si bien la imputación no impide a Trump competir en las elecciones presidenciales de 2024, un juicio por la causa Stormers coincidiría aproximadamente con la campaña electoral. De acuerdo a los tiempos judiciales, debería llevarse a cabo poco antes o después de los comicios y, por tanto, se transformaría en un hito de la elección.
Es indudable que para un Biden debilitado por la crisis económica, el peregrinaje de Trump por los tribunales y la polarización con el magnate es una tentación política. Teniendo poco y nada que ofrecer a los trabajadores norteamericanos, el actual presidente podría tratar de cimentar una eventual campaña por su reelección bajo el eje de impedir un regreso del magnate golpista a la Casa Blanca.
A Trump tampoco le desagrada la polarización con Biden. Considera que le sirve para posicionarse en la interna republicana, donde enfrenta al gobernador de Florida, Ron de Santis, uno de los que salió más favorecido de las elecciones de medio término.
El expresidente denuncia una persecución política y aprovecha la crisis económica para potenciar su agitación contra el gobierno: habla de la “crisis bancaria de Biden” y de la inflación más alta en décadas. Es un planteo demagógico, ya que él no ofrece ninguna perspectiva a los trabajadores. Su gestión, de hecho, estuvo marcada por un manejo calamitoso de la pandemia, que tuvo en Estados Unidos el mayor número de víctimas en el mundo. En medio de ese desastre, Trump se concentró en defender los negocios de la clase capitalista, vía subsidios y oponiéndose a las medidas de aislamiento social. En 2020, el malestar acumulado condujo a una rebelión popular, desencadenada por el crimen de George Floyd.
Frente a este escenario económico, Biden ha presentado un proyecto de presupuesto 2024 que instituye un impuesto a los billonarios e incrementa el impuesto a las sociedades, con el declarado objetivo de fortalecer una red de asistencia social y sanitaria. De paso, se contempla también un notable aumento del presupuesto militar y nuevas partidas para auxiliar al régimen ucraniano.
Este plan, según los medios, es solo una plataforma electoral, ya que no superaría la votación en la Cámara de Representantes, que quedó bajo control republicano tras las últimas elecciones legislativas.
Así las cosas, la crisis augura un panorama difícil para los demócratas, con los republicanos tratando de explotar en las urnas el malestar popular.
Frente al nuevo circo político que proponen demócratas y republicanos con la imputación de Trump -quien debería declarar en las próximas semanas en la causa- es necesario que los trabajadores se abran paso con su propia agenda política y reivindicativa.
Gustavo Montenegro
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