Hace unos días, la noticia futbolística de que Argentina iba a ser sede del Mundial sub 20 de fútbol fue toda una sorpresa. La FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, decidió bajar de la organización, meses antes de que comience el certamen, al anfitrión Indonesia “debido a las circunstancias actuales del país”.
Indonesia es el país con más cantidad de musulmanes de todo el mundo –más de 240 millones, 86 % de la población. Para el pueblo indonesio, la causa del pueblo palestino es sagrada. Por su parte, el gobierno no reconoce a Israel como Estado y no tiene relaciones diplomáticas con el mismo. Este sentimiento nacional pro Palestina colisiona de lleno con la primera participación en la historia de la selección israelí en un mundial sub 20. Haciendo un paréntesis, vale recordar que Israel, desde 1991, no compite en la Federación Asiática de Fútbol, sino en la Unión Europea de Fútbol Asociado, debido a la negativa de varias de las federaciones vecinas de enfrentarse con Israel por los actos de guerra a Palestina y otros países de la región.
La crisis empezó cuando, días antes de la fecha en la que sería el sorteo de la fase de grupos, el 20 de marzo, decenas de personas marcharon en Yakarta para protestar contra la participación de su selección en la competición, en boicot a Israel y en apoyo a la causa palestina. Debido a esto se debió postergar el mismo 15 días más adelante, con la amenaza seria de la cancelación de la competencia. A esta situación se le sumó el pedido de Wayan Koster, gobernador de la isla turística de Bali -una de las sedes y uno de los lugares a ser promocionado el turismo del país- solicitando que se le prohibiera a Israel competir en la mencionada provincia. A la solicitud se sumó el gobernador de la región de Java. Analistas políticos hacen referencia a que, tanto el gobernador de Bali como el de Java, del mismo partido político del gobierno nacional, pero de facción enfrentada, con las críticas a Israel se busca cosechar consenso de cara a las elecciones previstas para febrero de 2024. Por su parte, el presidente de Indonesia, Joko Widodo, apeló al público en un discurso televisado donde reiteró el apoyo a los palestinos, pero también destacando que el país debe seguir las normas de la FIFA.
La crisis abierta buscó ser arbitrada por el multimillonario accionista del Inter de Milán y socio minoritario de la franquicia de la NBA, Philadelphia 76ers -entre otros “emprendimientos” deportivos- Erick Thohir, presidente de la Federación Indonesia de Fútbol. Debido a que no había una vuelta atrás por parte de la gobernación de Bali y por miedo que las movilizaciones anti Israel se multipliquen y se cuelen de lleno en el certamen, Gianni Infantino, el mandamás de la FIFA, decidió bajar a Indonesia de la organización del mundial y la descalificación de su selección del certamen.
No es la primera vez, en el último tiempo, que la FIFA actúa así. El año pasado, tras la invasión rusa a Ucrania, se dictaminó descalificar a Rusia del mundial de Qatar 2022 y con ello se ayudó en la clasificación a Polonia, otro ariete de la OTAN en el este europeo. Naturalmente, estas decisiones no son arbitrarias, son políticas. En otros momentos de la historia no se ha condenado a otras selecciones. Por lo mismo, Estados Unidos no fue sancionado en 1990 por invadir Irak o Inglaterra en 1982 por invadir Malvinas. Es decir, lo que muestra la “tarjeta roja” a Rusia e Indonesia —en una defensa a la selección del Estado genocida— es que la FIFA sea alineada con la propaganda imperialista de la OTAN, en el campo deportivo.
Mauri Colón
04/04/2023
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