El secretario general de la CGT, Pablo Moyano, se destacó recientemente por haber rendido culto a la personalidad del embajador norteamericano Marc Stanley. En la misma sintonía cipaya estuvieron Roberto Baradel y Hugo Yasky, quienes este martes posaron para la foto con el embajador mientras miles de docentes se encontraban de paro, reclamando aumentos salariales y rechazando el ajuste contra la educación pública. Probablemente la burocracia sindical nunca dé la nota por defender las reivindicaciones del movimiento obrero.
“Nos sorprendió Marc Stanley, es mucho más peronista que muchos de los nuestros y resaltó la función social y laboral de los sindicatos de Estados Unidos”, señaló Moyano en el programa Desiguales de la TV Pública, en el cual también reveló que se había reunido un mes atrás con Stanley, junto a otros dirigentes de la CGT. Moyano no se privó de lanzar loas al presidente yanqui Joe Biden, al que definió como un promotor de la sindicalización en Estados Unidos por el “apoyo” que brindó a un proceso de ese tipo en Amazon. Sin embargo, lo que dijo no fue más que una impostura alejada de la realidad.
El episodio de Moyano tuvo lugar en momentos en los que el “superministro” Sergio Massa acaba de instalarse nuevamente en Argentina luego de su tour por Estados Unidos y cuando la jefa del FMI Kristalina Georgieva viene de saludar el “compromiso de todo el gobierno” con el cumplimiento del programa económico fondomonetarista, o sea, con el desarrollo de una ofensiva histórica contra los trabajadores en beneficio del capital. La posición de Moyano es una manifestación del carácter proimperialista del peronismo y de su compromiso con la tentativa de imponer una paz social para hacer pasar el plan de guerra fondomonetarista contra los trabajadores.
La naturaleza abiertamente proyanqui del peronismo (en todas sus variantes) se puso de manifiesto como nunca con la colocación de Massa como ministro de Economía. El ala K no se queda atrás, lo prueba la reunión que el “presidenciable” Eduardo de Pedro tuvo a mitad de agosto con el embajador Stanley y diversos popes de la burguesía argentina y norteamericana, o la famosa cumbre entre Cristina Kirchner y la generala del Comando Sur de los EEUU.
Moyano es una expresión del proimperialismo peronista, lo que tiene el agravante de que se trata de un elemento vinculado directamente al movimiento obrero. Es consecuente con la política de la CGT, la cual apoya el pacto con el Fondo y es partidaria de pagar la deuda externa, colaborando activamente con esa tarea mediante la firma de paritarias a la baja y poniendo un chaleco de fuerza sobre el movimiento obrero para que no se levante contra el ajuste en curso.
La dirección de la CGT se ha convertido en una enemiga en todos los planos de la clase obrera. Moyano ha llegado a tener el tupé de atacar al Partido Obrero con mentiras y chicanas de bajo vuelo y de contenido macartista (“Partido Obrero sin obreros”). Pudo haber evitado el ridículo si pensaba tan solo un segundo en que no hay nada más alejado de los obreros que ser un sindicalista propatronal y proyanqui, o ser parte de una casta privilegiada cuyos intereses son extraños a los de la clase trabajadora; de esa casta parasitaria forman parte Moyano y sus amigos de la CGT.
Los trabajadores debemos romper con el peronismo del FMI, echar a la burocracia de los sindicatos, y poner en pie un movimiento popular con banderas socialistas, que luche por un gobierno obrero.
Una aclaración final sobre los comentarios de Moyano acerca de Biden y el proceso de sindicalización en Amazon: el presidente demócrata pretende disciplinar la organización sindical de los obreros norteamericanos y evitar una irrupción generalizada de protestas. Es que la situación de los trabajadores en Estados Unidos ha estado empeorando al calor de la crisis y los picos históricos de inflación. En ese marco, aumentó considerablemente la tasa de deserción en varios eslabones del mercado laboral yanqui, fundamentalmente en la industria de servicios, debido a los salarios bajos (o estancados) y a la precarización laboral. Y existe una tendencia cada vez más creciente a que los trabajadores laboren más horas para compensar la pérdida salarial, y a la intensificación de los ritmos de trabajo.
Biden estaría satisfecho si las conducciones de los futuros sindicatos norteamericanos fueran entreguistas y antiobreras como las de la CGT argentina.
Nazareno Kotzev
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