Hernán Muhafara, director para el Sector Público y Educación para Latinoamérica del pulpo informático Intel, publicó una nota titulada “Cómo aceleramos la incorporación de las habilidades del futuro dentro del sistema educativo” en donde señala que “El mercado laboral está en constante cambio y demanda nuevas habilidades que serán necesarias para emprender y/o crecer en las organizaciones modernas” (19/09). En el artículo pondera la enseñanza de las llamadas “Habilidades del Siglo XXI (socioemocionales y cognitivas)”. Muhafara fue un orador destacado en el “4to Foro de Líderes por la Educación” organizado por el diario Perfil junto con UNICEF y la UBA realizado el 13 de septiembre en el Centro Cultural Kirchner.
En la misma tónica, una nota publicada en Infobae (20/9), Andrés Pallaro, director del Observatorio del Futuro Universidad Siglo 21, señala que “las principales habilidades que las empresas creen como vitales para los trabajadores del futuro, son las consideradas “soft skills” (“habilidades blandas”), especialmente aprendizaje continuo, trabajo en equipo, calcular tiempos de tareas, expresar ideas con claridad y otras. En sintonía con diversos estudios mundiales, aquí están las habilidades centrales a cultivar en las personas bajo la expansión de la economía digital”.
Es la política del FMI y la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) que apoyaron, bajo el macrismo el “Plan Maestro” para avanzar nacionalmente en adiestrar a los futuros trabajadores en ‘habilidades blandas’. Su creación fue votada por unanimidad por la ‘grieta’ en el Consejo Federal de Educación y tiene como soporte la Ley de Educación Nacional (LEN) sancionada por el kirchnerismo y sustentada en la menemista Ley Federal de Educación y recibió una amplia resistencia del movimiento docente y estudiantil. En la CABA esta contrarreforma educativa ya viene aplicándose con la “secundaria del futuro”, eliminando materias y contenidos por ‘educación financiera’ y pasantías laborales en empresas. El concepto es cristalino: los jóvenes deben ser formados en ‘habilidades’ de carácter flexible, precarias y cambiantes pues las demandas que requieren los puestos de trabajo de las empresas capitalistas en la ‘era digital’ son temporales y circunstanciales, en oposición a una formación que tenga como base los saberes humanos de carácter universal. Salen contenidos, ingresan ‘habilidades’. Las ‘nuevas habilidades’ se llevan bien con la mal llamada ‘calidad educativa’ que presenta el fenómeno educativo no como un fenómeno social, sino como una mercancía plausible de ser valorizada por parámetros establecidos por el mercado. Quienes quieren sustraer a la educación del metabolismo social están sin dudas defendiendo un mojón lucrativo sobre la educación.
Una muestra de ‘trabajo digital’
En un informe publicado por la OIT (2019), “Las plataformas digitales y el futuro del trabajo”, se describe crudamente la realidad ultra precarizadora de los ‘nuevos trabajos’. En las plataformas digitales que se basan en la geolocalización, como Uber o Pedidos Ya, la clave es una fabulosa reducción de costos fundamental a partir de la contratación de personal en carácter ‘independiente’ (freelance), que es un aspecto central del llamado ‘cambio en el mercado laboral’. Pero hay otros trabajos en los que, de igual manera, sin establecer una relación laboral estable, convenio y seguridad social, por un bajísimo ingreso, los trabajadores -especialmente jóvenes y en muchos casos con un elevado nivel educativo- desarrollan tareas en internet de carácter ultrarepetitivas y monótonas, llamadas “microtareas”, que implican la subdivisión de tareas en pequeñas unidades. Esto se ha llamado ‘crowdsourcing’, en donde una empresa contratista (el pulpo Amazon, por ejemplo, es una de ellas) dispone de una oferta laboral que alcanza a todo el planeta a pedido, las 24 horas del día los 365 días del año, sin incurrir en costos fijos específicos, pues se hacen en forma remota en el hogar o donde sea que se tenga una computadora con conexión a internet. Las tareas involucran categorizar, recopilar y transcribir datos; editar, crear, consultar y validar contenidos; hacer calificaciones ‘truchas’, encuestas y experimentos. El trabajo es organizado por algoritmos creados por las propias empresas que asignan cada tarea individual a múltiples trabajadores, sobre los cuales no existe ningún control y muchas veces involucran prácticas inmorales, engañosas y fraudulentas. Muchas de estas microtareas son las que todavía no pueden hacer las llamadas ‘inteligencias artificiales’, como por ejemplo verificar el contenido de un video que ha sido subido a youtube. Otra de estas microtareas consiste precisamente en la recopilación de material destinado al aprendizaje automático o la inteligencia artificial, por ejemplo, “grabar 30 gestos con la mano usando la cámara de su computadora portátil”.
El trabajo en las plataformas digitales significa un salto en el rol de apéndice del ser humano ante la máquina, en este caso directamente ante un código de programación. Un trabajo deshumanizante, mal remunerado para perfeccionar una inteligencia artificial que será luego utilizada por una empresa para incrementar sus ganancias. De un modo general, la automatización y digitalización que reemplazan puestos o tareas laborales, engrosan las filas de desocupados o semi ocupados -`el ejercito de reserva’- en todo el mundo, operando como un gran factor de degradación del trabajo y las condiciones laborales. La competencia capitalista se agudiza con la automatización y la digitalización y por ello precisa métodos más barbáricos de explotación laboral. Al mismo tiempo, impone una barrera mayor –‘digital’- entre la actividad de trabajo consciente, creativa, con propósito y el producto resultante, es decir, se refuerza el carácter alienante del trabajo asalariado, tal como fuera definido por Marx en El Capital. La pauperización del trabajo bajo el capitalismo no tiene parangón y con él pretende arrastrar al conjunto del sistema educativo.
Es cierto que las corporaciones requieren mano de obra cada vez más especializada en la programación de, por ejemplo, estos algoritmos que luego se utilizarán para la administración del trabajo de otros trabajadores, en condiciones de precariedad absoluta. Pero la formación superior en estos conocimientos está reservada a una minoría de la población, partiendo de la base que esta formación requiere como punto de partida la disposición de dispositivos informáticos modernos y conexión a internet –algo vedado para la inmensa mayoría de las familias trabajadoras, tal como quedó demostrado con la pandemia.
Debacle de un régimen social
La involución histórica de la educación está directamente relacionada con la debacle histórica del capital. Mientras en el pasado fue necesario alfabetizar a sectores enteros de la población que fueron proletarizados con el objetivo de alimentar un proceso de progreso técnico y productividad –aspecto clave en la competencia y lucro capitalista- asistimos a una etapa en donde se requiere una fuerza de trabajo objeto de un simple entrenamiento ‘digital’ ante un escenario de brutal estancamiento de las fuerzas productivas o directamente su destrucción masiva (pandemia, guerras). Se esconde bajo la virtualización un embrutecimiento creciente del trabajador que permita contrataciones flexibles, jornadas sin límites, tareas monótonas, repetitivas y con remuneraciones devaluadas, que es la manera mediante la cual el capital pretende salir –sin éxito- de su debacle. Es aquí donde se integran otras reformas para consolidar la degradación educativa como la eliminación de un régimen académico o el reemplazo de materias por ‘áreas’.
Ríos de tinta se escriben en los medios de prensa de la burguesía sobre la llamada ‘crisis educativa’, reflejada en los bajísimos resultados de las evaluaciones estandarizadas como las PISA y ‘Aprender’ en matemáticas, compresión lectora y comunicación escrita. Al mismo tiempo, se relativiza el ahogo presupuestario, no solo porque hay que pagar la deuda a los fondos financieros, sino porque ‘el sistema está fallando’. Se exige este alineamiento del sistema educativo con un mercado laboral híperprecario y con ello barrer, por supuesto, todos los convenios colectivos laborales y las organizaciones sindicales. La precarización educativa es la precarización del trabajador de la educación, cuya lucha es vilipendiada todos los días (hablando de ‘discursos de odio’) por los gobiernos y los grandes medios de comunicación. La analogía es incluso directa: eliminar los ‘viejos’ diseños curriculares junto con los ‘viejos’ estatutos docentes.
La lucha contra la degradación educativa solo vendrá de la mano de una lucha enérgica de los trabajadores de la educación y por la reorganización de la sociedad sobre nuevas bases sociales.
Emiliano Fabris
24/09/2022
Referencias: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---dgreports/---dcomm/- publ/documents/publication/wcms_684183.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario