jueves, 2 de diciembre de 2021

Hotesur, una metáfora de los gobiernos “que supimos conseguir”


La historia del lavado de dinero entre la familia Kirchner y Lázaro Báez remonta a la época de la conquista española. Los reyes de España premiaban con concesiones de tierras en territorio americano a quienes habían participado con ese mismo propósito en la reconquista de España contra los árabes. En aquellos tiempos, la "economía circular" terminaba con el ingreso del oro al Tesoro de la monarquía, que acabó migrando, por medio del comercio, a la Gran Bretaña. Todavía no se había etiquetado a “la patria contratista”, pero fue lo que se siguió haciendo con la enfiteusis (la enajenación de tierras fiscales para garantizar el pago de la deuda externa); el reparto de territorios indígenas a los militares de Rosas y Roca; el regalo de los espacios contiguos a la construcción de vías férreas a consorcios británicos; para concluir con los contratistas de obras públicas con el estado y con los cuadernos de Centeno. Aunque repudien al capitalismo "prebendario", es lo que continúan haciendo los fondos que engordan sus ganancias a través de la deuda externa y la fuga de capitales. 
 Los jueces que absolvieron a la familia Kirchner del lavado de dinero, se saltaron el paso del juicio oral y público que se había preparado durante años. Alegaron que la familia había recibido un dinero en forma completamente legal, porque las ganancias que les derivaba Lázaro Báez, a través de compras y alquileres de hoteles, provenía de construcciones públicas completamente legales. En ausencia de sobreprecios, el canje comercial entre el constructor y los K no se diferencia de los millones que ocurren, días más, días menos, en el mundo entero. 
 Lo curioso es que la transparencia de los contratos de obras y la inexistencia de sobreprecios aún no se han probado, porque forman parte de otro juicio: el de Vialidad. La acusación, en este caso, incluye la cartelización de obra pública o la imposición de un único oferente. En caso de probarse la configuración de un delito en este caso, que el abogado Beraldi, un K, asegura que es imposible, se configuraría el “autolavado”, por el cual la familia Kirchner recibía un dinero por obras ordenadas por la administración que presidía CFK. En cualquier caso, los jueces dictaron una absolución en la causa lavado de dinero, a partir de otra causa, Vialidad, aun inconclusa. Todo esto podría haberse zanjado en un juicio oral y público, pero estos jueces lo consideraron redundante. Este tipo de absolución ya se había dictado en los casos del "dólar futuro" y el "memorando con Irán", con lo cual la Vice había labrado ya unos buenos antecedentes. Como el descarte de los juicios orales tienen lugar cuando hay fuertes elementos probatorios para dictar la absolución, el kirchnerismo denuncia que estos casos son la prueba de que el juicio oral y público por autolavado forma parte de una campaña persecutoria. 
 Las cuestiones mencionadas seguirán su curso legal, a través de sucesivas apelaciones, hasta llegar a la Corte, que no dejará de tomarse un largo tiempo para decidir. Ya ocurrió con Menem. Pero la administración kirchnerista, como la de Lula en Brasil, ha estado repoblada de latrocinios, con especial cariño por los ferrocarriles y, adicionalmente, la impresión de billetes-moneda. Fueron desfalcos que llegaron al crimen, como ocurrió con nuestro compañero Mariano Ferreyra, por la autorización de obras tercerizadas, por parte de la administración de ferrocarriles y la secretaria de Transporte. Lo mismo con algunas masacres, como la de Once y los pasos a nivel. Una pasión que se trasladó al otro campo de la grieta, como la alianza del macrismo con Odebrecht en el soterramiento del Sarmiento. Macri tiene antecedentes penales de contrabando y el desfalco del Correo. Frecuenta los paraísos fiscales, Tiene a sus amigos, Arribas y Majdalani (ésta última otrora kirchnerista), en problemas judiciales y vedada la salida del país. 
 El régimen político de Argentina, que el politólogo Andrés Malamud juzga “resiliente”, o sea inmune a los desfalcos de todo tipo, es una réplica de lo que ocurre en toda América Latina. El chileno Piñera y el ecuatoriano Lasso, imputados en los Pandora Papers y en negocios incompatibles con la condición de funcionario público, son un caso. La tanda de presidentes peruanos fugados, encarcelados y suicidados. Bolsonaro, denunciado por "rachadinha" (dinero del Congreso) y negociados con materiales de tratamiento de pandemia e incluso genocidio, por el oxígeno para respiradores negados al estado de Amazonas. Los desfalcos "bolivarianos", incluido el kirchnerista Antonini Wilson. Los regímenes narcotraficantes en Centroamérica; el paramilitarismo del régimen colombiano. Esta gigantesca podredumbre es una expresión de la descomposición sin salida de los regímenes políticos en su conjunto. El mismo Lula zafó de una condena de doce años, pero con una buena parte de sus asesores más próximos con delitos probados, y como responsable de la promoción de la mayor desfalcadora que se ha visto, las firmas de la construcción de Brasil, encabezadas por Odebrecht. 

 Jorge Altamira 
 30/11/2021

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