Xiomara Castro, esposa del ex presidente José Manuel Zelaya Rosales, derrocado por los militares en 2009, ha obtenido una victoria arrasadora (53,6%) contra el 33,8 obtenido por Nasry Asfura, candidato del Partido Nacional, el partido de los golpistas. En tercer lugar quedó el Partido Liberal, que presentó como candidato a Yani Rosenthal -detenido hasta hace pocos meses en Estados Unidos por lavado de activos- y cosechó un 9%.
La participación en los comicios fue denominada por los medios y analistas políticos como masiva - un 68% del padrón electoral. La consigna utilizada por Castro fue “Voto masivo mata fraude”.
Honduras bajo el mando de los nacionalistas y los militares se había convertido en un narco Estado. El actual presidente, Juan Orlando Hernández, tiene a su hermano, Tony Hernández, cumpliendo prisión perpetua en los Estados Unidos, como responsable de una red internacional de narcotráfico. A Hernández lo acompaña en su estadía el hijo del ex presidente Porfirio Lobo Sosa, quien gobernó entre el 2009 y 2013, también por narcotráfico.
Los actuales candidatos de los nacionales no llevan un mejor prontuario: David Chávez, actual diputado y candidato a alcalde de Tegucigalpa - la capital hondureña - puso en riesgo su victoria al subir al escenario en un estado de presunta embriaguez en el cierre de campaña. Nasry Asfura, por su parte, es conocido como “Papi a la orden” (sic), acusado de múltiples violaciones a los derechos humanos en su rol de alcalde de Tegucigalpa. Los nacionales son un armado delictivo hecho y derecho.
Castro ha sido desde el golpe de estado de 2006, una figura de la oposición, ligada al Frente Nacional de Resistencia Popular, del cual ha surgido su partido “Libre”. La campaña política estuvo centrada en la denuncia de los aspectos más atroces de la camarilla nacionalista: el narcotráfico, la corrupción, la miseria y la violencia contra las mujeres y las disidencias sexuales así como de opositores políticos - una campaña contra el “odio”.
Xiomara Castro aparece como la única salida a la disolución nacional de Honduras, capturada por un lado por el narcotráfico y el crimen organizado, y forzada por el otro a una intensa emigración hacia Estados Unidos, a través de Guatemala y México. No hay vocero de la burguesía mundial que no salude, de un modo u otro, la victoria de Castro. Por lo señalado, Honduras ya no es siquiera el país que asistió al derrocamiento de su marido, hace quince años. Castro acogió con beneplácito el apurado saludo de su contrincante, Nasry Asfura. Para conservar el apoyo de las grandes potencias, ha prometido una política de conciliación nacional, que es una advertencia anticipada a su fracaso., Cuando Manuel Zelaya fue sacado de su domicilio en pijama por el alto mando, el chavismo era todavía una fuerza pujante, lo mismo que el lulismo, que se atrevió incluso a ofrecer su embajada para traerlo de nuevo a Honduras. Todo aquello es sólo cenizas. Honduras, el domingo pasado, como Perú hace dos meses, es una metáfora de toda América Latina, cuyos países atraviesan por diversos estadios de disolución nacional.
La situación social sumamente crítica, el 74% de los hondureños están en la pobreza y las caravanas migrantes, multitudinarias desde 2018, no han cesado. Según Página/12, “Las remesas que envían quienes viven en el exterior superan en valor al 20 por ciento del Producto Bruto Interno, convirtiéndose en el mayor ingreso económico que tiene el Estado y en el único ingreso que tienen muchas familias.” (30/11).
A pesar de la magnitud de los embarazos adolescentes, Oxmara ha prometido restablecer la famosa “pastilla del día después”, ilegalizada por los militares, pero ha evitado pronunciarse por la aprobación del aborto. En Honduras, las tasas de femicidios y de asesinatos de miembros de los colectivos lgtbiq+, son altísimas.
Salvador Nasralla, el nuevo vicepresidente, se sumó a la fórmula presidencial a finales del año pasado tras un acuerdo con Zelaya en persona. Proviene de sectores que han sido hostiles al ‘zelayismo’, pero que a instancias de Biden, se han resignado a Castro como alternativa última.
El nuevo gobierno no representa las necesidades de las masas ni ha nacido de una lucha consecuente contra los golpistas. La disolución nacional que amenaza a toda Centroamérica, solamente puede ser superada una Federación Socialista de Centroamérica y el Caribe.
Joaquín Antúnez
01/12/2021
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