El anuncio produjo enseguida una caída de las acciones de Moderna, Johnson & Johnson y Pfizer, aunque esta última tuvo una recuperación ulterior. El jefe de Vigilancia Médica de Estados Unidos, Anthony Fauci, no demoró en señalar su desaprobación, alegando que sería perjudicial para los propósitos que pretende obtener la suspensión, debido a las dilaciones que generarían los conflictos de orden legal. La suspensión es una propuesta para ser discutida en la Organización Mundial de la Salud, lo que llevará su propio tiempo.
Los especialistas en el tema advierten que alcanzar ese acuerdo llevaría su propio tiempo, sin garantías de resultados. Aunque Biden se mostró partidario de medidas de este tipo durante la última campaña electoral, tanto EEUU como la UE habían rechazado los planteamientos en ese sentido efectuados por la India y Sudáfrica, precisamente en la misma OMS. Advirtieron lo de siempre, a saber, que dañaría el estímulo a la investigación e inversión privada. Todo esto a sabiendas de que el Tesoro norteamericano financió los trabajos de Moderna, con dos mil millones de dólares, y anticipó la compra de las vacunas Pfizer desde el inicio de la pandemia.
La renuncia a la patente se intentó en el pasado con los medicamentos para el SIDA, sin resultados. No obstante esto, Brasil y Sudáfrica impusieron precios máximos a los retrovirales, para hacer frente a una epidemia que quedó fuera de control. En el caso actual, la propuesta de suspensión de los derechos de propiedad incluye los insumos estratégicos para la producción de la vacuna, que no son pocos. Hasta ahora había ocurrido lo contrario, pues Biden reflotó una ley de seguridad nacional de 1950 para hacer lo contrario, es decir, bloquear la exportación de esos insumos. En este mismo momento, retiene, incluso, unas doscientas millones de vacunas de AstraZeneca, a la cual niega el reconocimiento de la patente. Una parte por lo menos de ellas sería las que envió la farmacéutica mexicana Liomont, debido al bloqueo a esa importación de insumos desde Estados Unidos.
El giro de Biden estaría determinado, al menos en gran parte, por el descontrol de la pandemia en la India, un país que es, además, el principal productor de vacunas. Una interrupción de la exportación de vacunas desde ese país, podría provocar un colapso de provisiones, sin hablar de la escasez en la India misma. La suspensión de las patentes tendría, entonces, un carácter emergencial; una vez superada la emergencia se anularía la suspensión del derecho de propiedad. Pfizer ya ha dicho que será necesaria una tercera dosis para obtener la inmunización, e incluso la perspectiva de que la vacunación deba hacerse anual. O sea que se habla de un enorme mercado de largo plazo. Una suspensión temporaria que ate a los productores industriales de vacunas a las patentes y a los insumos estratégicos que monopoliza Estados Unidos, podría crear un mercado cautivo para el Big Pharma – como se conoce a estos laboratorios. La negociación que comienza en la OMS deberá considerar los permisos de exportación de las vacunas para los países que reciban la licencia, no solamente la producción interna de la misma.
La discusión en la OMS apuntará a establecer un reparto de mercado, lo cual implica, en lo inmediato, visibilizar una rivalidad capitalista que está en pleno desarrollo. De otra parte, reclamará un lugar en la negociación otro organismo internacional, la Organización Mundial de Comercio – el organismo donde se aprobó, en 2005, la reforma al sistema de licencias de patentes que se encuentra en vigencia.
La abolición del derecho de propiedad intelectual, que diferentes sectores políticos y sanitarios reivindican para el caso del Covid-19, choca con el derecho de propiedad en general, que es el de lucrar con la explotación de la fuerza de trabajo. Es inviable en el marco capitalista, como ya lo ha demostrado el fracaso de los genéricos, que son saboteados desde la salud pública e incluso privada. En el marco de una pandemia que de ningún modo aparece ante la humanidad como un rayo en cielo sereno, la consigna movilizadora de los trabajadores debe ser la expropiación del Big Pharma, bajo el control obrero.
Jorge Altamira
05/05/2021
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