La Franja de Gaza quedó a oscuras anoche como resultado de los nuevos bombardeos israelíes, que se combinaron con ataques de artillería. Al mismo tiempo, según la agencia de noticias palestina Wafa (14/5), la única planta que genera energía en el centro del enclave se quedó sin combustible debido al cierre por parte de Israel del único cruce comercial.
La ofensiva militar del sionismo ya ha dejado 122 palestinos muertos, entre ellos 31 niños. El jueves por la noche circuló una falsa versión de una incursión terrestre. De todos modos, esta podría producirse en cualquier momento, dado que hay cerca de 5 mil soldados desplegados en la frontera. Además, el gobierno canceló las licencias de fin de semana de las tropas y convocó a 7 mil reservistas.
Israel, que supo anexarse la Franja de Gaza en 1967, junto a otros territorios palestinos, la ha invadido tres veces desde su retirada del territorio, en 2005. La primera de ellas fue en el marco de la operación “Plomo fundido”, en 2008, un año después de que Hamas empezara a gobernar el enclave. Dejó 1400 palestinos muertos e incluyó el uso de fósforo blanco por parte de las tropas israelíes. Le siguieron la operación “Pilar de defensa” (2012, 167 muertos) y “Margen Protector” (2014, 2300 muertos). En la jerga perversa del sionismo, esta rutina criminal fue bautizada como “cortar el pasto”, es decir, desmalezar periódicamente el territorio de “terroristas”.
La Franja de Gaza es una prisión a cielo abierto, cercada por Israel y Egipto. Ha sido definida como “inhabitable” por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina. En apenas 360 kilómetros cuadrados viven dos millones de personas, una de las tasas de densidad demográfica más altas del mundo. Un millón de ellas viven en campos de refugiados. El 80% de la población depende de la ayuda humanitaria. La pobreza asciende al 64% (El Periódico, 14/5) y se estima que la mitad de la población se encuentra desempleada. Estas son las consecuencias del bloqueo terrestre y marítimo sionista. Los bombardeos del jueves han tenido entre sus objetivos la red de túneles que conecta el territorio costero subterráneamente y que son una respuesta a los recurrentes ataques aéreos.
Mientras tanto, el viernes las fuerzas israelíes asesinaron a seis palestinos en Cisjordania. Cinco de estas víctimas cayeron mientras se defendían con piedras de la policía (Al Jazeera, 14/5), en el marco de las manifestaciones de repudio. En la frontera con Cisjordania, cientos de jordanos se movilizaron también.
Paralelamente, las manifestaciones estallaron en las ciudades árabes-israelíes, lo que ha llevado al gobierno a un fuerte despliegue de seguridad o a la imposición del toque de queda, como en Lod, al sur de Tel Aviv. Los grupos ultranacionalistas israelíes, en tanto, atacan viviendas, comercios, mezquitas y manifestaciones propalestinas y en sus grupos de whatsapp circulan convocatorias a armarse con pistolas y cuchillos (Middle East Eye, 13/5).
La propaganda del imperialismo y de los grandes medios de comunicación omite deliberadamente referirse a las raíces del conflicto, porque esto mostraría que su responsable es Israel. En la base de la presente crisis se encuentra el intento de desalojo de familias palestinas en Jerusalén Este y el despliegue militar en sitios de rezo de la comunidad musulmana. Es el último capítulo de una larga política de expulsión y de limpieza étnica que marca los propios orígenes del Estado de Israel. El 2020 marcó la cifra récord en una década en la instauración de nuevas colonias, que van cercando cada vez más al pueblo palestino.
Redoblemos la denuncia de la masacre en curso. Abajo el Estado sionista. Por una Palestina única, laica y socialista. Por una federación socialista de pueblos de Medio Oriente.
Gustavo Montenegro
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