Hace justo diez años atrás, un gobierno kirchnerista celebraba con fastos el bicentenario de la Revolución de Mayo. Entre exposiciones, recitales y desfiles artísticos, los ´nacionales y populares´ proclamaban la autonomía nacional. Algún izquierdista encandilado peroraba en esos días sobre “La Argentina Kirchnerista”. Diez años después, muy lejos de aquellas fanfarrias del colectivo Fuerza Bruta,, los militantes del kirchnerismo, desde sus poltronas ministeriales, parlamentarias y judiciales, sin excluir a gobernadores y directores de bancos y empresa, han parido un documento mendicante. La gran prensa opositora no dudó en caracterizar el pronunciamiento como un complot contra el ministro Guzmán e incluso el Presidente, que horas después tenía prevista la presentación de un ´perdón´ financiero a la primera ministra de Alemania, Ángela Merkel.
Kirchnerismo, macrismo y deuda
La proclama del llamado ´kirchnerismo duro´ advierte que una renegociación de la deuda con el FMI a ´sólo diez años´ resultaría ´impagable´. No era lo que pensaba de una deuda aun más cuantiosa, con los fondos internacionales, de u$s80 mil millones, que fue renegociada a plazos promedio de diez años, sin la menor quita en el capital. Ni de otra de valor similar, la deuda local del Tesoro, que es premiada con nueva deuda ajustable por inflación. El monto de una y otra es cuatro veces mayor que la deuda con el FMI. Sin embargo, no dudaron en publicitar el “éxito” de la reestructuración de esa deuda, al punto de calificarla como un rescate nacional de los desmanes del gobierno macrista. La “postergación” de los pagos al FMI es, precisamente, lo que está negociando Guzmán, en nombre de todo el gobierno nacional. No solamente esto – ha comprometido el apoyo del Congreso nacional, en conjunto con el resto de los bloques parlamentarios, con la exclusión, claro, de los dos diputados de izquierda.
El texto rechaza que el FMI se convierta en un ´auditor permanente´ de la política económica. Pero la contrapropuesta que acercan, de llevar el acuerdo de pago de diez a veinte años, significaría precisamente eso. Bien mirado, los kirchneristas de paladar negro toman un libreto conocido, el del ´Toto´ Caputo, que emitió un bono a cien años, mucho más que las dos décadas que reclama Leopoldo Moreau. En estos bonos ´centenarios´, el acreedor recupera el total de la inversión en un período breve, que va de diez a quince años, mediante el solo cobro de los intereses. El ´Toto´ consumó el sueño kirchnerista de no amortizar el capital hasta que gobiernen los nietos de Máximo, pero no por eso dejó de perpetrar un gigantesco negociado a costa de las finanzas nacionales. Rebobinar los plazos de la deuda acentúa la tutela del país por parte del FMI, y convierte en asidua la auditoria de las cuentas nacionales. Las eminencias K creen haber encontrado la cuadratura del círculo, como es no pagar una deuda que sin embargo reconocen en su integridad.
La ´proclama del 25´ también le pide al FMI una quita de la deuda, que no le pidió a los acreedores privados. Gran incoherencia, porque los privados no tienen vedadas las quitas, pero el FMI sí. El FMI ya puso en marcha, a pesar de todo, esa quita, al recibir la autorización de emitir u$s600 mil millones en las cuentas de los países miembros. A Argentina le corresponden 4300 millones, sin tener que dar nada a cambio. Los ilustres firmantes reclaman que ese dinero vaya a solventar la pandemia o “la emergencia sanitaria, y no en pagar la deuda al Fondo. El planteo abre, sin embargo, una caja de pandora. Ocurre que para usar los dólares en gastos internos hay que pasarlos a pesos, mediante la emisión equivalente de moneda. El gasto de esa emisión en ayuda social es enseguida absorbido por el Banco Central, con el argumento de que ese mayor circulante crearía inflación. Para esa operación paga casi 40% de interés anual. De modo que el financiamiento con esos dólares del gasto social, lo encarece en casi la mitad. Es lo que ha venido ocurriendo hasta ahora con las Leliq, que ya superan los tres billones de pesos, y paga intereses por 1.2 billones al año. El negociado para los banqueros supera cómodo el monto del gasto social. Los firmantes del 25 son un grupo de monetaristas reprimidos, que confunden la riqueza social con el papel moneda.
El documento presume de audaz cuando caracteriza a la Argentina en “insolvencia estructural”. Esta caracterización es, por supuesto falsa, pero típica del arsenal nacionalista, que mete a todas las clases en el cajón de la Nación. El gran capital que opera en Argentina, industrial, agrario, exportador, comercial, minero, nuevas tecnologías, no es de ningún modo insolvente. Todo lo contrario. Y no lo es porque ha logrado esquilmar al estado de diversas maneras – por ejemplo con operaciones financieras, acompañadas de fuga de capitales y la devaluación del peso. La insolvencia estructural se manifiesta en los niveles de pobreza y en el retroceso del nivel de vida de los trabajadores en su conjunto. Con relación a la única insolvencia real, el manifiesto ´mayo´ no abre el pico. El documento que asegura que la deuda es impagable, se ufanó de haber ´desendeudado´ a Argentina por u$s170 mil millones, es decir por medio de una vaciamiento financiero ´nacional y popular´. Este vaciamiento ha dejado al Banco Central con patrimonio negativo; ha producido pérdidas descomunales al Fondo de Anses; ha empobrecido en masa a los trabajadores; y nos ha dejado con una deuda superior a la del comienzo de ese ´desendeudamiento´.
Dentro de la ley, todo
No hace falta demasiada perspicacia para ver en la proclama una movida de piso a Martín Guzmán, con pronóstico reservado. Más allá de la firma del inefable Gildo Insfrán, y del vicepresidente saliente de la UIA, la solicitada no juntó a otros integrantes de los ´factores de poder´. Los K se encuentran objetiva y subjetivamente aislados. Lo saben desde que perdieron Buenos Aires en 2017 y cuando tuvieron que ´elegir´ la vicepresidencia para recuperar aire. La gran burguesía nacional y los gobernadores tienen colocadas sus fichas en el acuerdo con el FMI. Incluso las vacunas dependen del Fondo y de ´Juan Domingo´ Biden. La movida del 25 está animada por un cálculo de aparato: copar más resortes del estado, para pelear más candidaturas para noviembre.
Proclamas y crisis política
Los ultra K han decidido celebrar el 25 con un fuego de artificio. Pero esto no le da de comer a ninguna familia que se encuentra debajo del nivel de pobreza. Lo/as Vallejo, Español y Lozano no mentan en el texto la cuestión de la inflación ni la necesidad de un aumento general de salarios. Toda su propuesta apunta a evitarlos y contenerlos. El manifiesto es una declaración política contra las luchas obreras y contra la independencia de clase; lo firma la burocracia. Tampoco abren el pico sobre el retraso del dólar – el “ancla anti-inflacionaria” de Guznán y Pesce, el dúo de la política económica, al que no oponen una alternativa que no tienen. Los firmantes temen una Colombia. El sector ´vaticano´ del kirchnerismo ha comprendido que, ante su propia incapacidad para conducir una lucha de masas, debe pintarse de ´colores críticos´ para reservarse un derecho a contenerlas. Argentina no se encuentra encima de “una insolvencia estructural” sino ante un volcán social y político. Los tiempos del acuerdo entre el pejotismo no kirchnerista, de un lado (AF y Massa) y el ´juntismo´ no macrista, del otro (Larreta y compañía), se van agotando, pero ese acuerdo es todavía la viga inestable del régimen político. Lo saben los Fernández y los Macri.
Marcelo Ramal
26/05/2021
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