Las listas electorales se presentaron el 22 y en todo el país se ha repetido un patrón: puja por la colocación de sectores católicos y evangélicos, raleo de caras visibles en la lucha por el aborto legal y un sin fin de maniobras que terminarán de definir el panorama terminadas las PASO.
Mientras que los medios nacionales destacan el ingreso de evangélicos a la legislatura provincial de Santa Fe de la mano de Amalia Granata, pocos recuerdan que los primeros en incorporar a un órgano legislativo de esa provincia a un pastor evangélico fueron los progres de “Ciudad Futura”. Este bloque acaba de sacar el 18% de los votos de la Ciudad de Rosario, son parte del entramado político de agrupaciones que participan de las iniciativas del Vaticano como el Encuentro Mundial de Movimientos Sociales y mientras escenificaban en 2017 una lista de mujeres para un tramo en el que no tenían chances (diputados nacionales), colocaban al Pastor Evangélico Eduardo Trasante a la cabeza de los concejales de dicho espacio. En diciembre el pastor (padre de una víctima del triple crimen de Villa Moreno) fue removido por denuncias de acoso sexual.
El “caso Granata” es más conocido, ya que en las redes y notas periodísticas la progresía lo denuncia como si lo que ocurre con ella no ocurriera entre las opciones políticas que apoyan estos sectores mayoritariamente, el PJ y el kirchnerismo. Sin embargo la historia del avance evangélico viene de larga data y hunde sus raíces entre todos los espacios políticos gobernantes.
Por mencionar sólo algunos casos, el intendente kirchnerista de Hurlingham Juan Zabaletta, lleva como Secretario de Culto al evangélico Gustavo Legname, que hace poco tiempo armó una reunión en el Instituto Patria para competir con el acercamiento evangélico a Cambiemos.
Vanina Biasi
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