domingo, 30 de junio de 2019
Espert: el candidato más reaccionario del sistema
Luego del intento frustrado del macrismo de proscribirlo, la candidatura de Espert ha concitado la atención de muchos medios y comentaristas, y ya son varios los que se animan a calificarlo como una de las revelaciones de esta elección. La emergencia de su candidatura está directamente relacionada al fracaso del macrismo. Es que antes que nada Espert expresa eso: la desilusión de un sector radical de la derecha con el macrismo por no haber podido aplicar hasta el final un plan de guerra contra los trabajadores.
La base de su campaña es prometer que él si lo hará. Consultado sobre su plataforma destacó cinco puntos: una reforma laboral a fondo, eliminando paritarias y convenios colectivos, que serían reemplazados por contrataciones individuales; una reestructuración del Estado para reducir el gasto público drásticamente mediante el despido de empleados públicos y racionalización de los presupuestos de salud y educación; una reforma sindical para atomizar al movimiento obrero; una reforma impositiva para eliminar impuestos al capital; y un acuerdo de libre comercio con los EEUU, lo que implicaría una destrucción de buena parte del aparato productivo del país. Espert se inscribe en la corriente que se opone al llamado ´populismo industrial´, por entender que el complejo industrial del país está basado en una serie de subsidios o medidas proteccionistas del Estado contra la competencia extranjera. A Espert y a los que defienden su posición obviamente no se le pasa por la cabeza superar ese atraso productivo mediante la nacionalización de la banca y el comercio exterior, que permita desarrollar las fuerzas productivas del país. Si su política se llevara hasta el final, quedaría en pie en la Argentina solo el complejo agrario, la extracción de materias primas (incluido acá el petróleo, el gas y los minerales) y alguna rama de los servicios. Esta defensa acérrima del libre mercado no pasa de una abstracción. Después de todo, los principales grupos económicos imperialistas cuentan con enormes subsidios de sus Estados y de sus dispositivos financieros, y también diplomáticos y hasta militares.
Bien visto, sin embargo, el programa de Espert no dista en lo esencial del que habían elaborado oportunamente los equipos de Macri. La cuestión de las cuestiones entonces no es el programa sino reunir las condiciones políticas para aplicarlo. Macri comprobó rápidamente la diferencia que existe entre querer y poder. Su llamado ´gradualismo´ estuvo determinado por los límites que los trabajadores le impusieron a su ofensiva. En Brasil Bolsonaro también está verificando una experiencia similar. Si quiere aprobar la reforma previsional deberá antes derrotar a los trabajadores.
A la luz de lo señalado, queda claro que el programa de Espert, aunque se autodefina a sí mismo como liberal, reclama para ser aplicado a un gobierno abiertamente reaccionario y represivo. Es la historia de nuestros ´liberales´, que han terminado apoyando todos los golpes de Estado. Espert quiere ser Martínez de Hoz, pero el ex ministro de la dictadura hizo lo que hizo porque los Videla y los Massera establecieron un régimen de exterminio físico de la clase obrera y la intervención directa de sus organizaciones y partidos.
Por eso, aunque se presente como antisistema, Espert representa la faceta más reaccionaria del sistema capitalista. En este punto repite la historia de los movimientos más reaccionarias, como es el caso del nazismo, que también se presentaban como ´antisistema´ para canalizar la bronca de una parte de la población ante la miseria creciente.
Llamamos a la juventud que quiere repudiar a este régimen a votar por el Frente de Izquierda y no por este fascista trasnochado.
Gabriel Solano
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