sábado, 15 de junio de 2019

Macri se peroniza, Cristina se macriza



Conferencia de presentación en el Hotel Castelar. La campaña electoral tiene que servir a la preparación .

El FIT suma al MST a una coalición contra los candidatos del FMI

Las cinco elecciones del pasado domingo 9 dejan claras conclusiones políticas. Cambiemos, que venía de perder ocho elecciones, drenó en estas cinco provincias el 29,6% de los votos que había obtenido en 2015, aún ganando una. El depositario fue el peronismo en sus distintas variantes. Incluso en Jujuy, vértice de la crisis del peronismo, donde fue dividido en cuatro listas, los votos pejotistas sumados superan a Gerardo Morales, lo que augura un derrotero complicado para Macri en agosto y octubre. Morales perdió 18 puntos, a pesar de sus esfuerzos finales con medidas “sociales” de dudoso financiamiento futuro.
En Tucumán, Manzur y Alperovich suman un 60% y Cambiemos perdió 25 puntos respecto de 2015. El semimassista Arcioni, de Chubut, le gana al peronismo, pero con un discurso opositor que dejó a Cambiemos en un lejano tercer lugar con el 14%. A esto hay que agregar para una conclusión más nítida, que tanto Morales como la fanática antiabortista Elías Pérez, de Tucumán, se “despegaron” de Macri diciendo que no eran sus representantes sino expresiones locales de una elección provincial.
En Mendoza se trató de Paso, donde Cornejo mantuvo su caudal, pero el peronismo sumado asciende al 38%. En ambos casos tienen que probar su capacidad de retener todos los votos de la interna. Pero, por lo pronto, en Cambiemos discuten la posible presentación de Cornejo como primer candidato a diputado nacional para asegurar el electorado en las Paso de agosto, en la previa a las generales provinciales de setiembre y así aventar el peligro de una victoria peronista. Por otro lado, el macrismo perdió tres capitales: Córdoba, Santa Rosa y Paraná.
De conjunto, es claro el retroceso de Cambiemos, como también la tendencia política en el electorado a canalizar por el peronismo su oposición a Macri. La polarización que señalamos en la editorial de Prensa Obrera de la semana pasada ha dado un paso decisivo en las elecciones de este domingo, días antes del cierre de alianzas. Las expresiones patronales triunfantes de carácter local, como el MPN neuquino, el FR misionero y Weretilneck en Río Negro, no alterarán la tendencia a la polarización entre el macrismo y la fórmula Fernández-Fernández, que se disputarán sus votos.
El Frente de Izquierda y la izquierda en general han retrocedido, siguiendo la tendencia que marcamos en Córdoba, en Santa Fe, en Río Negro, en San Juan, y también del MST en Entre Ríos. Exceptuamos Neuquén, la primera elección en pleno verano, donde mantuvimos el caudal, y Chubut donde, presentados por primera vez, hicimos una interesante elección, encabezando la izquierda con la lista del PO y sumando un 5% entre nosotros y el MST. Enfrentamos una polarización.

Massa y Pichetto

La incorporación de Massa a la fórmula F-F y la nominación de Pichetto como vice de Macri tienen un contenido espejo. Se trata de dos columnas que sostuvieron al macrismo en el camino de la quiebra argentina: Pichetto en el Senado, Massa en Diputados, garantizando las 104 leyes de ajuste. Massa, además, fue un auténtico cogobierno con Vidal en la provincia de Buenos Aires.
Como marcáramos en diversos momentos de la crisis de régimen que atravesamos, está presente la tendencia a la formación de un gobierno de coalición para encarar las tareas contra las masas que empuja la bancarrota capitalista. En estos movimientos finales para encarar la salida electoral está presente esa tendencia, porque tanto Pichetto como Massa han puesto como condición participar de alguna manera del futuro gobierno. Curiosamente, aunque Massa y Pichetto no lograban que sus candidaturas levanten en las encuestas, han quedado ubicados como el fiel de la balanza, llamados a ocupar lugares centrales en el próximo gobierno que se constituya.
La desaparición del centro político que implica el estallido de Alternativa Federal es contradictoria. Es claro que Urtubey y Lavagna han quedado reducidos a alternativas marginales. Pero la presión de toda la clase capitalista en dirección a una tercera salida ha tenido por resultado estas dos variantes. Y, fundamentalmente, el renunciamiento de Cristina, que deja paso a un candidato a presidente que administró el sistema de AFJPs y rompió con el kirchnerismo junto al capital agrario. Ese carácter de la fórmula se refuerza con la incorporación de un reaccionario como Massa, que es la derecha peronista, la mano dura de Giuliani, el financiamiento de Bulgheroni y quien acompañó a Macri a Davos en los albores del festival de endeudamiento macrista. A ese armado se suma Manzur, que condicionará la lapicera de los gobernadores en las listas federales.
La masa de la burocracia sindical está con la fórmula F-F. Pero Pichetto, sin duda, operará sus relaciones con los gobernadores y con la burocracia sindical después de casi veinte años de capitanear el Senado. Recordemos que fue el hombre clave de la ley de ART de la mano de Daer y compañía, al igual que de la ley de ganancias que perpetuó el impuesto al salario.
No es casual que la noticia de Pichetto-vice disparara un alza de la Bolsa. Los “mercados” festejaron la incorporación del “hombre de Estado” que ante la última corrida cambiaria voló a Estados Unidos a asegurar el repago de la deuda.

La cancha de la polarización la marcó el FMI

Ya nadie se acuerda de los 10 puntos de Macri para un acuerdo nacional que no fue. Pero, redactados en Washington, marcaron la cancha del proceso electoral. Durante el próximo mandato, Argentina tiene vencimientos de deuda por 145.000 millones de dólares. Los dólares para pagar la deuda a partir de 2020 no están, porque las reservas de libre disponibilidad no superan los 18.000 millones de dólares y no entrará un solo dólar más del FMI. En cambio, hay que empezar a pagarle al famoso organismo financiero del imperialismo. Sólo el año que viene hay que buscar 30 mil millones de dólares en el mercado de deuda, imposibles de conseguir con un “riesgo país” de 900 puntos que no responden al problema electoral, sino a una completa crisis del régimen económico que montó el macrismo.
Los “puntos” del FMI son la ruta de toda la burguesía. De la UIA, la Rural, los bancos y la Came, que se los firmaron a Macri, aunque los políticos más zorros no hayan concurrido a abrazarlo como sí lo hicieron Schiaretti, Urtubey o Scioli (el mismo que convocó al voto nac & pop en 2015). La fórmula F-F no escapará a una reestructuración de deuda privada, a una renegociación con el FMI y a tener que descargar los 1,2 billones de pesos de deuda en Leliq del Banco Central sobre las espaldas populares (algo que ya ocurre porque pagamos sus tasas siderales con inflación y recesión).
Estas contradicciones explosivas pueden incluso disparar una agudización de la fuga de capitales con las Paso de agosto. La cuestión de la intervención de los trabajadores en la crisis mediante una lucha de conjunto será para nosotros una guía durante todo el proceso electoral.

Nuestras campañas a prueba

Con la cuestión de la deuda en el centro de la crisis, nuestra tarea electoral requerirá una enorme tarea didáctica, explicando que su pago nos lleva al default y a los brutales ataques a las masas que significará cualquiera de las variantes de repago. Sea por la vía del shock que el macrismo no pudo dar y promete intentar ahora con Pichetto de garante, o por la vía de un “contrato social” para afrontar “la herencia recibida” que nos prometen los Fernández.
Nuestra campaña en Chubut, Río Negro, Neuquén, Jujuy, Córdoba, Santa Fe, Misiones, Mendoza y Tucumán ha tenido un eje: el FIT o los candidatos del FMI, que la crisis la paguen los capitalistas, por una salida de los trabajadores y la izquierda. ¿Hay que revisar esa política? Al contrario, hay que agudizarla, porque se trata de una lucha estratégica. Los resultados nos harán profundizar ese curso y empujar al Frente de Izquierda a más y más iniciativas de reagrupamiento del activismo de lucha. Se trata de una lucha programática voto a voto, preparatoria de la lucha contra el plan de guerra inscripto en los compromisos con el Fondo con el cual nadie plantea romper a excepción de nuestro frente.
Para eso, la campaña tiene que enfrentar permanentemente a la burocracia sindical con el planteo del paro activo de 36 horas. Porque el último paro dominguero y de subordinación al voto pejotista es la vía de derrota de todas las luchas en curso. Lo mismo vale para la continuidad del formidable movimiento por el aborto legal y la separación de la Iglesia y el Estado, que será frustrado por las listas “verde-celeste” de todas las formaciones de la burguesía.
El hecho de que los explotados llegan atomizados a las urnas está en la base de la dominación de las fuerzas de la burguesía: de la sobrevivencia de un Macri todavía vivo políticamente y de la recomposición electoral del peronismo. La campaña electoral tiene que servir a cada lucha y a la preparación política de la vanguardia y de la mayor franja de trabajadores posible para una etapa de choques sociales, donde la burguesía apuesta a la derrota por desmoralización interior de un proletariado confiado en el giro que impondría el nacionalismo de conciliación de clases.

El FIT suma fuerzas

Al filo del cierre de alianzas, hemos producido una noticia de alto impacto en el activismo y en la batalla para reforzar a la izquierda obrera y socialista como un claro tercer bloque político en la disputa: el frente entre el FIT y el MST que da lugar al FIT-Unidad, el nombre de la coalición.
Se ha cumplido con retardo la propuesta votada por unanimidad en el Comité Nacional del Partido Obrero en diciembre. Cerrar el acuerdo del FIT y sobre esa base proponer una lista común al resto de la izquierda. Zamora y el MAS no están porque no quisieron. Uno, por su emprendimiento individual contrario a la construcción política de la izquierda. El otro, por algo parecido, puesto que condicionó todo acuerdo a una interna, es decir a una disputa entre la izquierda y no mediante un frente único contra los partidos del capital.
El Partido Obrero batalla para transformar al FIT en todos los ámbitos de la lucha de clases. En el caso del MST, se incorporó mediante sus representaciones sindicales al importante reagrupamiento que significa el Plenario Sindical Combativo desde hace un año. De allí surgió la potente voz de la izquierda sindical y clasista en el último paro nacional, las listas comunes en CTA y ahora en ATE que lidera el PO junto a toda la izquierda.
¿Elimina esto las diferencias políticas que llevaron al MST a la centroizquierda? No, pero su incorporación implica un compromiso que amplía un campo de acción de la izquierda en oposición a los bloques políticos patronales. Hemos firmado un programa en los términos del acuerdo programático del FIT, basado en la independencia política de los trabajadores y la lucha por su propio gobierno. El FIT mantiene su existencia y fisonomía en el marco de este compromiso. El propio FIT es una coalición contradictoria. La resolución de esa contradicción requiere, como impulsa el Partido Obrero, una acción de frente único en todos los terrenos de la lucha de clases sobre la base de un programa de independencia política y de gobierno de los trabajadores.
Más que nunca insistiremos en un plan de acción política común que incluya un Congreso de la Izquierda para posicionarnos ante las fuerzas en disputa. El reciente Congreso de la juventud del Polo Obrero mostró las posibilidades enormes de una lucha, de una política y de un método.
Comienza una campaña política que será un gran desafío, pero de los grandes desafíos salen las grandes realizaciones.

Néstor Pitrola

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