lunes, 3 de septiembre de 2018

Macri declaró una guerra contra el pueblo trabajador



Se puede afirmar sin ninguna duda y sin temor a equivocarnos que el Gobierno de Mauricio Macri comenzó una temerosa etapa de terapia de shock.

Si hasta la semana que pasó, la corrida canbiaria que comenzó en abril había obligado a acelerar el plan de ajuste; por estas horas se impuso un golpe fuertísimo que empezó a sentirse inmediatamente y que en las próximas horas, días o semanas se profundizará. Como se decía en aquellos años fatídicos de los años neoliberales: está en curso una cirugía mayor y sin anestesia.
En relación al pacto quebrado con el FMI, el devaluado ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne anticipó lo que el organismo exigirá a cambio de un nuevo acuerdo y un anticipo de desembolsos de dinero: dijo que será necesaria una aceleración del cronograma de reducción del déficit fiscal. No hay detalles hasta ahora, pero las nuevas imposiciones se mueven entre el déficit cero para el 2019 hasta un máximo de tolerancia de 0,5 % del PBI. Con el acuerdo anterior, el Gobierno y las provincias tenían que recortar 300.000 millones de pesos, ahora la cifra se acercaría a los $ 500.000 millones.
Los precios ya van camino hoy a superar el 40 % de inflación anual, mañana puede ser peor. Los salarios nominales, de no actualizarse las paritarias actuales, estarían en promedio en 20 % o poco más; los estatales están en un promedio del 15 %. Como asegura, Esteban Mercatante en un muy buen artículo publicado en el suplemento Ideas de Izquierda: “Un año atrás, el salario promedio (según el Reporte Laboral del ministerio de Trabajo) equivalía a USD 1.530; con el dólar actual estaría descendiendo a USD 800. No sorprende entonces que varios industriales, especialmente los que participan de la exportación, celebren con el nuevo tipo de cambio.”
Las autoridades del Banco Central subieron la tasa de referencia monetaria al 60%, lo que provoca un encarecimiento del crédito, empuja hacia la recesión o a congelar la economía: ¿la consecuencia?: suspensiones y despidos en brusco aumento, como empiezan a mostrar los números crudos, con cierres resonantes como los de varias sucursales del hipermercado Wall Mart.
Un personaje que sonó por estas horas como posible reemplazo de Nicolás Dujovne y como posible superministro de Economía, Carlos Melconian, confió al presidente electo Mauricio Macri en 2015 que "con este nivel de salarios, Argentina es inviable: sólo vamos a comenzar a crecer bajándolos al menos un 40 por ciento. Y la única forma de negociar una baja real es con un desempleo superior al 15 por ciento". También criticó al Gobierno cuando comenzó la corrida este año, porque habían “boludeado” (las palabras son suyas) por dos años con eso la charla motivacional, los manuales de autoayuda y el gradualismo; en vez de encarar el ajuste.
No importa si Melconian es confirmado, sus “ideas” son las que se propone implementar el Gobierno: ese es plan y es un plan de guerra.
Frente a esta situación hay dos factores que conspiran contra una respuesta contundente y a la altura de las circunstancias:
a) El primero, y corresponde ponerlo en ese orden, es el de la dirigencia sindical que convocó un paro para dentro de un mes que, en los tiempos argentinos, es como un siglo. Una dirigencia, que en general está aliada a aquellos cuya estrategia se reduce al famoso “hay 2019”. El blindaje del FMI está en dudas, aunque todavía está en pie; el blindaje del peronismo la CGT viene siendo el más eficaz.
b) Por otro lado, la ilusión o el peligroso sentido común de que lo que está en desarrollo puede ser una crisis pasajera, que se va a terminar más o menos rápido y que luego vendrá una recuperación.
No es una crisis coyuntural, parcial o pasajera: es comparable, como ya se dijo, con los grandes saqueos nacionales, como los producidos en 1976, 1989 o la crisis que culminó en 2001. Esos cambios estructurales, esas contrarreformas furiosas hicieron retroceder exponencialmente los derechos de las grandes mayorías y un descenso en las condiciones estructurales de vida que, en los años siguientes, pese a las expansiones económicas nunca se recuperaron.
En el programa de hoy vamos a analizar las condiciones políticas, económicas y sociales en las que se desarrolla la actual hecatombe. Cómo queda el Gobierno y qué perspectivas tiene, cuáles son internas, sus fortalezas y debilidades. Pero no está en discusión el saqueo en curso: es un debate sobre cuáles serán las condiciones para enfrentar este desastre, las posibilidades y obstáculos en el escenario, justamente para precisar el panorama para lucha que se presenta tan necesaria, como inevitable.
No hay salidas intermedias, no hay titubeos, la perspectiva es demasiado delicada, las consecuencias, demasiado graves. Todo lo que no sea un plan de acción aquí y ahora para frenar esta masacre social en curso es simple complicidad o directamente una despreciable colaboración.

Fernando Rosso
@RossoFer

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