lunes, 17 de septiembre de 2018

La muerte de José Manuel De la Sota



José Manuel De la Sota, tres veces gobernador de Córdoba y responsable –junto a Juan Schiaretti- de 19 años de administraciones peronistas en el territorio mediterráneo, falleció el sábado pasado en un accidente automovilístico. Su desaparición física ha repercutido en el ámbito político dado que era quien propiciaba un gabinete de compromiso de Macri y el peronismo como salida a la crisis y a su vez, una unificación del PJ, con el kirchnerismo incluido, que lo tuviera a él como eje y, por lo tanto, como candidato.
Para esto último no dudó en reunirse con Cristina Kirchner y su hijo. También propició un encuentro entre su hija (concejal en la capital cordobesa por el PJ) y la diputada ultra K Gabriela Estévez. Hay que recordar que De la Sota se declaró enemigo número uno del kirchnerismo luego del conflicto de la 125. El 70% obtenido por Macri en Córdoba en el balotaje de 2015 fue compuesto en su inmensa mayoría por el voto a De la Sota que había ganado en la provincia holgadamente las Paso, compitiendo con Massa como precandidato a presidente.
De la Sota fue un hombre ligado a los planteos de la derecha peronista. En su enfrentamiento con los K declaró que las Madres eran responsables de lo que les había pasado a sus hijos (secuestrados y asesinados por la dictadura genocida). A pesar de ello, el cristinismo local -a través del diputado Pablo Carro- saludó las negociaciones entre CFK y el ex gobernador cordobés y recomendó comerse el sapo.
Esta política respecto a los K enfrentaba a De la Sota con Schiaretti y los gobernadores “dialoguistas”, que buscan dejar a los primeros fuera de cualquier acuerdo.
Ante el agravamiento de la crisis, la variante de un gabinete de “unidad nacional” suena entre los analistas políticos. Seguramente los servicios de De la Sota hubieran sido útiles, por eso sus partidarios y gran parte de sus detractores (internos y externos) destacaron frente a los medios que su mejor cualidad era “el diálogo” y su capacidad para “tender puentes”. Su idea de un Presidente de "transición" era dar continuidad a la política macrista en un relevo peronista ante la fundición política del propio Macri.
Es que De la Sota fue siempre un hombre del establishment. Su carrera política la inició junto a la ortodoxia peronista en la Córdoba sacudida por el Cordobazo y con una fuerte izquierdización. En los 80 pegó el salto: luego de la derrota de Italo Luder abandonó la ortodoxia, llegando a presentarse incluso como candidato por fuera del partido (con la personería de la Democracia Cristiana) y armó junto a Menem y Cafiero la renovación peronista. Su “versatilidad” lo llevó a pasar de opositor a Menem (junto a Cafiero en las internas del ‘88) a embajador del “Turco”. Junto a Schiaretti (un hombre de Fiat y de la Fundación Mediterránea), introdujo a Domingo Cavallo en la política.
Cuando en 1998 le gana las elecciones al radical Ramón Mestre comienza a armar su propio Estado sobre la base de una férrea representación de los intereses capitalistas dominantes en la provincia: los grupos sojeros, las automotrices y la patria contratista (lo que le valió denuncias y sospechas de corrupción que su “fiscalía anticorrupción” archivó sistemáticamente). Era un representante de los Urquía, Roggio, Pagani, Electroingeniería, etc. De la Sota intentó y fracasó en la pretensión de privatizar Epec y el Banco de Córdoba; cerró un acuerdo para la instalación de Monsanto en Malvinas Argentinas que luego debió clausurar. Todo ello motivó enormes luchas obreras y populares a las cuales reprimió.
De la Sota fue un fiel funcionario del régimen político de los capitalistas que oprime y hambrea a los trabajadores.

Eduardo Salas

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