Ataques a luchadores, legitimación de la represión y el derecho a la protesta como garantía de la defensa de todos los derechos en tiempos de crisis.
Luego del anuncio del nuevo acuerdo con el FMI, el panorama no pinta alentador y el Gobierno machaca con una idea: la miseria que ya está pasando, son los “esfuerzos” que tienen que hacer “los argentinos” para superar esta tormenta. Lo acaba de repetir el presidente en el mensaje donde habló de los últimos datos que confirman el crecimiento de la pobreza y la indigencia.
No es momento para exigir mejores condiciones de vida, ni más derechos. Es momento de austeridad. Ya lo había sintetizado Alfredo Casero: no es momento para flan. Y en algo tiene razón. Un país gobernado por el FMI y los especuladores, es incompatible con la defensa de derechos elementales y la calidad de vida de las grandes mayorías.
El oficialismo califica de golpista y desestabilizador a quien pelea y defiende sus derechos, como los obreros del ARS. Alfredo Casero no es el único aliado de Cambiemos para esta tarea. Hay que rastrear en más de un reducto las usinas desde donde se desprenden los discursos que hoy caldean el clima y lo inundan de un tufo putrefacto.
“Asesinas”
Esta semana recibieron amenazas Nicolás Del Caño, Myriam Bregman, María del Carmen Verdú y Roberto Baradel. El discurso del Gobierno opera como caldo de cultivo para que este tipo de acciones y “mensajes” proliferen.
Algo preanunciaban los ataques de los llamados “pro vida” a las mujeres que caminaban por la calle con sus pañuelos verdes. El lobby de la iglesia católica contra la conquista de un nuevo derecho por parte de las mujeres, dejó en claro la fuerza que todavía tiene una institución oscurantista, íntimamente ligada al último genocidio, para incidir en la política. Hubo denuncias de legisladores y legisladoras amenazados de muerte por su voto a favor del derecho al aborto. Militantes de izquierda y del movimiento de mujeres recibieron en sus redes sociales, mails y teléfonos, imágenes de fetos y mensajes tildándolas de asesinas por pelear por el derecho a decidir.
En la figura de Francisco, la iglesia católica se ubica discursivamente como defensora de “la cultura del encuentro” y la contención de los pobres. El ala papal tiene sus lazos con referentes de Cambiemos como Stanley, del peronismo, el kirchnerismo, la burocracia sindical y los llamados movimientos sociales. Otra cara de la iglesia tiene su expresión en el partido Celeste, fundado sobre la base de la oposición al derecho al aborto.
La fachada progre del Papa tiene como contracara el oscurantismo clerical que no duda en apretar legisladores y dejar correr las agresiones “espontáneas” en nombre de la defensa de la vida.
“Ollas no”
El envalentonamiento reaccionario dio un salto con las amenazas que denunciaron las docentes en Moreno y que decantaron en el secuestro a la maestra Corina de Bonnis. No se sabe de dónde provino el ataque, pero el discurso de estigmatización de la lucha docente en boca de María Eugenia Vidal, fue preparando el terreno. Este jueves además se incendió una escuela en Moreno por causas que aún se desconocen.
El día que una directora y un auxiliar dejaron su vida en una escuela, Vidal se encontró en una seria dificultad para seguir culpando a la docencia bonaerense por la crisis de la educación pública. Hasta entonces, toda su tensión estuvo puesta en estigmatizar a docentes que luchaban por su salario y por más presupuesto para educación. La gobernadora intentó poner a la población en contra de las maestras y maestros, con la falacia discursiva de que “los chicos están primero”. Exigir una paritaria era una extorsión. Ejercer el derecho a huelga, era hacer política con los chicos como rehenes. Previo al secuestro de Corina, en Moreno aparecieron pintadas que decían “basta de hacer política, den clases”.
La estigmatización de la lucha docente es el telón de fondo del ataque a Corina. Pero Vidal no se quedó ahí, sino que en las últimas semanas avanzó en su provocación y manifestó su intención de declarar la educación pública un servicio esencial, para impedir el derecho a huelga docente.
"Hippie sucio, maputrucho, zurdo de mierda"
Las amenazas a del Caño, en el marco de una movilización contra el Gobierno y a horas de que iniciara el paro general convocado por la CGT, puede leerse como una amenaza a quienes estén dispuestos a salir a la calle para enfrentar el ajuste. La izquierda y el sindicalismo combativo una vez más, iban a hacer activo el paro general con piquetes y movilizaciones.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, se jactó de haber encontrado rápido al tuitero que “amenazó” a Macri. Esta vez no emitió palabra sobre la catarata de amenazas que recibió Del Caño durante horas a su celular. Nadie del Gobierno se pronunció por esto ni por la amenaza que Bregman recibió mientras cortaba el Puente Pueyrredón el día del paro.
En este caso el que calla no solo otorga. Otra vez nos encontramos ante un discurso oficial que estigmatiza a los que luchan y criminaliza la protesta social como telón de fondo. En esto Bullrich es punta de lanza y hace política de Estado. Defendió a la Gendarmería responsable de la desaparición forzada seguida de muerte de Santiago Maldonado. Impulsó la campaña sucia contra el joven artesano y su familia, que encontró en los medios de comunicación masivos la amplitud para entorpecer la búsqueda de verdad y justicia. Premió al gendarme más complicado por su participación en los hechos con un ascenso. El mismo proceder se replicó ante el asesinato del joven mapuche, Rafael Nahuel.
El aval estatal al accionar ilegal de las fuerzas represivas, tuvo su punto cúlmine en la defensa a ultranza del policía que asesinó por la espalda a Pablo Kukoc e inauguró la “doctrina Chocobar”. Las tropas con las manos libres para apretar sus gatillos alegres, avaladas por funcionarios de primera línea del Gobierno, allanan el camino para que proliferen otros engendros, como “justicieros” por mano propia preocupados por la inseguridad.
Del Caño manifestó que está acostumbrado a las amenazas y el hostigamiento por redes. Esta vez lo llamativo es que ocurrió en su celular. Investigaciones realizadas sobre el comportamiento en redes de los llamados “trolls”, determinaron que existe una relación entre cuentas de figuras de Cambiemos y las de trolls que se dedican a hostigar a opositores, particularmente de la izquierda. No faltan fundamentos para concluir que el ataque a los luchadores y luchadoras es alentado por el discurso y la política oficial.
"Dejen trabajar"
Esta semana tuvo repercusión el caso del parrillero de San Nicolás que lloró ante cámara porque perdió su “mejor día” de trabajo “culpa del paro”. Un video del hombre se viralizó. Salió de su negocio con un matafuegos a increpar a los manifestantes que hacían un piquete. Macri se conmovió y lo llamó por teléfono cuando volvió de New York.
Los medios masivos como el Grupo Clarín o La Nación intentaron mostrarlo como el argentino promedio “que sale a trabajar todos los días” y quiere esforzarse para salir adelante. El caso que intentan generalizar va contra la evidencia de un paro absolutamente contundente, expresión del descontento en ascenso con la política económica del Gobierno.
Eduardo Feinmann entrevistó al parrillero. El hombre sostuvo que no estaba en contra del paro, pero que cuando el derecho a protestar se interpone con el derecho a circular, se está ante un ilícito. Para el Gobierno y sus medios aliados, donde hay un ilícito o delito, debe instaurarse el orden y para instaurar el orden hace falta represión. La mayoría de los medios masivos actúan como baluartes defensores del Gobierno en su cruzada contra la protesta social y la legitimación de la represión.
La derecha se enfrenta en las calles
La protesta social es el derecho que permite pelear por la defensa de otros derechos o para conseguir derechos nuevos. En tiempos en los que según el Gobierno no estamos para flan, resulta lógico que avale el accionar de los sectores reaccionarios anti derechos.
Ya hubo resistencia en diciembre contra el saqueo al bolsillo de jubiladas y jubilados. Ahora, la discusión del presupuesto de ajuste marcha en el Congreso con la complicidad del peronismo que se apresta a votarlo. Resta por verse qué nivel de respuesta de los sectores populares habrá en las calles.
El ataque a luchadores, la estigmatización de la protesta y de los métodos de la clase obrera como la huelga, son parte de la preparación del Gobierno y los patrones para los tiempos que se vienen. Saben que la clase trabajadora y los sectores populares organizados y movilizados, son perfectamente capaces de derrotar sus planes de miseria y hambre.
Juana Galarraga
@Juana_Galarraga
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