jueves, 21 de octubre de 2010

La movilización de trabajadores frente al asesinato de Avellaneda y la cuestión de la burocracia sindical


Los hechos son conocidos y dolorosos. Durante la tarde de hoy, una manifestación de trabajadores terciarizados del Ferrocarril Roca fue reprimida por un grupo de la Unión Ferroviaria (UF). Estos asesinaron a Mariano Ferreyra y dejaron en estado grave a otra trabajadora de 56 años. El recurso a la violencia física por parte de una organización sindical plantea nuevamente la cuestión de la “burocracia”, pero también resulta necesario rever otro matiz: la lucha por sindicatos en una estrategia de poder popular se fortalece comprendiendo que el aparato sindical tiene basamento en una forma de conciencia obrera. Esta conciencia está en movimiento y situaciones como las de hoy pueden catalizar esta crisis en el seno de las conciencias. Por Andrés Pissani para ANRed.

Por ANRed - L (redaccion@anred.org)

Los hechos son conocidos y dolorosos. Durante la tarde de hoy, una manifestación de trabajadores terciarizados del Ferrocarril Roca fue reprimida violentamente por un grupo de la Unión Ferroviaria (UF). Estos asesinaron a Mariano Ferreyra - militante del Partido Obrero y estudiante de la Universidad de Buenos Aires- y dejaron en estado grave a otra trabajadora de 56 años. Ella se encuentra en el Hospital Argerich, según los últimos partes médicos, luchando entre la vida y la muerte.
Rápidamente circuló la noticia entre los movimientos sociales, concentrándose en Callao y Corrientes, en la Ciudad de Buenos Aires, hacia las 15:30 horas. Los primeros fueron activistas universitarios (FUBA) y partidarios de izquierda. Los trabajadores de Subterráneos, confirmando su papel estratégico, paralizaron las labores entre las 17 y 18 horas. También paró el FFCC Sarmiento (no el Roca). Desde la CTA se ha convocado a un paro nacional para el día de mañana, jueves 21 de octubre. Se ha adherido ya la CTERA, la confederación docente, un dato importante en el contexto de las diferencias que dividen actualmente a la CTA entre el sector Micheli (ATE), más oposicionista, y el sector docente, más proclive a un apoyo crítico del gobierno nacional. Frente al asesinato de la burocracia de la CGT, las corrientes internas de CTA se unen en una acción solidaria.
El recurso a la violencia física por parte de una organización sindical plantea nuevamente la cuestión de la “burocracia sindical”. ¿No confirma la “Masacre de Avellaneda” que la dirección de los sindicatos actuales se mantiene únicamente mediante la coerción y por su “matrimonio” con las empresas y el estado? ¿O lo que llamamos burocracia sindical es la expresión de una parte de los trabajadores, mayoritaria, o por lo menos significativa? ¿Tiene la burocracia sindical base entre los trabajadores?
Tradicionalmente, el marxismo ha afirmado que la burocracia sindical es una casta parasitaria de las empresas y el estado (de “la burguesía”), que hace mucho ha dejado de representar a la clase trabajadora. Como categoría la burocracia no es una clase, sino un grupo de distinto carácter. (Otra cuestión que nos desviaría, aunque importante para ser anotada a pie, es de que manera el marxismo más clásico, que solo analiza en términos de clase, puede explicar esta anomalía teórica, la centralidad histórica que adquieren agrupamientos que no son clases).
Esta teoría marxista clásica parece confirmarse hoy. Sin embargo frente a esta tesis se ha sostenido otra que afirma que la “burocracia” es un aparato pero con un pie fuerte en la conciencia corporativista, pro-empresaria, o particularista, de parte de los mismos trabajadores. Para esta segunda teoría marxista, lo burocrático es una forma de expresión de una clase que se encuentra en una relación no antagónica, sino subordinada, con el capital y el estado. Estos trabajadores conforman una clase porque hasta cierto punto luchan contra el capital y el estado (esta sería la caracterización entonces del movimiento sindical peronista).
De esta opinión participan nuevos militantes sindicales, de izquierda, y académicos marxistas. ¿Cuál es el enfoque que mejor cuadra con la realidad? ¿Cuál tesis sirve mejor a un movimiento que lucha por el cambio social o por el socialismo?
No se puede decir que la “burocracia” no tenga base. El viernes pasado el titular de la CGT y Camioneros, Hugo Moyano, realizó una concentración enorme en la cancha de River Plate. Las elecciones sindicales son un indicador más complicado para “medirlo”, ya que usualmente hay fraude o manipulación de los resultados. El hecho de que la patota de la UF estuviese dirigida por el hijo del titular de la dependencia estatal que regula el transporte ferroviario nos habla de un sindicato que se reproduce como aparato por estar enquistado en los favores de los gobiernos y de las empresas.
En nuestra perspectiva, la lucha por sindicatos en una estrategia de poder popular se fortalece comprendiendo la amarga verdad: el aparato sindical tiene basamento en una forma de conciencia obrera. Esta mentalidad obrera no es antagónica al estado y el capital, pero no por ello deja de ser una forma de conciencia colectiva real. Del mismo modo, esta conciencia está en movimiento, y las luchas pueden ayudar a este cambio. Situaciones como las de hoy precisamente pueden catalizar esta crisis en el seno de las conciencias.
En entrevista a CN5, un delegado de la línea de Constitución de subterráneos expresa esta idea: cuando el periodista le pregunta si el servicio ferroviario fue afectado en la línea Roca, el delegado responde que no, ya que “en Constitución son mayoritarios la Unión Ferroviaria y La Fraternidad, pero aquí somos mayoritarios la nueva agrupación del sindicato de subtes. Desde el movimiento obrero tenemos que aprender a organizarnos en base a las diferencias, y no reprimirlas con la muerte”.
Mañana habrá paro en el sector público y algunos sectores privados. El mensaje de fondo es que hay otro movimiento obrero por el cambio social y el poder popular. Un movimiento que se define no solo por mejores acuerdos salariales, sino por otra sociedad más justa y solidaria.

Andrés Pissani es docente de historia en la Universidad Nacional de Luján.

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